Parte 1

9.2K 599 162
                                    

Harry Potter acababa de entrar por la puerta y ya lamentaba el ultimo día de clases. Podía sentir la proximidad de su celo, cada ola de calor más fuerte que la anterior, amenazando con provocar un ardor que no estaba seguro de poder contener.

Tenía que hacerlo, tenía exámenes y clases, y necesitaba mantenerse calmado. Sólo que estaba siendo sorprendentemente difícil.

No había esperado sentirse acalorado y, por Merlín, estaba sudando seriamente.

Sentía la túnica pegada a su piel, su fina camiseta no era más que una segunda piel en este momento. Había corrido hasta el salón de pociones como siempre hacía, el aire de la mañana un fresco contraste ante el ejercicio, pero su cuerpo no estaba respondiendo bien. Había llegado en la mitad del tiempo, y su primera clase no comenzaba hasta dentro de veinte minutos. Los músculos de su fuerte y bronceado cuerpo estaban hinchados y empapados de humedad, su oscuro flequillo goteando en sus pálidos ojos cubiertos por sus gafas. No se atrevía a quitarse las gafas encantadas por Hermione; sus normalmente profundos ojos verdes se habían vuelto prácticamente blancos, sus pupilas un pequeño punto que reflejaba el tormento de su lobo interior.

Mierda, se sentía realmente caliente. Cachondo. ¿Había mencionado cachondo? Loco, caliente y cachondo. Estaba a punto de joder la ranura donde se dejan los libros de la biblioteca, tan loco se sentía. Condenado Slughorn y sus jodidos exámenes.

Remus le había advertido, le había dicho cómo no importaba lo determinado y concentrado que estuviera, no había modo de combatir el celo. Pero Harry no era como él. Lupin había convivido con su lobo salvaje sin otro remedio que la poción matalobos, mientras que Harry, casi inmediatamente después de haber sido mordido había tomado una nueva fórmula hecha por Hermione, mas potente y que según lo que alcanzo a entender, lo ayudaba a tener un mejor control de su lobo, como los que habitaban antes en Grecia, según sus libros de historia. 

Nadie se había enterado de que era un hombre lobo en los últimos seis meses de su vida y si conseguía atravesar esta semana, estaba completamente seguro de que podría hacerlo toda la vida pretendiendo no ser peludo, tener dos patas y tener una vida lo mas normal posible.

Ser un hombre lobo graduado probablemente habría sido un reto mayor si a los demás hombres lobo les hubiese importado. No era así.

Harry era algo así como el hazmerreír de sus ahora parientes salvajes que eran más que felices de bailar bajo la luna después de aullar y cazar su cena en primer lugar. No es que tuviese nada en contra de ser un lobo. Pero los tiempos estaban cambiando-los seres mágicos se encontraban en peligro últimamente- el bosque prohibido y demás sitios donde habitaban las criaturas mágicas estaban siendo arrasados por el mercado negro en búsqueda de ingredientes mas y mas raros para pociones.

Puede que fuese poco realista esperar que los hombres lobo salvajes se propusieran a buscar el resguardo de la ley después de merodear toda una vida entera por el bosque. Puede que fuera un completo idiota por creer que podía arreglar lo que ellos fracasaron en intentar siquiera. Bueno, aparte de los asesinatos. La manada había conseguido malditamente bien asesinar a los pobres inocentes que invadieron sus tierras. Esto era un gran problema, uno que Harry esperaba poder llegar a solucionar no importa cuánto lo menospreciasen por dejar la manada. Por el tiempo que estuvo con ellos para adaptarse a su nueva forma, Harry descubrió que había muchos niños entre ellos y que la mayoría estaba ahí por el prejuicio y el miedo de los magos a los hombres lobo. No se podía quedar con las manos atadas. 

Y por todos los dioses, ahora estaba duro.

¿Qué parte de necesitar convertirse en el hombre lobo más listo ahí afuera y entrar al Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas le estaba poniendo duro?

MORDEDURA DE APAREAMIENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora