OH GOD! ;; lee felix/Hwang Hyunjin

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¡Lee Felix! ¡Lee Felix!

Empujé a la chica que hace rato estaba empujándome igual y tomé ventaja adelantándome y llegando a primera línea de la salida del aeropuerto, lo más que los guardias me dejaron.

Saqué mi teléfono y abrí la aplicación de la cámara lista para esperar el momento perfecto. No pasaron más de dos minutos cuando un rubio sonriente se mostraba en la salida del aeropuerto saludando y sonriendo.

¡Mira pará acá! ¡Mira para acá!

¡Toma fotos, Yangmi! ¡Toma fotos!

Pero no pude, no cuando sin esperarlo, tenía en frente a Lee Felix sonriendo y saludando en mi dirección.

¿Me saluda a mi? No me importa, al diablo con eso voy a decir que sí me saludó.

Sonreí devolviéndole el saludo como una tonta ilusa y levanté mi teléfono cuando lo ví más cerca, pero no fui capaz de sacarle una foto gracias a la imprudencia de alguien que se le había tirado encima a sacar fotos.

¿Una sasaeng? Será hija de puta ¿Cómo se le ocurre acercarle así la cámara? ¿Y con flash encendido? Si pudiera la mataría aquí mismo.

Sonreí en cuanto un guardia la apartó y me dispuse a sacarle fotos mientras aguantaba las ganas de llorar.

No era la primera vez que veía a Felix, pero si la primera vez que lo tenía tan cerca.

Y así como vino desapareció tras las puertas de la camioneta polarizada de su empresa.

Me relajé un poco y me aparte de la gran bola de fans que estaban reunidos a la salida del aeropuerto, revisando las fotos que había tomado para mi cuenta fan antes de captar la notificación de llamada que aparecía en pantalla.

Fruncí los labios al leer el nombre y contesté sabiendo lo que me esperaba.

—Hol-

—¡Lee Yang Mi!— Aparté el teléfono por el grito repentino avergonzada por las miradas que recibía de personas cercanas que seguro habían escuchado el ruido de mi teléfono.

—Oppa, ¿Cómo vas?— Moderé el volumen de mi voz ocasionando que saliera suave y dulce, probando buscar piedad a merced del diablo.

—¿'Oppa'? ¿Acaso llegaste al nivel más bajo de ridiculizarte o qué estás intentando?— La molesta voz de mi hermano volvió a sonar.— Me llamaron de la escuela diciendo que te habías escapado ¿Dónde mierda estás?

Apreté los ojos, rogando al cielo que las cosas no empeoraran.

—¿Lo sabe papá?

—Salió temprano porque tenía que comprar algunas cosas, pero si no me dices dónde estás y escúchame bien, Lee Yang Mi.—hizo una pausa antes de volver a hablarme y yo, no podría estar más cagada del miedo.— Soy capaz de ir ahora mismo a la pastelería a contarle todo a papá con lujo y detalle.

—No me sentía bien.— Mentí, cubriendo el micrófono para evitar que el ajetreo y ruido del aeropuerto pasara al otro lado de la línea.— Ya voy directo a casa ¿Estarás?

—Claro que sí, necesito que me cuentes tus mentiras a la cara, Yang. No soy ningún tonto.— Quise gritar, lamentándome por tener una buena relación con mi hermano y que este supiera incluso cuando mentía.— Te estaré esperando en casa, señorita.

Sin más, colgó y pude suspirar tan estrepitosamente como me permitía la situación.

¿Qué sería bueno para inventarme? Si le contaba a Minho que falté a las clases para recibir a mi ídolo en el aeropuerto y que había vuelto a mi fanatismo a escondidas de ambos seguro le contaba a papá y estaría jodida.