Capítulo 1

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Dark Raiden y Dark Fujin ascendieron los peldaños de piedra que dirigían hacia el pasillo estrecho que llevaban al centro de la plataforma de oro, sostenida por punzantes rocas de las cuáles salía el humo verde de las almas condenadas y en cuyas esquinas se habían acumulado gruesas estelas de sangre oscura, tanto como el aura que envolvía aquel lugar que traspasaba la realidad misma.

-Hablen, secuaces - el semblante del hechicero era relajado sin peder la fortaleza y firmeza en sus palabras al dirigirse a sus subordinados.

-Mi señor - la voz de Raiden hacía eco en el vacío oscuro - Los reinos han sido conquistados: Netherrealm, Earthrealm, Outwordl, sólo faltan los reinos del Caos y el Orden.
Shang tsung estaba impresionado que en tan poco tiempo todos los mencionados hayan caído, pero consiguió disimular. Llevaba un rato con los brazos cruzados esperando noticias de sus esbirros, sentado en el trono que algún día perteneció a los Elders Gods, pero a diferencia de estos cuyos tronos estaban colocados haciendo un círculo, el de Shang tsung era el único que se encontraba en aquel lugar, imponiéndose firme y dando la imagen de estar ante un ser lleno de grandeza.

-Excelente - contestó con claro júbilo el ahora dios del tiempo - Esos reinos son tan débiles que a penas pueden poner una patética resistencia ante mi.

"Simples mortales, únicamente viven para servir" pensó con una mezcla de desprecio e indiferencia para después esbozar una sonrisa fría.

Reino del Caos.

El intenso olor a sangre embalsamaba la pequeña habitación y, cuando la ligera brisa agitaba los árboles marchitos afuera de aquel templo un denso olor a muerte entraba por la puerta entreabierta. Hacía tiempo que había oscurecido y la noche se apoderó de la cuidad, eso no fue problema para sus habitantes, quiénes celebraban la llegada de la oscuridad para cometer actos atroces que ni la mente más retorcida de un simple humano podría inmaginarse en su sadismo.

Havik, el clérigo del Caos, a pesar de su pasión a la locura llevaba un buen rato con los brazos cruzados sobre la mesa y la cabeza apoyada en ellos, totalmente sereno. En el pasado su único motivo por el que creía que había sido puesto en este mundo era difundir el mensaje del caos, conseguir que todas las almas y cuerpos abrazasen dicha verdad como la indiscutible y única que existe. Sin embargo, no fue hasta su fortuito encuentro con Quan Chi que pudo llevar a cabo tal ambiciosa labor. Y es que sabía, en sus pensamientos sombríos, que cuando todo parece encajar con tanta perfección no es sólo una prueba infalible de la existencia de un propósito al que estas llamado incluso antes de nacer, sino que los dioses antiguos parecen bendecir en silencio aquel golpe de fortuna, altivos desde sus tronos viendo como se hace su voluntad retorcida y despreciable. El cinismo y maldad de los Elder gods era gratamente dulce para él, seres de oscuridad vestidos con una falsa idea de neutralidad. Havik enloquecía de placer al pensar en aquello, una idea asquerosa que casi le excitaba.
De repente, desenterró la cabeza de sus musculosos brazos. Miró a la nada, suspirando de desasosiego, aún así se esforzada por pensar fríamente, la situación lo requería.

Quan Chi fue lo suficientemente mezquino para engañar a todos, entre ellos a la vampiresa Nitara en múltiples ocasiones y enseñarle el poder del Blood Magik, pero sabía que era imposible comparar su avaricia y ambición a la del hechicero Shang tsung, él cuál ahora regía casi todos los reinos, sólo el suyo y el Reino del Orden se estaban resistiendo. El Orderrealm sería conquistado de inmediato, Hotaru, ese seidan, no sería rival para alguien como el ahora guardián del tiempo.

No obstante, un pensamiento rápido le hizo palidecer, los seidans podrían aliarse con Raiden y Fujin, esbirros de Shang tsung en contra del Chaosrealm a cambio de una tregua de paz o incluso un trato diferente en el que les permitirían tener sus reglas intactas, bien es sabido la obsesión de Orderrealm por conseguir las vastas reservas de agua de su reino, aquellas que representaban su filosofía, para quedárselas, estarían dispuestos a hacer el pacto sin pensarlo ni un instante. Hotaru era el tipo de persona que vendería a su madre por controlar Chaosrealm o al menos verla destruida.

Un fuerte golpe azotó con violencia el escritorio, hasta el punto de hacerse sangre y dañar varios de sus dedos.

-¡Maldita sea! - gritó de forma desgarradora el clérigo para después tirar la mesa de una fuerte patada, estrellándola contra la pared haciendo que se hiciera añicos - ¡Es el fin de los tiempos para el caos! - los gritos de odio y furia desbocada del hombre hacían eco por esa sala de forma casi tortuosa. Su boca mutilada se abría dejando escapar sangre y chillidos, si no fuera por los fuertes tendones que soportaban su mandíbula la habría desgarrado por completo.

Sin detenerse en sus crudas maldiciones retrocedió unos pasos. Apoyado contra la pared en aquella pequeña habitación del templo abandonado en clara decrepitud. Esperaba ansioso la llegada de su "aliado", el hombre que tenía que cumplir la preciada misión que necesitaba, era crucial conocer aquello para salvar su Reino de las garras del brujo.

Con su mano derecha sostenía un saco de monedas, observando sin cambiar la expresión el amanecer desde aquella ventana, había pasado horas encerrado allí sin a penas darse cuenta, el Chaosrealm no seguía las reglas del tiempo pero era igualmente vulnerable a él. El horizonte que se presentaba, rojo como el fuego, logró dibujar una sonrisa sádica en lo que se suponía eran sus labios destrozados, ahora sólo quedaba hueso que hacía que sus dientes permanecieran expuestos de forma constante, escuchando de fondo los cantos de lo Yageses sobre su desprecio hacia la vida y la muerte, sobre el rechazo que le provocaba el equilibrio de la naturaleza. El caos era religión allí y Havik lucharía porque así fuera para siempre y no únicamente en su reino.

Abrió la puerta de su estudio, sabiendo que aún quedaba tiempo, incluso días antes de que "él" llegara, dirigiéndose hacia la capilla del templo queriendo venerar a su "dios".

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