Capitulo 4 - Daniel (3)

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Daniel quedó plasmado, sabía que lo conocía pero ¿De dónde? ¿Por qué le causaba ese sentimiento tan extraño? Trató de hacer memoria hasta lo más profundo de sus recuerdos, cuando estaba por rendirse y tomarlo como una casualidad recordó de dónde, recordó aquel infantil enojo por un accidente de bicicleta, claro, todo lo que sintió antes solo eran secuelas de aquel infantil coraje; se descubrió a si mismo perplejo por ver al moreno el cual ni se había percatado de que aquel joven con piel tan blanca cual nubes y ojos tan azules como el océano que reflejaba dichas nubes, Daniel avanzó y se sentó junto a Alex, Cassie estaba en el escritorio de a lado sentada junto a una chica completamente desconocida pero con la que se adaptó fácilmente como era clásico de ella, Daniel estaba tratando de no mirar a Ares pero el chico atraía su mirada por más que quería evitarlo, odiaba verlo pero ¿Por qué seguía haciéndolo? Daniel se perdió en sus pensamientos y cuando menos lo pensó Ares volteó la mirada y lo miró directo a los ojos vagamente, para cuando Daniel se dió cuenta ya era tarde, sus miradas se cruzaron como balas de guerra, ambos bandos atacandose el uno al otro sin piedad, dicha escena no duró más que un pequeño instante pero Daniel pudo sentir como si hubieran pasado 1 hora mirándose, Daniel volteó a otro lado en un intento de aparentar que aquello nunca pasó, intento fallido por cierto, Ares se quedó 2 segundos más mirándolo, Daniel podía sentir su mirada penetrante, aquél maldito seguro lo reconoció, seguramente lo miraba con intrigante seguridad como aquella noche, con esos ojos miel que lo habían capturado, se odiaba a si mismo por darle tanta importancia a ese chico que solo había visto una vez ¿Por qué le importaban tanto esos ojos? No lo sabía, recordó las palabras que pensó aquel día «no lo quiero volver a tener en mi vida» pero todo eso se esfumó cuando inició la clase y pudo concentrarse en otras cosas. La clase terminó.

Daniel y Alex esperaban a Cassie en la cafetería de la escuela, Daniel, como siempre, estaba sentado en el asiento de la banca comedora leyendo mientras que escuchaba hablar a Alex, quien se encontraba sentado sobre la mesa con un jugo en la mano hablaba acerca de todo lo que vió e hizo durante las vacaciones, Daniel no contestaba más que con palabras sencillas de no más de 3 silabas, Alex sabía que Daniel lo escuchaba solo que estaba demasiado entrado en su lectura, ya se había acostumbrado, Daniel era increible para retener la información, casi como una maquina, podía leer, escuchar una canción y conversar con alguien y sabría a la perfección lo que decían las 3 cosas

–Ya sabes jaja, fué increíble.
–Si?
–Claro que sí, yo solo saltaba y reía...– Daniel levantó la mirada y dejó de prestar atención a Alex y escuchaba su voz como un profundo eco, lograba visualizar a Ares al otro lado de la cafetería, sentado, perdido en su teléfono  y tomando un largo sorbo de café, Daniel se había perdido mirandolo, no escuchaba ni veía nada más, hasta que Cassie se sentó bruscamente frente a él tapando su campo de visión accidentalmente, eso hizo que Daniel volviera a reaccionar, Alex seguía hablando pero Cassie lo interrumpió

–¿Pueden creerlo? Es el primer día y ya hay dramas en los pasillos, escuché a Annie discutiendo con Edwin porque Edwin besó a un chico! Alguna vez pensaron algo así de Edwin?.
–Wow ¿De verdad? Si llega a ser cierto sería un gran problema para la reputación de Edwin– dijó Alex burlonamente
–¡¿Verdad?! Jaja, cuando se percató de que estaba escuchando se le cayó la cara de la verguenza.
–No me parece que sea algo del qué reirse– protestó Daniel sin despegar la vista del libro, los dos amigos lo miraron con gesto de sorpresa y él continuó de nuevo sin mirarlos.
–Ya saben, es normal, además solo besó a un chico, eh escuchado que a varios chicos les parece excitante ver que dos mujeres se besen ¿Por qué es tan distinto con dos hombres?...

No tuvo respuesta por parte de sus amigos.

Pasaron las horas y terminó la última clase, Daniel planeaba regresar a casa con Alex y Cassie pero Alex tenía que quedarse dos horas más por el club de fútbol y Cassie tenía que ir directo al centro de la isla a comprar unas cosas por lo cual Daniel tuvo que regresar a casa solo, fué un día tranquilo, no hubo discusiones en casa, su madre propuso que compraran una pizza para cenar y el padre de Daniel estuvo de acuerdo, por la noche se sentaron los tres en la sala a ver una película mientras cenaban, al terminar, la madre de Daniel se levantó y fué a lavar los trastes mientras que el padre de Daniel subía para darse un baño antes de dormir, pasaban de las 11:30 p.m. pero Daniel salió a la playa, amaba la paz que podía sentirse tan tarde en la noche, pero ese día no tendría la misma paz, y vaya que no.
Llegó a la pequeña cabaña que habían construido el y su padre, constaba en su mayoría de madera y hojas de palma secas, su padre la había acondicionado con pequeños focos con luz cálida, tiras de luces blancas de navidad, un pequeño refrigerador, leña y aceite en caso de encender una fogata, además había un mueble con varios tapetes y cojines para sentarse cómodamente en la playa, Daniel se preparó una bebida, sacó dos tapetes y cojines y se sentó sobre ellos mirando hacia el océano, vió que había alguien nadando cerca de la costa, no le dió mucha importancia y comenzó a leer, unos 40 minutos después el chico salía del agua y fué cuando Daniel lo miró bien, era un chico delgado pero con cuerpo marcado, era muy alto y moreno, era muy sexy; Daniel lo pensó de inmediato y solo le faltaba algo para comprobarlo, miró a su rostro y efectivamente acertó , el chico era Ares, salía húmedo, las gotas de agua se escurrían por su ligeramente marcado pecho moreno, chorros de agua caían de su castaño cabello y chapoteaban al caer en la orilla del mar, Ares salía con dificultad por el agua en sus pies pero cuando estuvo por completo en la arena caminó de manera más natural, se aclaraba los ojos tallándolos con las manos, finalmente tomó su toalla para secar su aspera piel, Daniel veía sin palabras, inclusive paró su lectura, Ares no había ni notado la presencia de Daniel a unos 30 metros, estaba oscuro y no pensó que hubiera nadie al igual que Daniel, Daniel llevaba años viniendo en las noches y jamás había gente a estas horas a excepción de alguna pareja que ya se iba mientras él llegaba, nunca había visto a alguien en la playa a esas horas y menos a alguien solo. Ares volteó un segundo y por fin miró a Daniel que lo observaba, al instante Daniel regresó su mirada al libro que tenía en las manos, suerte que lo llevaba, no solía leer cuando iba ahí, era su momento con el océano y era grosero interrumpirlo leyendo pero esa noche algo en su cabeza le había dicho que llevara algo para leer y él solo obedeció, Daniel puso un gesto de impresión y fingió leer, claro que no podía leer realmente, estaba nervioso, apenado y su corazón corría más rápido que el de un campeón olímpico, Ares lo miró con detenimiento por solo un momento y fingió que le era indiferente, oh vaya que fingió, Ares planeaba cambiarse de ropa e irse a casa, pero decidió quedarse un rato más, se sentó sobre una manta larga de franela que había puesto para no llenarse la ropa interior de arena al sentarse sobre ésta, tomó un pequeño sorbo de la soda de cola que había llevado para refrescarse la boca por si tragaba agua con sal, Daniel veía todo esto con su vista periférica muy bien entrenada por cierto, decidió dejar de fingir y soltó su libro, de inmediato tomó su teléfono, tenía unos cuantos mensajes de Cassie, Alex y uno que otro compañero de la escuela, bajó el teléfono y se inclinó hacia atrás apoyándose con sus manos por detrás, miraba el océano, era extraño, no se sentía igual, ya no eran solo el mar y Daniel, había un intruso en su habitat, en su hogar, Ares no era bien recibido pues provocaba un sentimiento extraño en Daniel que no lo dejaba ser uno con el mar incluso sin tener que sumergirse en él, Daniel no lo sabía pero extrañamente Ares también lo veía asi, Daniel era un extraño en su habitat, pero se equivocaba, ese era el lugar de Daniel y lo sabía, pero por alguna razón quería estar ahí, ¿Por qué? Quién sabe. Pasó media hora, ambos seguían sin interactuar con el otro, se veían a ratos, lo sabían ambos pero se negaban a aceptarlo y se excusaban pensando "seguro no alcanzó a verme" pero sabían que sí, sus miradas se habían cruzado varias veces aunque fingían no hacerlo, pasado el tiempo, Ares se dispuso a irse, estaba tomando sus cosas y apunto de irse.

–emmm oy...– dijo Daniel entre dientes interrumpiendose al instante.
–uh?

Ares volvió la mirada pero solo se encontró con Daniel leyendo y sin prestar atención a su partida, siguió su paso y poco a poco se perdía el sonido de sus pisadas desde donde se encontraba Daniel, cuando al fin se escuchaba solo el sonido de las olas Daniel giró la cara y efectivamente el moreno ya no se encontraba a la vista, suerte para él, pensó, pero era mentira, lo quería seguir teniendo ahí, su presencia le aterraba pero le atraía, era un intruso, si, pero era el mismo tipo de intruso que una hermosa mariposa que se escabulle en la comodidad de tu habitación ¿Realmente quieres que se vaya? La respuesta de Daniel era no, ni siquiera cruzaron palabras pero ese silencio era tan confortante, además lo había mirado a los ojos, Daniel sabía que ambos fingían no hacerlo, pero también sabía que deseaba seguirlo haciendo. El mar sabía todos los secretos de Daniel, todos excepto uno, ese secreto que ni siquiera Daniel conocía... O no quería aceptar.
Su teléfono se encendió por la llegada de un mensaje de Alex en el cuál lo invitaba a salir él, Cassie, Alex y un amigo de Alex, Daniel aceptó, le preguntó el motivo pero Alex dijo que le contaría ese día, Daniel estuvo de acuerdo y no pidió más explicaciones, en realidad ni siquiera se le ocurrió pedirlas, seguía pensando en Ares pero ¿Por qué? No tenía sentido pero ¿Qué tenía sentido a esa edad?, Se quedó veinte minutos más y finalmente se fué, más tarde de lo normal y con más dudas de las que llegó, pero con una experiencia que solo él entendía.
A la mañana siguiente se fueron él y Cassie a la escuela juntos, hablaban de bobadas.

–Mi padre me contó que te vió anoche en la playa casi a la una de la madrugada mientras volvía a casa.
–Oh, si, se me fué el tiempo.
–Eso explica esas ojeras tuyas jeje.
–jeje supongo.

La piel de Daniel era demasiado clara, las ojeras se le notaban mucho, nunca había tenido el habito de dormir temprano pero ese día se había levantado a las 5:30 a.m. había dormido apenas poco más de 3 horas, aún así se encontraba de buen humor y conciente. Pasaron las horas y las clases hasta que llegó el primer descanso, Alex entró a la cafetería y vió a Daniel sentado en la misma mesa de siempre, plantado en su libro, también como siempre, Alex se acercó y poco antes de llegar Daniel levantó la mirada, alex le dió un café y el como siempre tomaba un jugo para acompañar su desayuno, se sentó de nuevo sobre la mesa y hablaba de una que otra cosa que había sucedido en el club de fútbol el día anterior.
–Oh, ¿recuerdas del chico que te comenté ayer? Con el que saldremos?
–¿Si?– contestó Daniel dudoso de lo que seguiría, tal vez le contaría quien era.
–Pues aqui viene, saludalo.

Daniel se sorprendió un poco por saber que se acercaba pero aún no lo veía, bajó el libro, levantó la mirada y oh vaya, el chico que se acercaba rápida y seguramente por la cafetería no era ni más ni menos que Ares.

Ojos de Sol y Luna 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora