꧁Un príncipe que todos desean, un heredero que todos anhelan.꧂
Suelen decir que las cosas suceden por algo, porque el destino fue el que decidió por ti. Pero a veces, duele tanto aceptarlo que intentas ir en su contra.
Y vaya que eso te costará bast...
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=Narrador en primera persona=
~Samuel~
—Príncipe Samuel —escucho al mayordomo apenas entra a mi habitación — ya llegó el señor Fernández —dice sin moverse de la puerta.
—Vale, dile que ya voy —le respondo sin mover mi vista de las hojas del libro que llevaba en manos. Entonces escucho como cierran la puerta.
—Otra clase de baile ... —pienso en voz alta.
Suelto un suspiro con algo de aburrimiento. Porque después de tener las clases cada dos días desde los 13 años, me parecía algo periódico. Aunque claro, no puedo negar que solía pasarlo bien algunas veces, a pesar de recordar lo mucho que dolían mis pies de tanto bailar, y la cantidad de veces que me caí por equivocarme en un paso.
Una sonrisa algo divertida se asoma en mis labios, para luego levantarme de mi taburete y así poder dirigirme hacia mi pequeña biblioteca. Al guardar mi libro, me quedo unos segundos observándolo junto a los demás.
—Totalmente simétrico, me gusta —murmuro al ver los libros que tenía ahí guardados, todos estaban en su puesto, cada uno limpio y organizado por orden alfabético.
—"En lo único que coincidimos es que a ambos nos gusta el orden" —bufa mi lobo.
"Nos encanta el orden" —concuerdo.
~ ♡ ~
—Has mejorado, príncipe Samuel —me alaga el señor Fernández después de haber dado una giro en la danza— te mueves más libremente.
—Es porque he estado tranquilo estos días —respondí sin apartar mi mirada de la suya.
—¿Puedo saber a que se debe que esté tan tranquilo? —pregunta para posicionar suavemente de nuevo su mano en mi cintura. Y por alguna razón sentí que me trajo más que antes.
—Lamento decirle que es privado, señor Fernández —le respondo sonriendo.
—Ya veo, disculpe si fue algo grosero de mi parte, príncipe Samuel.
—Discúlpeme usted, por cambiar de tema muy seguidamente - suelto unas risitas y noto como su sonrisa se ensancha.
—Siempre has sido muy carismático, príncipe —me dice y le veo extrañado.
—¿Enserio? — le pregunto con ambas de mis cejas levantadas y el ríe.
—Así es, príncipe Samuel, siempre le veo sonriendo —responde para soltar su agarre y terminar con el baile haciendo la reverencia.
—Eso es algo bueno, ¿no? —le sonrío.
—Claro que si, príncipe —vuelve a acercarse a mí y toma mi mano— tiene una sonrisa muy linda, lo que es encantador de ver —deja un casto beso en mi mano, lo que me causa más curiosidad. Pero decido dejarlo hasta ahí.
