Capítulo 4. No nos conocemos

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Yo sí sé lo que estoy sintiendo. Estoy feliz por verte, Luisita ¿Realmente no sientes lo mismo?

—Lo estoy... lo estoy... —Me digo a mi misma mientras siento como el ascensor cierra su puerta y al fin... —Joder... Me doy el respiro que necesito apoyándome con una mano en un lado de las paredes

¿Cómo puede llegar así? ¡Un día antes! De manera tan sorpresiva, tan... radiante, su cabello está más ondeado que nunca y el brillo de sus ojos al verme, sus gestos de confusión y sus labios entreabiertos. ¡Cómo se atreve!

—Se te cayeron las bragas ¿cierto?

—María, porfavor —Dije girando a ver a mi lado —¿Explícame por qué sigues aquí?

—Me gusta el cotilleo —Me responde mirándose las uñas —¿Qué guapa está Amelia, no? —Muchísimo

Le doy una sonrisa falsa mientras escucho la puerta abrirse.

—Adiós, María.

La puerta se abre y mi hermana se despide de mí. Busco con la mirada a Benigna, acercándome a paso firme y constante. Pero mis pensamientos distraídos me hacen chocar con alguien.

—¡Oh! Disculpe —Me digo girándome a ver a la mujer que dio un pequeño salto

—¡Ah! No pasa nada, solo fue un susto —Me dice con una sonrisa, que luego cambia su expresión por una más encantadora —Oh... —Dice mostrándome su gran sonrisa —¿Trabajas aquí?

« ¿Nos conocemos? » Me pregunto a mí misma antes de que la pregunta salga de mis labios, pero ella habla primer

—Hola —Saluda dándome una mirada rápida de pies a cabeza —¿Nos conocemos? —Pregunta con una mirada sigilosa estirando su mano hacia mí—Soy Marina y usted...

Me quedo callada mirándola y ella comienza a dar un paso atrás intrigada. Si la he visto... ¿Dónde?

—...y usted es una mujer de pocas palabras, está bien —Me dice tomando mi mano —Me agrada —Vuelve a decir en otra sonrisa, pero luego su mirada se dirige a un lugar detrás de mí —¡Hombre! Ahí estabas —La escucho decir alejándose de mi

Esa mujer...

Me giro para verla y me doy cuenta que Amelia era la que había salido del ascensor. Y en cuanto la mujer toma el brazo de Amelia, me doy cuenta...

.

Caminaste por la entrada de la casa y pude ver el coche azul que reconocí. (...)

¿Por qué le has comprado flores si me has dicho que nunca antes le habías comprado flores a alguien?

Y la mujer te besó

.

Sabía que este día llegaría, el volver a ver a Amelia. Pero no pensé que tendría que ser luego de un mes y junto a la misma mujer que vi besar aquel día.

¡PERO QUE HIJA DE-

.

.

— ¡Luisita!

— ¡Joder! Que susto —Dije con la mano sobre el pecho —¡Jesús!

—Es que no me escuchabas y eso que te llamé como tres veces —Me dice estirando los brazos hacia mí —¿Qué? ¿Cómo me ves? —Me pregunta haciendo una pose galante frente a mí —Que me he puesto mi mejor traje, seda fina, fina... ¡anda! Toca, toca —Me dice acercando su brazo hacia mí

𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄 𝐃𝐄 𝐓𝐈 - 𝐈𝐈 (𝖫𝗎𝗂𝗆𝖾𝗅𝗂𝖺)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora