#2 Linterna.

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Miranda corría entre la multitud buscando a Lewis, el chico estaba con su familia en el centro, ya se acercaba la hora de dejar ir las linternas de vela al cielo, habían muchas personas, y la mayoría ignoraba que ocurrió un atentado a unas calles más lejos, pero siempre ocurre algo y la policía fue justo cuando la chica que emanaba fuego púrpura estaba en el suelo inconsciente. Cuando Miranda encontró a Lewis inmediatamente le explicó que fue lo que le pasó, claramente Lewis pregunto sobre su ropa quemada.

-Sam... él escapó, tenías que verlo, apenas la mujer se dio cuenta que él me protegió y que no me queme... mierda, pudimos haber muerto, pero Sam... joder, Sam es un... un... -Miranda tenía tantas dudas, Lewis la movió de hombros un poco para que reaccionará.

-¿Es un idiota, un flojo, un vago, un ladrón, un espía secreto? ¿Qué, que, Miranda, que?

-Tiene poderes, como los Dioses, o los humanos alterados genéticamente, pero tiene poderes, y gracias a ellos me salvó... nos salvó.

-Estas diciendo, que él... ¿Es como nosotros? -lo último lo dijo Lewis en voz baja, pues era un secreto que solo Miranda y él sabían.

-No, no como nosotros -dijo Miranda en voz baja-. Con poder y habilidades sobrehumanas, y lo ha ocultado durante tanto tiempo...

Las campanas sonaron, el centro de Nueva York empezaba a iluminarse, los edificios rendían homenaje a los caídos de hace 23 años, los carteles publicitarios tenían las etiquetas del día donde la humanidad se vio amenazada, era un recordatorio para todos, no un recordatorio de esos que dicen: No estamos solos. Ya era obvio que los Aliens vivían entre ellos, incluso las personas se hacían operaciones para parecerse a los Aliens, incluso hacían marchas por sentirse orgullosos de ser trans-aliens. Pero no esté día, este día siempre es un recordatorio simple: Existen seres que con solo mover un dedo pueden acabar con la vida.

𓆩*𓆪ᴱˡ ᵍʳᵃᶰ ˢᵃᵇᶤᵒ ᵉˢᵗᵘᵛᵒ ᵃᵠᵘᶤ́𓆩*𓆪


En un departamento lejos del centro de la ciudad, un lugar donde se podían observar perfectamente las luces de las velas voladoras, desde allí la ciudad se vestía de luto, y rendían homenaje a los héroes y heroínas que perdieron la vida ese día. José camino por su espaciosos balcón y empezó a fumar un cigarrillo, observaba como el cielo se iluminaba de bengalas y luces de velas que se ligan con las estrellas, ese era el significado, que todos nuestros seres queridos estaban en las estrellas ahora, que desde el cielo los observaban. En su departamento se escuchaba una canción de Andrea Bocelli. Una luz verde empezaba a cubrir el cuerpo de José Villalobos, desde sus pies hasta su cabeza, mostrando el cuerpo de otra persona, un hombre de cabello negro largo y un traje negro con verde, el humo salía de la boca de "José" para hacer formas de animales, un lobo, que buscaba a sus presas.

-Por otro año donde se recuerda la masacre.

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Samuel estaba sentado en el medio del Tatami, meditando, su cabello seguía brillando de un color dorado, al verse al espejo sus ojos brillaban de un anaranjado intenso, en sus piernas reposaba su Bastón Bo, se colocó de pies e intento hacer un Kata, pero a cada movimiento que daba sus manos temblaban, sus pies no se mantenían en su lugar, y su equilibrio no le estaba ayudando, en un momento de furia tiró a un lado su bastón y este golpeó la pared, luego la puerta del dojo se abrió.

-Esa parte del Kata no la recuerdo -la voz de su maestro la reconocía.

-Maestro... esto... no se cómo explicarlo -Sam tocó su cabello como si estuviera ocultando su cabello.

La leyenda del rey monoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora