°•[Capitulo XI]•°

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Eren Jaeger

Recostado en la silla, miraba con cautela mi lista de tareas: "#1: Conseguir el permiso". Solo era cuestión de tiempo, después de todo la solicitud la presente hace unos días, suspiré y a pasé a la siguiente tarea: "#2: Sorprenderla con un vestido". Recargo mi cabeza en mi mano y juego con el marcador, ¿Qué talla podría ser?, era alta, pero no respingada. Tenía curvas y sus senos eran algo prominentes, sin embargo, su cuerpo era bastante delgado. ¡Joder, se me olvidó revisar su dieta!

Mi teléfono vibró y deslice la notificación:

De acuerdo Eren, te presto el auto. Sólo ten cuidado, ¿Si?, no quiero que Carla me mate.

Sonreí y de inmediato respondí.

Gracias Zeke.

Al parecer todo estaba saliendo bien, tache la tarea número cinco y pase a la siguiente: "#6: Conquistar a Mikasa". Tal vez el número seis era algo ambicioso, bueno, en realidad era demasiado ambicioso, ¿Por qué?, porque Mikasa me ha estado evitando a toda costa. Y a pesar de eso, conseguía enamorarme más. ¡Que patético Eren!

Cierro los ojos y respiró hondo, escuchando el ajetreo de los meseros atendiendo a los clientes, aparto mi taza de café y exhaló lentamente. Tengo que hablar con Mikasa.

Suspiré y centre la mirada en una de las mesas de la cafetería de mi madre, una de sus jóvenes empleadas limpiaba la mesa mientras contoneaba su trasero. Nunca me había fijado en ella, pero, su cuerpo parecía perfecto.

— ¡Eren Jaeger! —levante el rostro y me encontré con la furiosa mirada ambarina de mi madre—. ¿Qué demonios haces mirándole el trasero?

— No es nada.

Mordí el marcador una vez antes de escribir las proporciones de la chica, era similar a Mikasa. No, de hecho no, Mikasa era... única.

Mi madre intensifica su ira y se acerca a mi mesa. ¿Debería preguntarle...?

— De casualidad, ¿Sabes cuál es su talla? —solté sin pensar mucho en mis palabras.

Mi madre abre sus ojos y con una de las bandejas que llevaba golpeó mi cabeza.

— ¡¿Por qué fue eso?! —me quejé pasando la mano por la zona afectada. ¿Había dicho algo malo?

— Por preguntar tonterías —gruño cruzando sus brazos delante de su pecho—. No me digas que... ¡¿Ella es la que te gusta?!

— ¿Qué?, ¡No, claro que no!, a «ella», la conocí en el pasillo de pediatría en el hospital.

El sonrojo paso de mis mejillas a mis orejas y sentí echar humo por unos segundos.

Mi madre suspiro aliviada tomando asiento frente mío.

— Me alegra oír que te gusta una de tus colegas —mordí mi labio y asentí lentamente. Bueno, no dije que fuera una de mis compañeras de trabajo, aunque tampoco podía decirle que era una de mis pacientes.

Mi madre sonrió acariciando su cabello y me lanzó una mirada cómplice llena de cariño. Fruncí los labios y mire las pequeñas ojeras que se extendían por su piel acanelada, definitivamente a mi madre no le sentaba bien la dieta del divorcio.

— Mamá... No, bueno, yo...

Ella arqueo una ceja y sonrió ladinamente.

— ¿Qué tramas cariño? —pregunta y yo siento palidecer un poco, ¿Tan predecible era?, mi madre río entre dientes y estiró su mano acariciando mi mejilla.

•°★Donuts★°• [EreMika]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora