Ianthe. - Bill Weasley.

Trece.

"¿Cuánto tiempo han estado juntos?"

Miré a Bill mientras hacía su pregunta. Casi habíamos terminado con nuestro proyecto y temía volver a no verlo así todos los días.

Merlín soy un simpática.

"¿Quiénes?"

Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro mientras levantaba las cejas.

"Tú y Birch... tu novio."

"Oh, muchacho, sí, eh..." Me pasé la mano por la nuca. "...no mucho. Aproximadamente un mes."

"Al rededor de un mes." Asintió lentamente. "Es curioso cómo al principio me dijiste que eras amiga con beneficios cuando simplemente podías admitir la verdad."

"Así como trataste de mentir y dijiste que tú y Gemma eran amigos." Dije e incliné la cabeza." ¿No es lo mismo? "

Se rió entre dientes antes de sentarse derecho, aclarándose la garganta. Él empujó sus cosas a un lado antes de extender los brazos frente a él.

"Tienes razón." Dijo suavemente, pasando sus dedos por el borde de mi libro. "¿Has oído hablar de la fiesta de Gryffindor la semana que viene?"

"¿No lo han hecho todos?"

El se encogió de hombros.

"¿Vas a ir?"

Lo miré y nuestras miradas se encontraron mientras él descansaba su cabeza en su palma, mirándome con atención.

"¿Qué es para ti?"

"¡Oh!" Dejó escapar una carcajada antes de recostarse en la silla de nuevo. "¿Somos hostiles?"

Sonreí a la mesa por un segundo antes de mirarlo de nuevo.

"Lo siento." Sonreí. "Pero sí...voy. No voy a dejar pasar la oportunidad de emborracharme."

Coloqué mi mano izquierda en la silla, mi rodilla contra mi pecho mientras envolvía un brazo alrededor de ella.

"¿Por qué preguntas?" Pregunté mientras lo miraba.

"Sólo curiosidad." El se encogió de hombros. "Creo que deberíamos empacar para hoy. Se hace tarde."

Asentí con la cabeza, mirándolo ponerse de pie. No podía apartar los ojos de él y sus movimientos mientras se acercaba para agarrar sus cosas.

"Probablemente terminemos mañana." Dijo después de empacar sus cosas, mirándome con una suave sonrisa mientras sostiene su bolso. "No queda mucho por hacer..."

"Sí."  Respiré mientras comencé a empacar mis propias cosas. "¿Mañana, entonces?"

Lo miré y él asintió un poco, sonriendo.

"No dejes que te atrape fuera de tu dormitorio después del toque de queda." Dijo y empujó la silla debajo de la mesa.

"¿Eh?"

"Hace unas noches, te colaste en la biblioteca." Dijo con una pequeña sonrisa antes de volverse y caminar hacia las puertas que conducían al pasillo.

Cómo lo hizo...

Espera, ¿me atrapó pero no dijo nada? Él es el jefe... se supone que debe.

"¡Ianthe Ambers Ambrose!" Salté y casi me da un infarto por la voz de Jo.

"¡Jesucristo, maldita sea!"

"No digas el nombre del señor en vano." Jo se acercó y sonrió, actuando como si estuviera rezando antes de levantarse para sentarse en la mesa.

"No te burles de la religión."