#3 El cielo en nuestras alas escupió.

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La música empezó a sonar como alarma del despertador de Miranda, la chica abre los ojos con una sonrisa y estira su cuerpo, cuando se pone de pie empieza a estirarse de un lado a otro, su espalda tiene un tatuaje de un dragón rojo, en su brazo derecho el tatuaje del videojuego "La leyenda de Zelda." Toma una ducha, se pone su ropa interior; un brasier y una panties que podían cambiar de color con los colores del arcoiris. Su desayunó ya estaba preparado, desayuna junto a sus padres y luego se despide de su padre y de su madre, sale de su casa revisando su teléfono, ve una noticia en las redes sociales:

Úɴeтe α loѕ proтecтoreѕ del мυɴdo.

❛❛Los Dioses más fuertes de la galaxia están buscando candidatos para unirse a ellos en el gran torneo del Olimpo, tienes la oportunidad de volverte parte de los 12 Dioses que protegerán la tierra. Las inscripciones están abiertas para todo el mundo pues incluso un humano puede convertirse en un Dios.❞

Miranda seguía viendo la noticia, en la página web de la inscripción, no solo las normas, también las misiones a cumplir, se basaban en: un torneo de peleas, donde los ganadores de cada pelea avanzaría a la siguiente ronda. La segunda ronda sería una misión de rescate. Y la última ronda para determinar a los últimos miembros que logren entrar será de... Vencer al villano de turno, que será protagonizado nada más y nada menos que por Zeus.

Miranda giro los ojos y siguió su camino hacia su trabajo en la tienda de musica, tomó el metro hasta el centro, y luego siguió caminando, miró hacia arriba cuando supo que algo estaba saltando por los techos de algunos edificios pequeños; era el mismísimo Sam que llegaba tarde a su trabajo.

Miranda siguió su camino hasta llegar a su trabajo, recibió un mensaje de Lewis que decía "Ya le hablé a Sam sobre la sorpresa de esta noche, lleva tu traje, nos vemos en el muelle que hemos estado vigilando, hoy se supone debe llegar otro encargo, ah y lleva galletas" Miranda sonrió y luego envío un mensaje confirmando que si irá y que acababa de ver a su amigo saltando de techo en techo.

La mañana y la tarde se hicieron tediosas para Miranda, la chica se sentía un poco cansada por el trabajo, algunos clientes idiotas, algunos chicos lindos, pero siempre, siempre había estrés, como en todo trabajo donde pagan el sueldo mínimo. En el camino a su casa la chica caminaba con un cansancio notable, no era de mucha ayuda el frío que hacía en la ciudad, le empezaba a dar sueño, lo que necesitaba para despertarse es una dosis de adrenalina pura.

Ya en el metro se había sentado junto a una madre que tenía cargando a su pequeño niño, el niño intentaba agarrar el cabello de la chica, atraído por lo mechones morados, el niño sonreía y saltaba en el regazo de su madre, por un rato Miranda se distrajo con lo divertido que era el niño. Al llegar a su casa aún no habían llegado sus padres, ella tomó la iniciativa y fue a su habitación para buscar sus cosas, salto de dos a dos escalones de las escaleras, luego abrió la puerta de su cuarto y la cerró con seguro, fue a su armario y en una madera oculta abajo del armario saco un cajón, dejó todo lo que allí había sobre la cama, lo puso en orden y cambio su ropa de trabajo por su traje de vigilante.

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Los objetos bien acomodados sobre su cama; cuchillos pequeños, Kunais y estrellas ninjas guardadas en una bolsa de su cinturón. Miranda termino de ajustar su bota donde también tenía un cuchillo pequeño de repuesto. Enfundó su taser y su arma de fuego, una de cada lado de su cintura. El traje de Miranda tenía colores morados y negro que hacían juego con su peluca que a diferencia de su cabello era más larga. Una bufanda morada con difuminado en color negro en las puntas; cubriendo por completo su boca dejando ver sus ojos que pintaba de negro con maquillaje. Aunque el traje era ajustado para mayor flexibilidad, podía repeler balas, una tela que le costó mucho dinero, pero después de ahorrar mucho lo consiguió, al igual que Lewis cuando ambos empezaron a salir a patrullar.

La leyenda del rey monoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora