Capítulo 5. Hablar del pasado

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—¿Qué sucedió esa noche?

El significado de la pregunta se extiende en cada rincón del pequeño consultorio de Ana. Es la tercera vez que me hacen venir a este lugar. El primer día estuve completamente ausente a sus preguntas, el segundo día estuve llena de ira, y el día de hoy solo estoy cansada...

—¿Qué sucedió... —La escucho volver a preguntar lo mismo de siempre y yo estoy dispuesta a ignorarla otra vez — con Silvia? —...Pero no pensé que sería una pregunta distinta

Me toma por sorpresa, no había escuchado el nombre de Silvia en semanas, ni siquiera yo me había atrevido a pronunciarlo, no mencione absolutamente nada a lo que sucedió aquella noche y ahora estaba aquí escuchándola preguntar algo que pensé que solamente yo sabía.

—¿Cómo...

—Gritas su nombre mientras duermes —Su voz se hace más baja pero aun de manera pausada —.Sé que ella tiene que ver mucho con la herida que tienes sobre la palma —Se inclina hacia mi y trata de suavizar las facciones de su rostro —.Amelia, ¿es ella la que te ha hecho todos esos golpes que tienes en el cuerpo?

La furia en mí, se acumula a una velocidad que no puedo controlar. Estoy volviendo a explotar y no puedo detenerlo.

—¡No sabes absolutamente nada! —Grito señalándola efusivamente con el dedo al levantarme del asiento

—Lo sabría si pudieras hablar conmigo —Me dice como si fuera obvio —.Pero te niegas a compartir tu pasado.

—Ella nunca me ha hecho daño —Trato de ignorar sus palabras.

—Sí que lo ha hecho —Vuelve a decirme sin inmutarse —Le entregaste todo de ti, Amelia y aun así te ha hecho daño—Responde directamente sin reparo —Es momento que te des cuenta

————————

.

¿Te gustaría cenar conmigo esta noche? —

—Lo siento, no puedo.

.

Veo el mensaje por décima vez en mi teléfono. Luisita me había respondido el mensaje casi instantáneamente desde hace una hora, es como si ni siquiera lo hubiera pensado. Lo respondió tan automáticamente como cuando a alguien le preguntas «¿Cómo estás?» Y te responden siempre con un «bien». Ni siquiera pude encontrarme con ella en la salida. Vuelvo a poner en negro la pantalla y me enfoco en la elegante mesa que tengo delante.

—Conocido pensador pacífico hinduista cuyo nombre comienza con la letra G, mmm... ¿alguna idea? —Pregunta Marina con el periódico en una mano y con la otra sosteniendo el bolígrafo. La verdad, es que no estoy muy atenta a las cosas que dice.

—No lo sé... ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Y si tal vez fue algo que dije? ¿O si tal vez aún sigue molesta conmigo?

—¿No te parece suficiente molestia el haber desaparecido un mes? —Responde sin mirarme —¡Oye! ¿Gay puede ser un nombre?

—Es que no lo entiendo — Mi dedo se mueve inquietamente sobre la mesa —Si hace unos días habíamos vuelto a desayunar juntas.

—¡Ah no! que son seis letras, joder —Gruñe dejando el bolígrafo a un lado

—La invite a cenar hoy —Comento mirando a Marina, mientras ella continuaba con la mirada en el periódico.

—¿Gretel, Gadiel, Gaspar...?

𝐎𝐓𝐑𝐀 𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄 𝐃𝐄 𝐓𝐈 - 𝐈𝐈 (𝖫𝗎𝗂𝗆𝖾𝗅𝗂𝖺)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora