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No lo olvides por la mañana

Ducado Von Heist

Actualidad
Dos semanas después


Voces de personas desconocidas para mí me atormentaban en mis idas y venidas por los senderos de la conciencia e inconsciencia, por más que quisiese que el silencio me rodeará o me devorara por completo como muchas otras veces, mi deseo no se cumplió.

Era como estar sumida en un sueño del cual me escapaba, pero al siguiente instante me volvía a enredar sin una aparente oportunidad de escape, como una telaraña.

Más que un sueño, parecía una pesadilla por ser tan vívido, por evocar tantos malos recuerdos. Los latigazos de dolor que me seguían hasta en mi pequeño mundo de fantasía me daban una probada de la realidad que estaba fuertemente tratando de olvidar... De huir.

¿Realmente estaba dormida? ¿Ese era realmente un escape u otra cárcel?

Podía escuchar las conversaciones a mi alrededor, poco a poco fueron entendibles para mí como antes no lo eran.

Escuche sollozos.

Insultos.

Palabras ansiosas.

Susurros maliciosos.

Tantas cosas.

A pesar de ello no abrí mis ojos. Aquel lugar era mejor que lo que me esperaba al despertar.

¿Se podría vivir así para siempre?

Apelé a mi cobardía por mucho tiempo. Aguanté lo más que pude, pero mis ojos se abrieron más temprano que tarde de lo que esperaba.

Mi ropa había cambiado a un claro vestido de gasa color champagne con detalles bordados en oro en cuello y dobladillos. Estaba más limpia, mi espalda se encontraba descubierta ya que los botones aún seguían abiertos y, cuando me moví, no había ningún signo de dolor como lo esperaba. Llevé mis dedos, palpando; pero tampoco había heridas.

¿Aquello jamás había sucedido?

Era imposible que no hubiese pasado, parecía como si mi piel tuviese memoria del incidente de a ratos. Era algo parecido a lo que los médicos llamaban el miembro fantasma y tan solo esa pequeña brecha alejó la idea que sugería el estar perdiendo la cabeza.

¿Cuánto tiempo había pasado para que mis heridas cicatrizaran por completo?

No todo se olvida tan fácilmente, incluso las cosas más fáciles de olvidar en algún punto las recordamos. A veces con dolor otras con una sonrisa.

La ventana de la habitación en donde estaba se encontraba apenas cerrada dejando entrar una suave y fría brisa por el resquicio de esta. Todo estaba sumido en la oscuridad excepto por la tenue luz del fuego que ardía en la chimenea en una de las paredes del fondo del amplio cuarto a penas viva.

No reconocía el lugar donde estaba. No era mi habitación y ese lugar era una fuerte bofetada de los que me traía a mi nueva realidad lejos de mi hogar, en un lugar que era desconocido para mí.

Me quedé sentada un momento mirando el crepitar del fuego.

¿Qué haría ahora?

Un desgarrador grito masculino se escuchó en alguna parte del lugar seguido de un pequeño estallido, propio del vidrio al romperse. Me sacó de mi debate interno interrumpiendo cualquier pregunta o pensamiento que tenía como función sumirme en mi propia miseria.

Me cuestioné si debía ver qué pasaba. Me respondí de inmediato que no debía, que no buscara lo que no se me había perdido. Ya había tenido una probada de lo que sucedía si me inmiscuía en cosas que no debía, tenía claro que no quería vivirlo de nuevo.

Antes y después de morir ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora