Llevo dos años sobreviviendo en mi vida, aprendiendo cosas que para el futuro me puedan ser útiles mientras me limito a vivir sin llamar mucho la atención con un "estoy bien" en la boca que tantas veces he repetido durante los últimos años de mi vida. Todo tras la muerte de mi madre se basó en eso, en hacerle ver a los demás que ya antes de que ocurriese estaba preparada para afrontarlo pero no es verdad, solo debía de estarlo para ayudar a mi padre a llevar su vida ausente por el camino más fácil que hubiese y desde luego que me convertirse en una hija problemática a los dieciséis años con mi familia destruyéndose a pasos agigantados no era ni de lejos la mejor opción.
Ahora delante de la pantalla del ordenador con la confirmación de cual será el siguiente paso en mi vida parece que todo ese esfuerzo por los estudios ha merecido la pena, el dejar atrás viernes de paseos por la calles de Galicia o denegar invitaciones a fiestas que perjudicaban las notas... Suspiro llevándome la mano a la cara mientras aprieto el puente de mi nariz y dejo que mis yemas se esparzan por mis ojos cerrados hasta dar fin en el borde de la barbilla. Debo dejar a mi padre para seguir estudiando y era algo que le había comentado muy pocas veces porque incluso yo veía improbable que resultase elegida para realizar un maldito au pair donde participé con la inocencia animada por mi mejor amiga insistente en todos los planes que podríamos hacer si me concedían esa beca para poder viajar ya que tampoco es que tuviésemos excesivo dinero en casa.
-Eva, ya está la cena- me avisa mi padre mientras yo cambio de página en el ordenador.
-Perfecto papá, ya mismo voy, dame un segundo.
Mordisqueo mi labio nerviosa contemplando la página de inicio de Google, en una situación normal saldría gritando de alegría por poder ir allí a estudiar, hablaría toda la cena sobre las miles de cosas que podría hacer en ese lugar y las cartas que enviaría a casa porque sabía lo que le gustaba eso a mis padres, nada de mensajes o llamadas sino una carta contando mis días en el otro lado del mundo y si caía algún regalo mejor entonces. Pero no había una situación para nada normal, no desde que hace dos años el cáncer decidió ponerle un día de fin a todo, llevándose con él la alegría, la música, el cine y todas las risas con mi madre, pero sobre todo llevándosela a ella una pronta mañana de primavera con los pájaros recién despiertos y el Sol entrando por la ventana de esa habitación 532 en el hospital. Lo recuerdo con cariño ese día porque a pesar de todo el dolor que ha provocado o lo que pude llorar se que fue un buen final con el paisaje recibiéndola con los brazos abiertos y entre toda la naturaleza que rodeaba el hospital lo primero que vi al salir de aquella habitación donde pasamos de tener un momento íntimo a la visita fúnebre de una chica con capa y guadaña, fue una mariposa. Marrón y negra, con motitas de colores, blanco, rojo, todos estallaban en sus alas que revolotearon hasta posarse en una flor cerca de mí. Allí la vi, vi a mi madre descansar en esa flor y desde entonces siempre la veo cuando pienso que un abrazo suyo lo sanaría todo. Mi mariposa.
Salgo de mi cuarto andando con cuidado, pisando como si el suelo fuese frágil mientras el frío que noto al paso de mis pisadas me sube hasta las manos. Pienso en la conversación que voy a entablar con mi padre, como le voy a decir primero que tengo una gran noticia para después explicarle todo poco a poco y finalmente preguntarle si él está preparado para que me vaya ya que sino podría cancelarlo y entonces...entonces darían esa beca a otra persona y yo empezaría a buscar un trabajo por aquí al acabar verano para así conseguir algo más de dinero y dejar de vivir con la cuerda al cuello y poder usarla para atar cabos sueltos.
Sin hacer mucho ruido separo la silla de la mesa y me siento delante de mi plato de macarrones recalentados y de mi padre que se limita a comer en silencio mientras pincha todo lo que puede. Me entretengo en un inicio en echar todo el queso rallado que entra en el plato para luego empezar la selección de las cosas que me gustan, macarrones, algún trozo de chorizo y las salchichas para el final ya que son mi parte preferida. Alzo la mirada cuando veo el movimiento de mi padre para levantarse.
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Un amor de ida y vuelta
Teen FictionUna beca de estudios, ese es el primer paso para alejarte de todo lo que era tu hogar. ¿Vale la pena viajar 8799.1 km para estudiar? Sí, para Eva lo valdrá ya que no es un viaje cualquiera sino que es un Au Pair donde deberá ayudar en la familia qu...