𝐌𝐆𝐋𝐓 | Donde Lolito es un omega con extra masa muscular, y Mangel un alfa al cuál no le gustan los gordos... los detesta, o eso es lo que Lolito piensa.
- Estoy gordo. - puchereo el de largos y sedozos cabellos naranjas.
- No, tú eres hermoso...
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— ¡Levántate de una buena vez pedazo de mierda! — gritaba su madre desde la planta baja, completamente ebria tirando todo lo que se le atravesaba a su paso. — ¡¿Quién carajos crees que hará el desayuno?!
Luzu suspiró mientras terminaba de colocarse delineador debajo del ojo. Cabizbajo y con el rostro lleno de tristeza, por tener que pasar todos los días la misma situación, bajo tan rápido como pudo dirigiéndose a la puerta.
— ¡¿A dónde crees que vas?! — gritó sosteniéndolo del cuello, ahorcándolo. — ¡Mírate! ¡Pareces toda una puta! — pronunció señalando todo su cuerpo.
Luzu llevaba una camiseta negra con mangas largas y anchas, un corsé por fuera, shorts oscuros de cuero con medias de red debajo y unos botines, del mismo color, sin olvidar su sombrero de jazz y un solo arete largo en forma de cruz.
Con fuerza apretó sus puños y mordió su labio inferior, pues detestaba que su madre lo insultara por la ropa que llevaba, cuando él, por unos segundos, se sentía bonito.
— ¡Por usar esa ropa de prostituta tu padre se fue!
Y esa gota derramó el vaso.
— ¡Ese hombre nunca fue y nunca será mi padre!
La palma de su madre cayó sobre toda su cara, provocándole un cosquilleo y un ligero tono rojo que pronto se volvería más oscuro.
— ¡Cállate! ¡Todo fue tu maldita culpa, cuando estaba él al menos teníamos para comer, ahora no tenemos nada!
— ¡Porque todo lo que gano en el trabajo te lo gastas en el maldito alcohol!
— ¡Esa miseria que traes a la casa no nos alcanza ni para el pan! ¡Todo estaría bien si no hubieras abierto la boca!
Los ojos de Luzu ser abrieron de par en par, pasmado y lleno de ira porque, a pesar de los años que habían pasado, su madre seguía echándole la culpa de algo de lo que no era culpable.
— ¡Mamá ese hombre trató de abusar de mí! ¡Casi me viola y a ti solo te sigue importando él! — lloriqueaba en medio de sus lamentos.
No le gustaba abrir las heridas del pasado, pero no sabía cuánto más debía de soportar o decir para que ella entendería.
Otro golpe cayó en su rostro, sólo que esta vez fue un puño.
— ¡Ojalá te hubiera abortado, maldita sea! ¡Lo único que traes son desgracias! ¡No sirves para nada! ¡Mandaste a la puta cárcel a nuestra única fuente de ingresos! — Las venas se le marcaban en la frente y podía sentir toda la bilis en el paladar.
Luzu sonrió.
— ¿Qué te causa tanta gracia, idiota? — cuestionó su madre al visualizar la pequeña mueca debajo de sus cabellos, recién despeinados.