Capítulo 4: Nostalgia.

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El segundo día en su estancia allí, mientras tenía la mano vendada y veía cocinar a sus mayores, Taeyong le dio a comer unas galletas. Un sabor inexplicable pasó por su lengua cuando llevó un pedazo a su boca, en SM nunca había probado una de esas y por lo tanto era algo nuevo para él.

Recordó exactamente las palabras de Taeyong al decir que cuando quisiera siempre iban a haber galletas para que comiera, solo debía buscarla en la cocina.

Pero llevaba más de quince minutos sin encontrar el dichoso bocadillo y ya parecía estar perdiendo el tiempo sin lograr encontrar nada.

—¿Necesitas ayuda? —oyó a un par de metros y se volteó, encontrándose a Lee Mark en el marco de la puerta con medio cuerpo asomado.

Normalmente las personas se aterraban cuando Haechan los veía con esos ojos secos y vacíos, podía ser porque a través de ellos veían un vida marchitada, un cuerpo sin alma. Un alma que fue arrebata por los mismos demonios que debían estarse quemando en un infierno.

Y lo primero que pasó en la mente de Mark no fue un “Aléjate”.

Podía deberse al hecho que antes no había detallado a fondo al moreno y ahora que lo hacía, le parecía vagamente familiar. Cómo si lo hubiera visto en otro lado pero se manera casual, llegando al punto de ahora no recordarse si se había encontrado o solo era producto de su imaginación.

Sacudió su cabeza, debía estar loco. Recordaría a la perfección si se hubiera encontrado con Haechan en el pasado, ¿cómo podría olvidarse de él?

De verdad la falta de sueño le estaba comenzando a afectar.

Bajó su mirada un poco, rompiendo el contacto visual.

—Galletas de chocolate —habló el otro en voz baja, pero lo suficiente firme para que Mark le escuchara.

El canadiense se dio cuenta de una cosa, ese chico no era para nada expresivo ni mucho menos hablador. Decía lo más importante, sin divagar, en algunas ocasiones sería una virtud, pero estaba seguro que para entablar una conversación podría llegar a resultar muy incómodo.

—¿Buscas las galletas? —preguntó para asegurarse de no estar en lo correcto, y cuando Haechan asintió Mark solo pudo colocar una mueca, recordando que él mismo había acabado todos los paquetes. Era la media noche y aun no terminaba el arma de Jisung, ya le faltaba poco así que lo mejor en su mente fue terminarlo de una vez, pero su estómago gruñó, y como no era un experto en la cocina tuvo que sobrevivir toda la noche a base de galletas y sandias—. Este… ya se terminó.

Se comenzó a preguntar si el moreno llevaba mucho tiempo en la cocina buscando sin éxito, y no pudo evitar sentirse un poco mal por él.

—Está bien —respondió—. Gracias por la información —Haechan era cortés, una virtud que Sooman le había inculcado desde pequeño. “Por favor” y “gracias” son frases que el pequeño usaba cotidianamente con sus superiores, como muestra de respeto hacia ellos.

Haechan le dio un pequeño vistazo a la cocina antes de caminar hacia la salida, donde Mark aún seguía de pie, no tenía nada que hacer allí si no estaba lo que buscaba. Se iría a su habitación y esperaría a que Taeyong llegara para estar a sus órdenes, por si tenía algún trabajo para él.

Mark se quedó viendo como le pasaba por un lado y se dirigía hacia el ascensor. Se mordió el labio para evitar decir algo de lo más tarde pudiera arrepentirse. Alguien –para no decir nombre- había hecho una regla de la cual supuestamente ninguno de los menores del grupo podía romper, esta consistía en que estaba prohibido convivir con el enemigo, y aquí presente, el enemigo era Haechan.

Emociones. (Markhyuck)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora