Una vez más me encontraba con mis audífonos puestos. No sabría decir qué canción estaba escuchando, pero, supondré de nuevo, que la canción que sonaba era "Take on me" de A-ha, porque como ya he mencionado en otras ocasiones, ese era el tipo de música que solía escuchar en esos años. Además, era una canción muy buena, ideal para relajarme después de realizar un examen para ingresar a una institución.
Ingresar a un nuevo nivel educativo era algo que ponía nerviosa a cualquier persona, ya que había tantos aspirantes y un número limitado de plazas que me generaba mucho estrés. Estar en esa institución me ayudaría mucho, ya que me graduaría como técnica en administración de recursos humanos si todo salía bien, así que tenía que esforzarme al máximo para lograrlo.
Después de aquel examen, tomé el transporte público para ir a casa, tratando de mantener la calma en todo momento, ya que los nervios aumentaban cada vez más con el paso del tiempo.
Cuando el transporte llegó, subí y dentro del mismo encontré a una vieja amiga. Realmente no entendía qué hacía allí, pero ver un rostro familiar cuando estaba tan nerviosa me calmaba un poco. Me dirigí hacia donde ella estaba sentada y me di cuenta de que ya tenía un acompañante: mi chico del suéter.
¿Por qué ella había logrado sentarse con él y yo no?
Eso no importaba en ese momento. Lo importante era que me estaba acercando a mi amiga y me quedaría de pie a su lado, ya que no había otros asientos disponibles. Si mi amiga iniciaba una conversación, cosa que seguramente haría, él escucharía. Oiría mi voz, quizás sabría algo sobre mi examen y eso me causaba pánico, ya que en ese momento consideraba cualquier interacción con él como algo significativo, aunque en realidad no fuera así.
—Hola —saludé a mi amiga, colocándome a su lado.
Ella se llamaba Alexa y era un año menor que yo. Hoy en día desconozco qué ha sido de su vida, pero en ese entonces éramos muy cercanas y sabía todo sobre su infancia y parte de su adolescencia.
Alexa era de cabello castaño claro y piel blanca, aunque no tanto como yo. Era muy delgada y pequeña, lo que le daba un aire tierno, y aún conservaba un rostro algo infantil. Sin embargo, al hablar con ella, descubrías que le encantaba conversar y reír con su risa contagiosa que se escuchaba a varias cuadras de distancia. Era agradable y le tenía mucho aprecio, aunque la mayoría de las personas cercanas a mí en ese entonces ya no sé ni siquiera si están vivas. Por lo tanto, no puedo asegurar si sigue siendo la misma, pero prefiero pensar que sí.
—¿Qué tal te fue en el examen? —preguntó amablemente Alexa, haciéndome sonreír un tanto incómoda.
—Creo que me fue bien —contesté sinceramente. En realidad, no había sido tan difícil el examen de admisión, pero la gran cantidad de personas me hacía temer no ser una de las "aspirantes seleccionadas".
Y los nervios aumentaban aún más porque muchas personas me animaban y creían que podría lograrlo, ya que en ese momento era una estudiante ejemplar, siempre sacaba buenas notas y llegué a graduarme como la mejor de mi generación, aunque más tarde dejé de darle importancia a las calificaciones y ahora no me agrada el concepto.
—Yo pienso lo mismo.
Y ante eso, no supe qué más decir. Me puse nerviosa, eso era evidente. Y a partir de ahí, la conversación se detuvo.
Quizás habría habido más conversación si le hubiera contado todo lo que me pasaba, pero no lo hice, así que me quedé de pie allí, mirando por la ventana. Poco a poco, los asientos se fueron desocupando, pero yo dudaba si sentarme o no en uno de ellos, ya que no sabía si alejarme o no, mientras Alexa estaba ocupada en su móvil y el chico miraba por la ventana con fastidio, como solía hacer, lo que me hacía sentir aún más incómoda.
—¿No te vas a...? —preguntó ella, haciéndome sonreír incómoda, entendiendo a qué se refería, lo que me incomodó aún más.
—Estoy bien.
Y así continuó el viaje, con mi constante debate interno sobre si debía sentarme o no, hasta que llegó la parada de mi amiga y se levantó, haciéndome apartarme un poco del asiento con una pequeña sonrisa.
—Hasta luego —dijo ella, alejándose de mí, a lo que asentí.
—Ve con cuidado.
Y en ese momento, el autobús se detuvo y Alexa se bajó. Ahora una nueva duda me invadía: ¿Debería sentarme con él?
Hice una mueca indecisa, mis manos comenzaron a sudar y finalmente, poco a poco, tomé asiento a su lado, soltando una sonrisa que reflejaba todo lo que sentía: incomodidad y nervios. ¿Qué más podía sentir en ese momento? Solo eso.
Suspiré nerviosa mirando mis manos, incapaz de mirarlo como solía hacer, hasta que él carraspeó, atrayendo mi atención. Se mantenía serio y rápidamente lo observé: su cabello había crecido. No llevaba gorra en esta ocasión, lo que permitía ver que su cabello era entre lacio y ondulado. Tenía la piel blanca y no tenía ningún lunar en el rostro, pero sí en el cuello.
Se veía más delgado y pálido, con los labios resecos, que humedeció aún mirándome.
—Disculpa, voy a... —dijo, sacándome de mis pensamientos y haciendo que me levantara del asiento, dándole paso libre para levantarse y marcharse, lo cual hizo. Pero antes de dirigirse a la puerta para bajar, volteó a verme y me sonrió. Una sonrisa genuina que mostraba sus dientes, que, aunque no eran perfectos, no resultaban desagradables. Sonreía realmente bonito: —Gracias —dijo entonces, a lo que yo le respondí con una sonrisa cerrada.
Y él se apartó, bajándose del autobús, pero dejándome una enorme sonrisa en el rostro.
En el comienzo de la ruta, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧
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El chico del suéter.
Short Story¿Será el transporte público, el mejor lugar para enamorarse? ¿Y de un desconocido? Tal vez no lo era, sin embargo, resultaba inevitable para Madelaine dejar de pensar en aquel chico del suéter que la había cautivado. Subida: Miércoles 21 de Julio de...