♡° Broken Rainbow °♡

𑁍 Capítulo 3 𑁍

CAPÍTULO 3

*HEAVEN MILLER*

—Hell! —Grito y corro hacia él. Me siento justo a su lado y tomo su cara con mis manos. Sus hermosos y alegres ojos miran a la nada, no tienen ese verde que siempre veo en ellos.

Conozco bien esa expresión, tanto que un escalofrío recorre mi cuerpo haciendo que las lágrimas nublen mis ojos. Me mira, no hay expresión alguna en su mirada y eso me agrieta el corazón, cada segundo que pasa las grietas se hacen más grandes y profundas.

Finalmente me abraza con fuerza, lo único que puedo sentir son sus lágrimas mojando mi hombro y sus sollozos desesperados terminan de hacer trozos mi corazón. Intento contener el llanto, pero el calor y la tristeza que emanan el cuerpo de mi mejor amigo hacen que las saladas gotas broten instintivamente sin que pueda detenerlas.

Dejo que llore sobre mi hombro un rato, pero no aguanto más el sufrimiento y lo separo de mí.

—Que te dijo? –Pregunto mirándole directamente a los ojos, pero me esquiva, obligándome a tomar su cara con mi mano y voltearlo hacia mí. La sangre en sus ojos hace que cada pequeño resto de mi corazón cayera como vaso al suelo.

—No me hagas volver a repetirlo Hell Alejandro Robinson Rodríguez. ¿QUÉ DEMONIOS TE DIJO ESA MALDITA PERRA?

—Asesino –Expresa mi mejor amigo bajando la cabeza, esquivando mi mano nuevamente.

—¿Qué?

—Ella… me dijo asesino. –Al escuchar semejante estupidez la rabia sustituye el dolor que existe en mi cuerpo. —Y no se equivocaba Heaven… fui yo… fue mi culpa… si no hubiera…

—Voy a matarla.

—No Heaven, yo…

—Te dije que voy a matarla maldita sea—logro salir antes de que mis amigos pudieran detenerme. Noto el cabello de la rubia a lo lejos y no dudo un segundo antes de correr hacia ella y de un empujón hacerla girar hacia mí.

¡Pum!

Un puñetazo justo en el medio de la nariz hace que su vaso de café caiga al suelo. Después de todo, las clases de defensa personal no me vinieron tan mal.

—Maldita imbécil qué crees que haces? –Dice Ava agarrando su nariz.

—Te voy a matar. –Suelto otro puñetazo, pero coge de mi brazo antes de que pueda llegar a su cara y la arrogancia en su sonrisa me repugna.

—Ohh no cielo. ¿Olvidaste que es mi padre el que te da las clases?

—Da igual quién demonios me de clases. Que seas rubia e hija de un millonario no te da permiso para decirle asesino a nadie, y mucho menos a mi mejor amigo. Sabes perfectamente que, si hay una asesina en este maldito pueblo, eres tú.

—Ah sí, ¿y quién fue la que mató a dos perros frente a su dueño, le hizo ver todo y luego le dijo que si volvía a molestar al pelirrojo iba a cocinar sus peces e iba a hacer que se los comiera en un sándwich? —Suelto mi mano de un tirón y Ava sigue hablando. –Ah, cierto… —Especula con ironía — fuiste tú.

Mis neuronas ya no funcionan como deberían, en este momento lo único que me pide mi cuerpo es que haga lo que pide mi consciencia.

Agarro el cuello de su vestido con ambas manos y lo estiro con tanta fuerza que la tela quema en mis palmas, el escote del vestido rasgándose, dejándola casi desnuda a media calle.

—Estás loca? —grita al ver lo que he hecho. —Acabas de romper setecientos dólares!

—Sí, estoy loca, porque setecientos dólares son una puta mierda al lado de un amigo como Hell. Y que te quede claro, Ava –mis ojos se clavan en ella y ahora la sonrisa arrogante pasa a ser de mi propiedad. —Asesino no es solamente ese que mata cualquier ser vivo culpable o inocente… asesino también es el que destruye un corazón ya herido alimentándolo de mentiras, haciendo que pierda por completo el color de su agrietada mirada.