— ¡Geomkki! ¡Geomkki~!
La joven Diosa corrió por entre los árboles, buscando a la pequeña coneja, no pasaron muchos minutos hasta que sintió su llamado, esa pequeña voz aguda y algo suave que podía escuchar en su cabeza, Geomkki siempre le había hablado de esa forma.
— ¡Heejin!
— ¡Geomkki!
A lo lejos notó el cuerpecito del conejo saltar entre los árboles y las plantas algo altas, su pelaje dorado parecía brillar mientras se acercaba a ella, con un último salto el conejito estaba entre sus brazos.
— Heejin, Heejin... — el pequeño ser frotó su cabeza contra su pecho, sus largas orejas estaban bajas y soltaba pequeños chillidos—. No debiste haberte ido, te dije que no te fueras, tenías que hacerme caso...
— Geomkki, ya — Heejin la acarició para que se tranquilizara, podía notar que su protectora estaba muy sensible, aquella pequeña vocecita sonaba como si fuera a romper en llanto, aunque no sabía si los conejos mágicos hechos con su propia alma eran capaces de llorar— ¿Qué haces aquí? Creí que no querías venir.
— Vine a buscarte, hay que volver — dijo el conejo, sus ojitos cargados de estrellas, se un color azul claro como el cielo lo miraron mientras apoyaba sus patas delanteras sobre su pecho.
— No regresaré allí — dijo la joven Diosa, totalmente seria y convencida —. Podemos tener una nueva vida aquí, Geomkki, aquí soy libre, aquí soy Heejin... No ninguna Diosa, ninguna protegida, ninguna obra maestra de ningún superior... Apenas llegué aquí, no me iré.
— Tú deber como Diosa es cuidar de todo lo Bello desde el mundo de arriba, es tu lugar— Geomkki la golpeó con sus peludas patitas, como dando pequeños saltos.
— No quiero ningún deber, quiero ser libre— finalizó la rubia, y bajo al conejo al ver que Geomkki seguiría insistiendo—. Ahora, deja de molestar con eso. La Creadora no tiene poder sobre estas Tierras, ya no estoy en sus dominios y de ninguna manera voy a obedecer.
Se dió media vuelta y estaba dispuesta a irse, Geomkki la siguió, dando saltos y soltando pequeños chillidos para recibir atención.
— No entiendes... Ella me envió por tí.
— Sí, lo imaginé— dijo Heejin—. Es gracioso que sigas todo lo que ella dice pero nunca sigas lo que yo digo... Más si en verdad estás hecho con mi propia alma, no sé si eres mi protectora o una soldadita de la Creadora.
— ¡Basta!
Heejin alzó sus cejas con sorpresa al escuchar el grito del conejo, se volteó para verla al notar que no iba saltando a su lado, la encontró dos pasos atrás de ella, mirando el suelo con unos lloriqueos tristes.
— ¿Geomkki? ¿Estás bien? — se acercó a ella, agachándose un poco.
El conejo hizo una bolita con su cuerpo y escondió su rostro en sus patitas delanteras, sus orejas estaban bajas y tristes.
— Sé que soy una mal protectora... Te dejé sola, te dejé ir a un lugar peligroso... También dejé que te sintieras mal y quisieras irte, es mi culpa — murmuró el conejito dorado, en un tono sumamente triste y culposo que le dieron ganas de llorar de escucharlo.
— Geomkki, no... — Heejin tomó al conejito entre sus brazos y lo acunó contra su pecho como si fuera un bebé, mientras dejaba caricias sobre su suave pelaje —. No eres una mal protectora, siempre me dijiste lo que debía hacer, lo que era correcto, tampoco es tu culpa que me haya sentido mal en el Mundo de Arriba... Eso creo que era inevitable, al igual que mi huida...
Geomkki de frotó de nuevo contra su tacto.
— La Creadora está muy enojada — dijo —. Me dijo cosas horribles, pero ciertas... Me golpeó pero lo merecía...
— No, no, Geomkki, no... — Heejin se sintió triste porque el pequeño se había metido en eso, comenzó a buscar en su cuerpo alguna herida, pero, al igual que ella, su protectora era un ser celestial, en sí, también era un Dios, porque era parte de su alma, y no podían herirse, podían sentir dolor pero nunca habría ninguna marca.
—Me envió a buscarte, debes volver— insistió el conejo una vez más.
— No lo haré.
— No entiendes... Si no vuelves los humanos van a sufrir, la Creadora dijo que comenzaría las catástrofes y destruiría todo si no vuelves— Geomkki volvió a mirarla a los ojos —. Muchos humanos van a morir, y seguirá hasta que no quede ni uno... O que vuelvas al Mundo de Arriba.
— No podría hacer eso, ningún Dios podría matar a todos los humanos— Heejin no quería pensar en sus lindos humanos, destruidos por el egoísmo y el poder de la Creadora —. N-no podría hacer eso...
— Ella tiene el poder, Heejin — le recordó Geomkki, y sabía que era cierto, era la Diosa más poderoso, y la única.
— No volveré allí — la rubia negó, sabía que si regresaba sólo sería peor que antes, posiblemente la encerraría por la eternidad, o quizás algo peor, no se le ocurría qué pero la Creadora siempre había sido muy amenazante para ella, como si fuera capaz de hacer cualquier maldad, pero solo fingía ser buena—. Debe haber otra forma para salvar a los humanos... — se detuvo a pensar, y no tardó muchos segundos en recordar a aquella otra Diosa—. Hyunjin... Ella es la Diosa de los Humanos, ella está aquí, ella puede ayudarlos.
— ¿En serio? — Geomkki alzó sus orejas hacia ella.
— Sí, ella me recibió cuando llegué — miró a su alrededor, buscando algún punto de referencia hacia dónde ir—. Creo que era por aquí — murmuró para si misma, no estaba del todo convencida pero comenzó a caminar, llevando al conejo en sus brazos.
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La Tierra de los Dioses Muertos_(2Jin)
Fanfiction"Heejin, la Diosa de lo Bello, huye del los dominios de la Diosa Creadora, desatando su furia, en búsqueda de su libertad y felicidad, para vivir una vida sin presiones. Va hacia el Inframundo, la tierra de los dioses muertos, dónde conoce a Hyunjin...