Seokjin.
Quince años…
La nieve cae en silencio, enfriando mi rostro mientras Sunli esperamos a que padre nos dé un beso de despedida. Sunli se remueve, siempre dispuesta a hacer travesuras, pero la mantengo quieta con mi mano aferrada a su hombro. Padre silenciosamente comanda a Los Ojos del Blanco. Su poderosa voz deriva hacia mí y capto los pedazos de sus órdenes.
Manténganlos a salvo a toda costa.
Protejan las Tierras Heladas de Norta de aquellos de Souta, de Easta y de Westa.
Aquellos que fracasen pagarán con sus vidas.
Finalmente, padre termina y se vuelve hacia nosotras. Es alto, con cabello y piel muy pálidos. Sus ojos se parecen a las piedras azules que su esposa, y madre de Sunli, Sunhyun, lleva alrededor de su garganta. Sunhyun ya ha besado a su hija y me ha dado una sonrisa forzada. Sé que padre ama a Sunhyun, pero ella no me quiere. Renuncié a la esperanza de recibir afecto maternal hace años. Sunli, sin embargo, es dueña de mi corazón. Puede que sea mi media hermana, pero es mi todo.
—Sunli —comienza padre, abriendo sus brazos hacia ella.
Con solo ocho años, apenas llega a la mitad de su pecho. La levanta en brazos con facilidad, abrazándola contra él. Se me forma un dolor en el pecho. Echo de menos los días en que padre me tomaba en brazos y me llevaba por los jardines de palacio. Pero ya no soy un niño. He cruzado a la condición de hombre, un doncel.
Padre murmura cosas a Sunli que la hacen reír. Finalmente, ella se revuelve en sus brazos y se va corriendo hacia el castillo, su largo cabello oscuro trenzado rebotando.
Cuando está dentro, padre me frunce el ceño.
Levanto la barbilla de la misma manera regia que Sunhyun, ya que sé que siempre sonríe cuando ella lo hace. Padre no me sonríe, sin embargo. Sus cejas se fruncen mientras levanta una mano para ahuecar mi mejilla.
—Mi encantador Seokjin —dice en voz baja—. Te ves igual que tu madre el día que la conocí.
La pérdida desgarra mi corazón. No pasa un día sin que extrañe a mi madre. Contrajo una enfermedad que la debilitó. La vimos morir ante nuestros propios ojos. Lentamente a medida que la enfermedad se la llevaba.
—Gracias, padre.
Aprieta sus labios.
—Si no regreso…
—¡Padre! —exclamo.
Su mano corta el aire, silenciándome.
—Basta, mi corazón. Hay palabras que deben ser pronunciadas. Palabras que hay que escuchar.
Lucho contra las lágrimas que amenazan con derramarse por mis mejillas. Padre vería eso como una debilidad, así que rápidamente parpadeo para alejarlas.
—Continúa.
—Si no volvemos, este reino será tuyo. Tu hermana se convertirá en tu deber. Los habitantes de las Tierras Heladas de Norta te llamarán su reina. Los Ojos del Blanco serán tu ejército para comandar. Te convertirás en “El Castigador de los Condenados”.
Me estremezco al pensar en los condenados. Sus gritos enloquecidos y sus dientes chasqueando aparecen en mis sueños, robándome la seguridad incluso al dormir. Los condenados son los expulsados de sus reinos y que son forzados a morir de hambre. Son desterrados a Equatoria, las tierras estériles que separan los cuatro reinos más fuertes. Cuando los condenados han perdido sus mentes por completo debido a la locura, los Volcs —de los Volcanes de Souta— los dirigen a nuestra tierra con la esperanza de que los exterminemos. Pero los condenados parecen insensibles al frío. Sus dedos de los pies y las manos y sus orejas empiezan a caerse, pero siguen viniendo. Irrumpen en nuestra tierra solo para ser exterminados por los Ojos del Blanco. Los he visto con mis propios ojos. He visto a Ojos del Blanco pintar la nieve de rojo mientras cortan a cada uno de ellos con sus espadas de diamante.
A padre le gusta ser “El Castigador de los Condenados”. He visto alegría brillar en sus ojos tras una cacería. Me aterrorizan. La idea de correr por los lomos de nieve tras ellos me hace estremecer.
Padre, sintiendo mis sentimientos, frunce su ceño.
—No puedes ser débil, mi corazón. Este es nuestro legado. Cuento contigo en mi ausencia. Y si mi ausencia es permanente, tu hermana cuenta contigo también. Júrame que gobernarás esta tierra con un puño de diamantes.
Una lágrima se me escapa, congelándose en mi mejilla.
—Lo prometo, padre.
Limpia la lágrima congelada y sonríe.
—Confía en tu instinto. Confía solo en ti mismo. Confía en el frío.
Su aliento sopla aire cálido en frente de él, pero luego, con un gesto de su mano, el aliento se congela. El don que mi padre muestra con orgullo no es uno que haya sido transmitido a ninguno de sus hijos. Desde que puedo recordar, he intentado realizar sus trucos de la mano en vano. Me ofrece la nube de aire congelada. Brilla bajo la luz del silencioso día. Hermosa de ver. La tomo en mis palmas enguantadas y admiro las pequeñas líneas blancas que decoran el hielo opaco.
—Confía en tu don. En el fondo, vive. Un día, lo encontrarás y lo usarás. Nunca tengas miedo de usarlo.
Besa la parte superior de mi cabeza y gira sobre sus talones sin decir nada más. Le miro con lágrimas en los ojos mientras sube al carruaje donde mi madrastra le espera. Dentro de una semana, estarán en la costa y navegando a los Canales de Easta —la tierra de Sunhyun— para visitar a su padre.
Una mancha blanca capta mi atención. Los Ojos del Blanco están en todas partes. Apartándome del hombre oculto en ropa blanca, veo a mi padre desaparecer.
—Vamos a mantenerlo a salvo —dice una voz familiar, unos brillantes ojos verdes quemándome fijamente. Reconozco a este hombre en particular del ejército de padre. Jaehwan. Es el hijo de uno de los mejores hombres de mi padre, Donghee.
—Muchas gracias, Jaehwan —digo suavemente, esperando desesperadamente apartar la tristeza de mi voz.
Un grito de uno de los condenados hace eco en la distancia, haciéndome sobresaltar de terror.
El arte de padre se desliza de mi agarre y se rompe a mis pies.
Mi corazón se rompe también, porque tengo el presentimiento de que mi padre no volverá.
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Kings ✧ YoonJin
Fanfiction¿Está tu corazón congelado cruel? ➛ADAPTACIÓN. ➛Enemies to lovers. ➛Fantasía +18. ➛Portada y separador elaborados por @DANMERI