Prólogo

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En el principio de los tiempos, había sólo dos hermanas, ambas con el mismo poder: Crear y destruir

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En el principio de los tiempos, había sólo dos hermanas, ambas con el mismo poder: Crear y destruir.

Juntas hicieron un mundo, formaron primero la tierra y el agua, luego hicieron soplar el viento y arder el fuego, crearon desiertos y oasis, valles de hielo y montañas, hicieron crecer plantas y flores para decorar la tierra, luego vinieron los animales, para vivir en cada terreno y espacio de su obra.

Luego de crear todo, juntas decidieron crear algo más, una criatura inteligente, que las reconociera como sus dioses, hechos a su imagen y semejanza, los humanos.

Los humanos eran simples y complejos a la vez, diferente a los animales, ellos pensaban y razonaban muchísimo, eran inteligentes y astutos, pero a su vez, eran débiles y sensibles.

Los humanos fueron sus mejores fieles, sus únicos seguidores y creyentes, ya que los animales no reconocían a los hermanos dioses como tales, los humanos les dieron poder, la fé los hacía más grandes.

Tanto poder enloqueció a una de las hermanas, que quería más, más grandeza, más reconocimiento, quiso ser la única Diosa tan poderoso.

Creo su propio mundo, al que llamó "El mundo de arriba", e impidió a su hermana subir a este.

— Es mí lugar, sólo hay un lugar para una Diosa, sólo la más grande, sólo yo— dijo, con una sonrisa enorme y arrogante.

— Llegamos al mismo tiempo, hicimos todo esto juntas, Jungeun — replicó la otra— ¿Qué te hace creer que eres mejor que yo?

— Soy mejor que tú porque puedo controlar todo esto sola— dijo, con soberbia—. Y tú eres más débil y ridícula porque quieres seguir teniendo mí ayuda para mantener este mundo.

— ¿Crees que puedes mantener todo el mundo tu sola?

— No lo creo, puedo, Haseul.

Una hermana estaba dispuesta a pelear, esperando dar el primer golpe, dispuesta a demostrar lo poderosa que era.

La otra hermana no se iba a rebajar, no iba a caer en una lucha eterna, siendo ambas igual de poderosas, era imposible destruirse la una a la otra.

— Bien, entonces, quédate sola— finalizó, para retirarse de aquel mundo.

Tal como su hermana, creo el propio, lejos del alcance de la otra Diosa, quizás su error más grande fue dejarlo sin un nombre, fue bautizado como el "Inframundo" o el "Mundo de abajo" por su única rival.

Su hermana comenzó a enviar a aquella tierra todo lo que no deseaba, criaturas que eran muy feas a su gusto, las almas de los humanos luego de morir, y posteriormente... Los Dioses Indeseados: aquellos también creados por ella, pero que por algún motivo, ya no servían.

Jungeun se vio abrumado por tantas cosas y problemas en la tierra de los humanos, que creó a sus propios Dioses para ayudarlo.

Uno para controlar el clima, otro para el día, otro para la noche, otro para los animales y otro para las plantas... Y también para que todos esos Dioses lo obedecieran, ellos le debían su vida y su ego necesitaba crecer, ya no alcanzaba solo con los humanos.

Y Dios que se negara a su poder, era un desterrado de todos los dominios del Dios Creador, iba directo al Inframundo, la tierra de los Dioses muertos.

Haseul recibía todo aquello que su hermana rechazaba, porque a ella no le importaba la apariencia, tampoco quería que la veneraran, no necesitaba la aprobación ni admiración de nadie para saber su propia grandeza, para quererse a sí misma.

Les daba un nuevo lugar, un hogar, un nuevo comienzo lejos de cualquier dominio u orden, allí eran libres.

Y mientras Haseul vivía tranquila en su propio mundo, junto con las personas y criaturas más felices, Jungeun continuaba creando Dioses menores, esta vez, buscando la perfección, la belleza más pura, la Diosa más hermosa que cualquiera de los mundos haya visto...

De aquella flor nacida bajo la luz de la luna, nació Heejin, aquella joven de cabello oscuro como la noche, sus ojos cargados de estrellas, un rosado rubor siempre presente en sus mejillas, con músculos marcados y razgos delicados... La Diosa de todo lo Bello.

Aunque poco iba a sospechar la revolución que aquella joven de ojitos de ciervo iba a lograr.

Aunque poco iba a sospechar la revolución que aquella joven de ojitos de ciervo iba a lograr

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La Tierra de los Dioses Muertos_(2Jin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora