El Expreso de Hogwarts

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              Remus se frotó el cuero cabelludo de nuevo, luego la nariz, que seguía escurriendo. Le había estado molestando desde la cena la noche anterior, cuando otro niño lo había golpeado. Para ser justos, Remus lo había pateado primero. Pero el niño - Malcolm White - tenía catorce y el doble del tamaño que Remus de once años. Malcolm se había estado burlando de que Remus iba a ir a una escuela especial para niños lentos, y tuvo que tomar represalias. Tenía un ojo morado ahora, de lo cual se arrepentía. Todos en la escuela nueva pensarían que era un matón. Pero suponía que era un matón, después de todo.

Matrona le quitó la mano de su cabeza con un manotazo y él le frunció el ceño. Se encontraban el enorme corredor de boletos en King Cross mirando dos números de plataforma. Estaba el número nueve, luego el número diez. Matrona miró la carta en su mano nuevamente.

-Por el amor de Dios. -murmuró.

-Tenemos que correr hacia las barreras -dijo Remus -, te lo dije.

-No seas ridículo -dijo Matrona - no voy a correr hacia nada.

- voy entonces. Déjame aquí Yo voi.

Remus solo le había creído a medias a Dumbledore cuando le había explicado cómo acceder a la plataforma 9 ¾. Pero entonces le habían empezado a llegar paquetes, entregados por búhos y conteniendo libros extraños y raras selecciones de ropa y todo tipo de rarezas como plumas y pergamino. Dumbledore había sido indefectiblemente generoso durante el último mes. Se había presentado a Remus con una lista de cosas que necesitaría para su nueva escuela, y le había prometido enviarle lo más que pudiera de la reserva de segunda mano de Hogwarts. Ahora Remus estaba dispuesto a creer casi cualquier cosa que le dijera el viejo.

Nunca había tenido tantas posesiones, y estuvo realmente satisfecho cuando Matrona guardó todo bajó llave en su oficina para que no fuese robado por los otros niños. Ahora todo había sido apretado en una maltrecha y vieja maleta de una tienda de caridad que tenía que sostener de un modo muy particular para que no se desbaratara.

-No te voy a dejar en ningún lado, Lupin. Tan solo espera aquí mientras encuentro un guarda. Matrona se apresuró hacia la oficina de boletos, su gran trasero tambaleándose mientras iba. Remus hecho un vistazo furtivamente, luego lamió sus labios. Podría ser su única oportunidad.

Corrió hacia la barrera a todo pulmón, cerrando los ojos con fuerza mientras se acercaba a los torniquetes de metal. Pero no se golpeó contra nada. La atmósfera cambió, y abrió los ojos para encontrarse a sí mismo en una plataforma completamente diferente, rodeado de gente. No gente. Magos.

El tren por sí solo era enorme, magnífico y anticuado. "El Expreso de Hogwarts". Se aferró a su maleta con ambas manos, mordiéndose el labio. Había muchos otros niños, de su edad y mayores, pero se encontraban todos con sus familias, algunos llorando mientras eran abrazados y besados por sus protectoras madres. Se sintió muy pequeño y muy solo, y pensó que era mejor simplemente apresurarse y subirse al tren.

Adentro no pudo alcanzar la estantería del equipaje y guardar sus cosas, así que escogió un vagón vacío y se sentó, con la maleta en el asiento junto a él. Miró a la gente en la plataforma a través de la ventana, apretando la frente contra el frío vidrio. Se preguntó si todos venían de familias de magos también. Se preguntó si alguno de ellos tenía episodios como él. No lo creía - ninguno parecía tener cicatrices. Muchos de ellos vestían ropas normales, como él - quizá con menos agujeros y parches, pero algunos vestían largas túnicas y altos sombreros puntiagudos. Muchos de los otros niños tenían búhos, o gatos que cargaban en canastos. Incluso vio una niña con una iguana posada sobre su hombro.

Remus se comenzaba a sentir incluso más nervioso, su estómago irritándose mientras se daba cuenta que a pesar de todo lo que Dumbledore le había dicho de estar entre "los suyos", estaría igual de fuera de lugar en Hogwarts de lo que estaba en cualquier otro lado.

Justo entonces, se dio cuenta que alguien lo miraba de vuelta desde la plataforma. Era otro niño, de su misma edad. Era alto y delgado, pero no flaco como Remus. Tenía cabello oscuro, mucho más largo que el de cualquier otro chico que hubiera visto, ondulándose elegantemente sobre sus hombros. Tenía pómulos finos y elevados, una boca pronunciada e impactantes ojos azules. Viendo a Remus mirando fijamente, el otro niño arqueó una ceja perfecta en un gesto que claramente decía: "¿y tú qué estás mirando?"

Remus apretó la lengua bajo su labio inferior para que su barbilla sobresaliera, haciendo una mueca. El otro niño sonrió burlón, apenas, luego le levantó dos dedos. Remus casi se rió.

-Sirius, ¡¿Qué crees que estás haciendo?! Ven aquí ahora mismo.
-Una bruja con pinta bastante severa y las mimas cejas angulares que el niño se metió en la escena, jalando a su hijo lejos de la ventana. El chico rodó los ojos pero obedeció, y desaparecieron hacia arriba de la plataforma.

Remus se sentó en el maltratado asiento de cuero y suspiró. Se comenzaba a sentir hambriento, esperaba que el viaje no fuera demasiado largo. Matrona le había empacado dos sándwiches de queso seco y pepinillos y una manzana, pero no le apetecían demasiado.

Luego de unos minutos más, la puerta de su vagón se abrió de golpe, y una niña entró corriendo. Ignoró a Remus, abalanzándose a la ventana, presionando las manos contra el vidrio y despidiéndose frenéticamente de su familia parada sobre la plataforma. Era pequeña y pálida, con cabello rojo brillante recogido en una apretada trenza. Su cara estaba enrojecida de llorar.

-Es horrible decir adiós, ¿verdad? -tenía un elevado acento de clase media.

-Uh, sí, supongo. -Remus asintió, cohibido. No le gustaban mucho las chicas. St Eddy's era para un solo sexo, y el único contacto que tenía con mujeres era la Matrona y la enfermera de la escuela - ambas eran crueles, perras viejas. La niña lo miraba curiosa.

-¿Eres de familia muggle también? Mi nombre es Lily.

-Remus -respondió, torpemente - mi padre era un mago, pero no lo conocí... bueno, crecí con muggles.

-No lo podía creer cuando recibí mi carta -ella sonrió, cálida, animándolo - pero no puedo esperar a ver cómo es, ¿Tú sí?

Remus no podía pensar en cómo responder - pero no tuvo que hacerlo. La puerta se abrió de nuevo y un niño asomó la cabeza. Tenía cabello negro y largo, como el chico al cual Remus le había hecho muecas, pero era totalmente recta. Tenía una nariz larga y el ceño profundamente fruncido.

-Ahí estás, Lily, te he estado buscando por una eternidad. -dijo, echándole a Remus una mirada sucia, el tipo de mirada a la cual estaba bien acostumbrado.

-¡Sev! -Lily saltó de su asiento y lanzó sus brazos alrededor del chico. -¡Estoy tan feliz de verte!

Él le tocó el hombro, tímidamente, las mejillas ligeramente rosadas.

-Ven a sentarte en mi vagón, hay bastante espacio.

-Oh... -Lily miró hacia atrás. -¿Puede venir Remus? Está aquí solo.

-No estoy seguro -el otro niño, Sev, miró a Remus se arriba abajo, considerando cada parte de él. El corte de pelo rebelde, los jeans desgastados, la camisa deteriorada, la maleta de segunda mano - quizás no haya tanto espacio.

Remus se encorvó en su asiento, subiendo sus pies en el banquillo opuesto.

-Vete al diablo entonces. No quiero ir a tu estúpido vagón. -miró por la ventana, a propósito.

Lily y el otro chico se fueron. Remus bajó sus pies al piso de nuevo. Suspiró. Estaba ruidoso, afuera del pequeño vagón. Podía escuchar gritos y risas y búhos ulular y unos cuantos de los estudiantes menores aún llorando. De nuevo, se encontró a sí mismo encerrado lejos de los demás. Se comenzaba a preguntar si simplemente era lo que le tocó en la vida. Quizás cuando llegara al lugar este de Hogwarts lo obligarían a dormir en una celda por sí solo también.

Hubo un repentino golpe en la puerta - una corta, alegre melodía - y se abrió nuevamente. Remus se encorvó aún más en su asiento, mientras un chico de rostro amigable con un alboroto por cabello y grandes gafas redondas entró, sonriendo de oreja a oreja.

-Hola -le estiró una mano a Remus -, ¿Primer año? Yo también, soy James -asintió hacia un niño bajito que lo siguió adentro - este es Peter.

Remus sacudió la mano de James. Se sintió fácil y cómodo. Por primera vez, el apretado nudo en su estómago se comenzó a desenrollar.

-Remus.

-¿Podemos sentarnos aquí? En todos lados está lleno y Peter se está mareando.

-Que no. -Peter murmuró, tomando el asiento opuesto a Remus, mirándolo de reojo. Sí se veía un poco verde. Se frotó las manos en el regazo y miró hacia el piso.

-¿Sabes en qué casa vas a estar? -preguntó James, directamente. Remus sacudió la cabeza. No sabía nada sobre casas. ¿Era ahí donde dormirían? -¿Dónde estuvieron tus padres? -James persistió. ¿Fueron a Hogwarts?

Remus asintió, lentamente.

-Mi padre fue. No sé a qué casa igual. Mi mamá no. No era - una muggle.

Peter miró hacia arriba, de pronto.

-¿Eres un mestizo?

Remus se encogió de hombros de manera impotente.

-Cállate, Pettigrew - James castigó al chico junto a él - como si eso importara.

Remus estaba a punto de preguntar lo que significaba ser mestizo, cuando la puerta se abrió de nuevo. Era el niño lindo que le había blasfemado en la estación. Echó un vistazo alrededor, furtivamente.

-¿Ninguno de ustedes es familiar mío, verdad? -habló. Tenía el mismo elevado acento de clase alta que Peter y James tenía. A Remus le disgustaron todos enseguida, sabiendo qué pensarían que él era común - y un mestizo, lo que sea que fuese eso.


-No creo -James respondió, sonriendo ampliamente - James Potter. -extendió la mano de nuevo. El otro chico la sacudió, fácilmente.

-Oh bien, un Potter. Papá me dijo que no te hablara. -se sentó junto a Remus, sonriendo abiertamente. -Sirius Black.


                       

All The Young Dude I "Remu's Perspective"  (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora