𝐌𝐆𝐋𝐓 | Donde Lolito es un omega con extra masa muscular, y Mangel un alfa al cuál no le gustan los gordos... los detesta, o eso es lo que Lolito piensa.
- Estoy gordo. - puchereo el de largos y sedozos cabellos naranjas.
- No, tú eres hermoso...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— ¿Ayer también te encontraste con otra persona? — cuestionó Rubén a través del teléfono.
— Sí, pero no fue bueno, además el tío tenía pareja y sabes que no me gustan esas cosas. — Respondió Lolito.
— Pero igual te acostaste con él. — se encogió de hombros.
— Cómo te dije, yo no lo sabía y el tipo no parecía tener la mínima intención de contármelo, si no fuera porque su novio apareció y le aventó un pastel, nunca lo hubiera sabido.
— Pero tal vez estaban en malos términos, le hubieras dado una mínima oportunidad para salir al menos. — sugirió rodando sobre su cama, quedando boca arriba.
— Ummm... — se frotó el mentón con dos dedos. — No, se veía que era todo un perro.
—Qué lástima. — mencionó elevando su labio inferior inflando sus mofletes. — Los alfas de hoy sólo buscan sexo, nadie quiere nada serio.
— No creo que eso sea cierto. — se detuvo buscando la manera de explicarle. — O sea, somos muy jóvenes aún, ¿quién quiere algo serio teniendo nuestra edad? Yo no.
— Pero... ¿Y si aparece tu pareja destinada? Ya sabes... alguien con el que no puedes contenerte.
Inexplicablemente el rostro de Mangel se le vino a la cabeza.
— Esas son mierdas que solo creen los niños, ¿Qué tal si tu pareja destinada termina siendo un violador? Esa idea no me agrada, prefiero pensar que la única persona que puede elegir mi pareja, soy yo y nadie más.
Rubén solo se limitó a soltar un "a" de afirmación a través del teléfono.
— Aunque si tiene mucho dinero, no me quejo. — bromeó.
— A mí no me importa si mi alfa es pobre o rico, solo quiero que me ame de verdad. — hablo Rubén jugando con sus dedos.
— Hablando de alfas, hay algo que no te he contado... — sus ojos se movieron de un lado a otro, pensado si era buena idea contarle lo que le hizo a su amigo alfa, aunque ya era tarde.
— ¿Qué es?
— Se la chupe a Mangel. — Respondió rápido.
Los ojos de Rubén casi explotan de la sorpresa.
— ¡¿Qué?! ¡¿Te obligó?! — se levantó, sentándose al filo de la cama.
— Baja la voz. — ordenó. — y no, yo me ofrecí. Lo encontré masturbándose con mi ropa interior. — soltó como si nada.
— Eso es... muy turbio. — carraspeo de asco al imaginarse a Mangel de esa forma, pues era su mejor amigo y nada más.
— Sí, pero no me importa y lo sabes. Si fuera alguien más probablemente si me hubiera asustado... solo que no sé, — alzó los hombros — me da igual.