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La empresa, el restaurante y el bar estaban solo a tres calles de su casa, Bright siempre pensó que vivía en el lugar adecuado, y era verdad porque con solo unos pasos bastantes apresurados ya estában en el ascensor de su edificio, quietos, paralizados allí conteniendose pues la cámara en el techo de este era evidente.
Salieron de el casi corriendo, Bright se apresuró a abrir la puerta, pero no podía encontrar la llave correcta, había bebido y para que negar que estaba nervioso, muy nervioso... nunca se le había pasado por la cabeza hacer lo que pensaba hacer, entonces su mano fue sostenida por el joven de cabello negro y labios carnosos, labios que enserio había estado deseando toda la noche.

Oye cálmate, no pienso irme no te preocupes le dijo este al oído, la puerta por fin se abrió, el sonrió, y como si fuera su propia casa entró, quitándose la chaqueta que traía puesta.

Estuvo distraído por unos segundos observando el lugar hasta que el sonido de la puerta cerrándose hizo que reaccionara y antes de pensar en decir algo ya tenía encima de el a su jefe, el Sr Vachirawit estaba besandolo desesperadamente, al parecer lo había estado deseando mucho pensó este.
Despues de unos segundos de devorarle los labios sin dejarlo respirar el se detuvo y miró a los ojos al joven atrevido frente a el que solo sonrió, y eso bastó para que el Sr Vachirawit decida no detenerse más.
Sus labios recorrían el cuello de su pasante, mientras sus manos desabotonaban su camisa, y las del joven se dedicaban a recorrer la espalda de este con las, hasta que decidió ir más lejos y llevó una de ellas hacia el cinturón del pantalón de su jefe, entonces lo sintió... la erección de este estaba bastante presente allí... "tan rápido" pensó por un momento, "acaso no tiene sexo hace años", se dijo así mismo y luego rio pensando que lo que iban a hacer no duraría ni dos minutos pero esa pequeña risa llego a oídos del hombre que saboreaba su piel y entonces se detuvo.

¿De que te ríes? —preguntó mirándolo a los ojos.

Nada... solo me resulta gracioso pensar en que hace días me dijiste que no te meterías con nadie de la oficina... ¡y ahora! —exclamó el joven mirando a su jefe frente a el y después de escuchar eso el Sr Vachirawit se alejó.

Entonces mejor lo dejamos aquí afirmó abrochandose nuevamente el cinturón.

¿Qué?¿Por qué? —cuestionó el joven confundido.

Si esto será un problema para ti en la oficina es mejor no continuar respondió su jefe acomodando también su cabello—. Creo que mejor debería ir a casa Sr Metawin, supongamos que esto nunca pasó —agregó mientras caminaba hacia la puerta.

Pero no, Win no era del tipo al que podías dejar así... ese era el pecado más grande para el, dejarlo con las ganas era algo que nadie en este mundo se había atrevido a hacerle, hasta ese día, y por supuesto que no, no se quedaría así.

Por ello, caminó hacia el hombre otra vez y lo acorralo contra la puerta.

¿No te atreverías a dejarme así cierto? cuestionó encerrandolo entre sus brazos y este solo le dedicó una media sonrisa sin decir nada, de verdad parecía solo estar retandolo.

Algo no tan Común, pero Real.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora