Capítulo 1

247 11 3
                                    


Me desperté en cuanto empecé a escuchar ruidos que venían de abajo, abrí los ojos rápidamente y miré el reloj ¡¿las 8:06 de la mañana!?, busqué mis zapatillas a tientas con los pies y me levanté. Abrí la puerta disimuladamente por si acaso resultaba que fuese un ladrón o algo parecido pero no pude evitar un chillido por parte de esta. Iba por la mitad de las escaleras cuando escuché un grito y vi a mis padres discutiendo... No paraban de gritarse el uno al otro, aunque intentaban controlarse pero aún así se escuchaba desde la otra punta del vecindario probablemente... Mi mente no paraba de hacerse la misma pregunta, ¿qué está pasando aquí?

Al ver que no se daban cuenta de mi presencia me acerqué un poco más a ellos con intención de preguntarles pero me arrepentí al instante en que lo hice...

— ¿Qué pasa aquí? -pregunté con un hilo de voz.

Se me quedaron mirando sorprendidos como si hubiesen visto a un fantasma y yo cada vez estaba más asustada, mi madre tenía peor pinta de la que nunca imaginé. Ella es una mujer elegante y fría, como diría ella toda una señora pero yo voto más por decir que es una francesa estirada. Mi madre es francesa, pero por muy orgullosa que estuviera de ello, era demasiado estirada, rara vez se la veía con ropa normal siempre iba con sus trajes de oficina y tacones casi más altos que mi propia cabeza a todos lados, con todo tipo de cremas y maquillajes en su perfecta cara que contenía el 50% de silicona; hoy ,sin embargo, iba todavía con un camisón de seda y su pelo tenia aún los rulos puestos. Luego estaba mi padre, lo quería muchísimo; yo creo que es el prototipo de padre que toda adolescente quiere tener, no se parecía en nada a mi madre. Mi padre se encontraba con grandes ojeras púrpuras en su pálida piel que hacía que se notasen más, y tenía una expresión asustada cuando giró a verme,al contrario que mi madre que me miraba, pues normal. Él seguía igual que todas las mañanas: despeinado y con su gran pijama. Yo siempre dí gracias a Dios por no ser nada, pero nada parecida a la familia de mi madre, sino que era más bien de la familia por parte de mi padre pero que desgraciadamente está en Italia, eso si que era una familia. Siempre me ha hecho mucha gracia pensar que soy una mezcla: nací en España, por parte de madre soy francesa, y por parte de mi estupendo padre era italiana. Lo mejor es que casi toda mi familia tanto por padre como por madre eran "mezclas", por eso no tenía apellidos raros ni nada, eran españoles.

Volviendo al presente, mis padres me seguían viendo con caras raras y no tenía pinta de que empezasen a hablar así que carraspeé un poco y parecieron volver.

— Nada cariño son cosas de mayores -dijo mi padre sonriendo forzosamente. ¿¡Por qué me seguían tratando como una niñita cuando dentro de unos meses cumpliré 17?!.

— Creo que debo saberlo -dije mirando a mi madre que evitaba mi mirada.

— Cariño, tu madre y yo...vamos...a...divorciarnos... -dijo con la mirada baja.

— ¿Os vais a... d-divorciar? -decidí que a partir de ahora odiaría esa maldita palabra.

Note como se acumulaban las lágrimas en mis ojos y aunque intentase no dejarlas caer, al rato noté humedad por mis mejillas... Porque aunque no lo parezca que tus padres se separen es muy duro para los hijos. A ver, yo sabía que mis padres no estaban bien porque mi madre nunca estaba en casa por los negocios y por muchas más cosas que nunca entenderé pero no sabía que era así de malo, no creía que llegarían a este punto.

— ¿Matt lo sabe? -pregunté. Mateo era mi hermano mayor, hace un verano que no lo veo. Decidió irse a estudiar fuera del país en cuanto cumplió la mayoría de edad y alejarse de esta loca familia como decía él, la verdad es que lo echaba mucho de menos, tenemos una relación muy buena, como si fuéramos mejores amigos, siempre nos lo contábamos todo ya que al llevarnos sólo un año entendíamos muy bien las cosas que le pasaban al otro.

Maldito destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora