Era un día como cualquier otro en la gran ciudad de Connecticut, la gente iba y venía como siempre, apresurados, estresados, intento llegar siempre primero, cada uno ensimismado en sus propias alegrías, preocupaciones, tristezas y desilusiones, sin mirar el mundo que los rodeaba, sin disfrutar de las pequeñas cosas que la vida les ofrece, en su apurada y ajetreada forma de vivir.
Si abrieran un poco más los ojos, o quizás sus corazones, podrían distinguir las pequeñas siluetas que los siguen durante toda su vida, esos nobles espíritus que dedican su existencia a cuidar de ellos, a reconfortarlos cuando sienten tristezas, a tranquilizarlos cuando sienten temor y a soportar los días difíciles otorgándoles la paz que necesitan para continuar con sus vidas. Estos seres, los ángeles que están encargados de cada ser humano, designados por un poder supremo a cuidar y guiar sus vidas hasta el día que esta se extinga.
Luz caminaba por la gran ciudad, con la vista fija en el suelo, sentía como pasaba a llevar a algunas personas en su andar, chocando en algunas ocasiones contra ellos quienes la llenaban de insultos por el hecho de perturbar su atolondrada paz, pero aún así no levantaba la vista, parecía más un zombi que cualquier tipo de ser humano.
Llevaba un pequeño ramo de flores en una de sus manos, caminando con paso raudo, pero sereno, al parecer sus pies conocían perfectamente el camino, ya que su cuerpo se movía por inercia, la castaña iba abstraída en sus propios pensamientos.
Luego de mucho andar por fin llegaba a su destino debía cruzar una extensa avenida que la separaba de aquel lugar. Sin siquiera mirar se aventuró a cruzar la extensa calle, sintió como si algo la sujetara y la echara hacia atrás, justo en el momento en que un automóvil a toda velocidad se cruzaba frente a ella salvándose de una muerte segura, pero al voltear nadie se encontraba junto a ella.
Luz: ¡Demonios! ¡¿Por qué no lo permitiste? -exclamó de pronto reclamando al cielo por haberse salvado-
Sin obtener respuesta terminó de cruzar la avenida llegando por fin a su preciado destino, el cementerio general de Connecticut. Tomó las flores, y las acomodó en la delicada lápida de mármol, leyendo nuevamente la inscripción que ahí se encontraba, como si intentara convencerse a sí misma que ese nombre no podía estar grabado ahí.
Amity Blight de Noceda
(1992 – 2012)
Amada esposa e hija
Luz: ¡Amity, amity! ¡¿Por qué me dejaste sola? -exclamaba mientras se apretaba contra el frío mármol- ¡no sabes cuánto te extraño! No puedo soportar más, ya ha sido un año sin ti ¡No puedo más!
Amity y Luz se conocían desde muy pequeñas, siempre fueron excelentes amigas, haciendo juntas diversas travesuras, jugando, riendo, apoyándose en los momentos difíciles, pero al llegar a la adolescencia se dieron cuenta de que el amor que sentían la una por la otra era mucho mayor al de simples amigas así que comenzaron un hermoso y feliz romance.
Los años pasaron y ellas seguían más enamoradas cada día, Luz cumplía veinticinco años y por fin lograba posicionarse en el hospital de Connecticut como jefa del área de cirugía, lo que junto con ser uno de sus metas profesionales más preciadas le otorgaba una buena posición y estabilidad económica, lo que le permitiría realizar su más grande sueño; convertirse en la esposa de Amity. Así que después de una romántica noche, ambas jóvenes se comprometían a pasar el resto de su vida juntas.
Amity cumplía los veintiún años y por fin se graduaba como maestra de primaria, por lo que decidieron que ya era hora de llevar a cabo su compromiso, pues solo esperaban a que Amity terminara su carrera para poder realizar el matrimonio.
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Enamorada De Un Ángel (Lumity)
Fanfiction¿Qué pasaría si salvas a una mujer y resulta que es parecida a tu difunta esposa? ¿Qué son los ángeles? Son seres que nos protegen cada día, no son vistos ni sentidos por nadie. ¿Qué haría Luz Noceda cuando se encuentre por primera vez con un ser en...