Capítulo 1: La Cena

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Prólogo

Amaba cada pequeño detalle que me rodeaba, cuidaba de absolutamente todo con cariño y esmero, apreciaba cada pequeña cosa que la vida me regalará, odiaba y odio el daño, físico y psicológico, odio el dolor y sus bastardas consecuencias. Madre me enseñó a amar, a querer, a cuidar y sobre todo a proteger. El dolor es un mal del tamaño del universo al completo, nos destroza, hace de nosotros la peor persona sobre la tierra, hace que hagamos cosas terribles e incluso nos sume en el miedo. El miedo, la peor sensación que ha recorrido mi cuerpo, el peor de todos los sentimientos.

Soy Elizabeth Quigley, amante de la naturaleza y sus provenientes, también de sus progenitores.

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Hija de pueblerinos, sumidos en costumbres y tradiciones, una buena familia, con padres trabajadores, cristianos y muy devotos.
Yo, Ariana Dunn la mayor de tres hermanos, con un sueño, estudiar, ser independiente, dejar la granja de la familia y vivir desde cero.

Casta y pura debes llegar al matrimonio me decían, pero llegó una pelirroja y cambio por completo mi vida.

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-Madre dice que ayudes a poner la mesa, ya casi es hora de cenar...

Lily interrumpió en mi cuarto mientras escribía en él viejo escritorio de padre.

-Ven aqui -dije ayudándome de mi mano- se acerco al borde del escritorio y sonrió- ¿Porqué no empiezas tú a poner la mesa? Ahora mismo bajo a ayudarte, ¿de acuerdo?

Mi hermana sonrió y asintió conforme, acaricie su mentón, se giró y bajó las escaleras hacia la cocina.

Guardo la tinta y la pluma en uno de los cajones, doblo la hoja y la dejo bajo el joyero, esperando que nadie la encuentre ahí abajo. Las escaleras crujen, la madera dilata por el calor y produce un sonido que anuncia mi llegada.

Cojo los platos que Lily lleva en brazos y los coloco sobre la mesa. El aroma del pan tostado alimenta mis fosas nasales mientras coloco los vasos en la mesa.

-Madre ¿y la leche?

-En el cubo, no me dio tiempo a embotellarla.

-Ya lo hago yo.

Me ayudo con el embudo de papel y Lily sujeta la botella desde abajo. Un llanto sin ceso inunda las paredes de la casa.

-Ariana, el niño -grita madre desde el porche-

-Voy -digo dejando el cubo y corriendo hacia las escaleras-

Entro en la habitación de madre y lo cojo del canasto, lo balanceo un poco en mis brazos y consigo calmarlo.

-Ya esta pequeño, soy yo -digo siseando-

Ya abajo, con él en mi cadera termino de preparar la mesa.

-¿Y la carne? -digo a madre-

-¿Tú tienes dinero para comprarla?

-No, pero tenemos una granja...

-Sabes que no soporto que me contestes Ariana -me interrumpe-

-Tan solo decía que tenemos carne a montones en el patio trasero.

-Es nuestra mercancía, sabes que no me da para más siendo modista y costurera -resopla secando el sudor de su frente con el dorso de la mano- y los centavos del trabajo de tu padre mal nos llegan para el agua.

Me siento en la mesa, sentando a George en mi regazo y Lily se sienta a mi lado.

-Madre, mañana no estaré aquí...

-¿Cómo va ha ser así? ¿Quién cuidara de tus hermanos? Dime.

-Madre, mañana tengo que ir al centro de el pueblo, a la escuela ¿Recuerda?

-¡Que barbaridad! ¡Yo no sabía nada de eso!

-No es cierto madre, usted me mandó a ir.

-¡No me llames embustera!

-No lo hago madre, nunca lo haría.

-Si es menester irás, si necesito que cuides a tus hermanos te quedarás ¿Entendido?

-Si madre.

Padre entra en casa, saluda a madre con un beso en la mejilla izquierda, luego se sienta en la mesa mirando al plato de verduras y al pan tostado.

-La próxima vez que te llame para cenar bajas al instante, tu hermana es muy pequeña como para hacer tus deberes.
Asiento obediente, sé que es mejor que sea así.

-¿Lily irá este año también?

-No se, sabes que no me podría hacer cargo de ella, es mejor que se quede en casa.

-Yo podría llevarla, así solo tendrías a George, sería menos trabajo...

-¿A ti te parece bien Tom? -padre mira a madre confundido- Lo de que vaya a la escuela este año también.

-Si querida, es necesario, el año pasado aprendió a escribir, no es buena idea dejarla aquí, que olvide lo aprendido y se retrase conforme al resto de niños.

-Entonces irá -dice madre- pero la llevaras tú Ariana.
Asiento, miro a Lily y ella me sonríe.

-¿Y George? -pregunta padre-

-Lo llevaré conmigo, la hija de Lauren está en el taller de aprendiz, no le importará ayudarme con él.

Mientras comemos George comienza a llorar desesperadamente, al parecer tiene hambre, lo acurrucó contra mi pecho y no consigo que calle.

-Tienes hambre -dice madre-

-Lo se -respondo-

-Pues dale de comer -dice y después come un trozo de pan-

-El biberón se rompió, antes, a la hora de comer.

-Mañana iré a comprar uno.

-¿Y que le doy de comer? -digo mientras lo mezo poniéndome en pie-

-Usa una cuchara.

-Madre es un bebé ¿Como voy a darle con cuchara?

-Si de verdad tiene hambre comerá -dice tomando leche de su vaso- si no pues arreando que es gerundio, no ha nacido en cuna de oro como para que exija de más.

Busco una cuchara mientras sigue llorando sin parar.

-Hazlo callar -dice mi madre-

-Eso intento.

Me siento en la mesa, tomo leche del vaso con la cuchara y mojo sus labios, George se tranquiliza saboreando el líquido y vuelvo a respirar más tranquila.

-Te lo dije.

Padre me mira, y me sonríe con afecto.

-No te preocupes, mañana antes de que el lechero pase tendrá un biberón nuevo.

-Gracias padre -sonrío-

-Lo que necesitéis -sonríe- mirándonos a los tres-

Dejo mi vestido y mi delantal sobre la silla de mi escritorio, me siento sobre mi cama, dejo los pies colgando de esta, y miro a un punto fijo al frente, a la nada. Pienso en mañana, en volver a ser libre y salir de estas cuatro paredes que están llenas de deberes.
Le sonrió al aire y me tumbo acomodando la cabeza sobre la almohada, no puedo esperar a que sea mañana.

Lloraré con tu partidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora