Uno

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Seokjin.

Diez años después...



Debería ir a recibirles.

O enviar a Jaehwan y a Los Ojos del Blanco a cortar todas sus cabezas.

Por desgracia, no hago nada.

Les dejo venir.

Dejo que él venga.

Cuando padre y Sunhyun fueron asesinados en sus viajes por nómadas, nuestro reino fue un objetivo inmediato. En cuanto llegó la noticia de sus muertes, fui coronado rápidamente y en silencio. De la noche a la mañana pasé de niño asustado a rey gobernante. Ya no era un hermano para la pequeña Sunli; en su lugar, me convertí en padre. E igual que las osas blancas del norte, llegué a ser muy protector con mi hermana. Garras que no sabía que existían crecieron y las utilicé. A los quince años, envié a nuestro ejército tras aquellos nómadas para matarlos. Hice que mis historiadores trazaran sus linajes y sacrificasen a cada miembro de las familias de esos nómadas. Generaciones y generaciones fueron eliminadas en cuestión de días.

Cuando maté a los que hicieron daño a mi familia, maté al chico dentro de mí. No había espacio para él y para un rey.

Me siento ante la ventana, alta en mi torre, y observo a los Volcs mientras marchan sin esfuerzo por la nieve. Líneas negras cortando a través de las llanuras blancas. Cuanto más me mantengo en este frío castillo, más anhelo las delicias visuales. Me preocupa estar perdiendo mi mente a la locura como los condenados, porque mi corazón late más fuerte y más rápido en mi pecho sabiendo que están llegando. Han pasado a mi ejército y no han derramado sangre, lo cual significa que vienen a hablar conmigo, no a empezar una guerra.

Dando golpecitos con mis dedos en la repisa de piedra, me deleito con el sonido.

Tap. Tap. Tap. Tap. Y tap.

Mi golpeteo constante mantiene el flujo de sangre en mis dedos. Muy a menudo están entumecidos y de un horrible color azul. Anhelo usar guantes, pero Sunli dice que solo va a empeorar mi condición. Si no dejo que mis dedos se muevan, se congelarán y se caerán.

¿Me convertiré en una de ellos?

No.

Soy "El Castigador de los Condenados".

No soy uno de ellos.

Tap. Tap. Tap. Tap. Y tap.

Centrándome en el corte perfecto en V en la nieve, me pregunto de qué viene a hablar el rey Min. Su reino, los Volcanes de Souta, es cálido y vasto. El poder de Souta rivaliza con el de mi propio reino.

¿Por qué estás aquí, rey Volc?

Sus ocho caballos negros tiran de su carruaje, con antorchas encendidas, sin esfuerzo a través de la nieve. A medida que se acercan, capto un vistazo del mismo hombre. El rey. Lleva una capa de color negro que se mueve con el viento tras él y restalla un látigo, manteniendo la velocidad de vértigo de sus caballos de carga.

Tap. Tap. Tap. Tap. Y tap.

Una calidez ahuyenta el constante frío cuando Sunli se para detrás de mí. Sus dedos se deslizan por mi cabello de una manera cariñosa mientras mira por la ventana.

—El rey Volc—dice sin aliento—. ¿Viene para hacernos daño?

Me vuelvo, tomando su cálida mano en las mías frías y dándole un apretón tranquilizador.

—Sabes que nunca dejaré que nadie te haga daño, dulce hermana.

Me besa la mejilla antes de alejarse.

Kings ✧ YoonJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora