Capítulo 10: Pastel De Calabaza

20 4 3
                                    

-Esto está buenísimo -dijo Ariana devorando todo lo que había sobre la mesa-

Sonreí al verlas tan felices, esa felicidad se contagiaba en segundos, me daba pavor pensar en que pronto tanta dicha se esfumaría.

-Lily me ha ayudado -dije- quería desayunar algo especial, y he creído que lo merecía.

-Pues creías bien -dijo mordiendo otro cacho de pan-

Era verdad, ambas se lo merecían. Ariana había comenzado ha hacer que olvidase el hecho de que estaba sola en el mundo tras la muerte de mi madre, ahora tenía una amiga y dos pequeñines que eran como mis hermanos.

Sentía muchísimo todo lo que había ocurrido y quería hacerles olvidar el mal trago por el que habían pasado.

Tras comer, subí para recoger el colchón y ordenar todo de nuevo, tenía que hacer que esa casa volviese a la normalidad, al completo, tenía que hacer como si todo esto nunca hubiese ocurrido, tenía que borrar hasta a madre de mis recuerdos.
La imagen de la rubia vino al instante a mi cabeza. Era ella, dándome un beso en la mejilla y diciéndome "te quiero".
Aún recordaba como se sentía eso. Era difícil pero bonito. Me acordé de cada palabra, de cada consejo, me acordé de su olor, de su mirada y de su voz, pero lo que más necesitaba era volver a ver sus ojos, esos que me calmaban como ningunos, esos que me apagaban, esos que al mínimo contacto se derretían.

Estaba junto al río, mi madre estiraba una manta blanca a modo de mantel y ponía la fruta que sacaba de la cesta sobre este, de rodillas me sonreía con su mirada dirigida hasta mí, hasta el lago.

-¡Vamos, ha comer! -gritó-

Salí del río empapada y con un pequeño chasquido hice que el calor que provenía de mi interior secáse mi ropa y pelo al instante.

-Deberias de dejar de hacer eso, podrías acostumbrarte y hacerlo sin querer ante la gente...

-Madre, no lo haré, deje de preocuparse por mi

-¿Sabes? Me gustaría mantenerte aquí a mi lado siempre, dime qué tú no te irás de casa como hacen las otras chicas del pueblo - rogó- al fin y al cabo tienes de todo aquí, no te hace falta nada más.

-Mamá, ¿porque tenemos que hablar de esto? Disfruta el día, deja que el destino haga lo demás.

-A veces el destino se equivoca...

-No es verdad, todo pasa por algo, todo tiene su porque, que no sepamos descifrarlo es otra cosa muy distinta.

Me senté sobre la manta, respiré y mordí una fresa dejándome llevar por aquel apacible momento.

-Eli, prométeme que cuidaras de esto, que no dejaras que muera nuestro recuerdo.

-Mamá, esto es eterno, ya estamos dejando nuestra huella -dije mirando al rededor- esto no se borra, pasen años y años, los árboles de este bosque seguirán recordando  como merendamos sentadas sobre sus raíces.

-Sabes que no me refiero a eso -respiró- la cueva no...-le interrumpí-

-Puede ser expuesta -completé la frase de mi madre- mamá, la cuidaré, lo prometo, pero deja de hablar así, queda mucho para eso.

Mi madre sonrió y la brisa que se colaba entre las hojas de las frondosas copas de los árboles golpeó mi cara. El olor inundó mi ser, era como el olor de la tierra tras una larga tormenta, petricor, era refrescante y agradable, era el sinónimo de paz.

Volví a la realidad bruscamente, obligada por mi misma, mi ser no soportaba esos recuerdos, no lo había superado, nunca lo haría. Por Dios, era mi madre, ¿quien superaría la muerte del ser que le dió la vida? Nadie en su sano juicio lo haría.

Si algo bueno tenía era mi capacidad para aparentar serenidad en malos momentos. Cuando sientes que te quebrarás en dos, en ese momento es cuando más necesitas a alguien, debes de elegirlo (a diferencia de tu familia) los humanos necesitamos alguien con quien hablar, al igual que necesitamos la soledad. Pero hay que moderar está última, la soledad es devastadora a grandes cantidades, sentirse solo es tan doloroso, tan inhumano.
Ese alguien para mí había sido Ariana. La verdad era esa. No quería reconocerlo, no me gustaba nada la idea de saber que no me bastaba solo conmigo, pero era cierto.

Ariana había comenzado ha ser mi refugio personal a lo largo de estos días. Me había encariñado con ella, era imposible no hacerlo, esos ojos que eran como dos canicas relucientes me atraparon al momento. Había desarrollado un instinto de protección con sus hermanos al instante, pero en lo más profundo de mi, sabía que con Ariana era diferente, no era protección, aunque también, si no que tiraba más por el camino de amor, simplemente eso, amor.

Me dolía aceptarlo, siempre había sido mi madre y yo contra el mundo, ahora era solo yo, aunque con la esperanza de que algún día fuese Ariana y yo contra el mundo. Ariana no era como yo. Era algo que tenía más que claro, pero esperaba que eso fuese diferente, no quería que nada cambiase, ella tal y como era me agradaba, pero yo esperaba que encajásemos, que por muy opuestas que éramos nos pudiésemos complementar.

-¡Vuelve aquí granuja! -mi madre gritaba corriendo tras de mi- ¡Ven aquí pelirroja!

-¡Ni hablar! Tendrás que pillarme
Corría ágilmente alrededor de la cabaña con el pastel de calabaza en las manos

-¡Vuelve aquí! ¡Eso es el postre, en esta casa se acostumbra a comer el primer plato antes señorita!

Mi madre me cogió al fin, apoyando mi espada en su pecho y levantándome ligeramente del suelo. Dejó el pastel flotando en el aire.

-¡Ahora verás!

Mi madre me apretó un poco más y un ataque de cosquillas recayó sobre mi sin piedad.

-JAJAJAJAJAJA ¡PARA MAMÁ PARA!

Pataleé intentando respirar, entre risa y risa, apenas me daba tiempo a coger aire.

-¿Tú paraste de correr?

-PERDONA MAMÁ, PERDÓN -grité entre risas-

-Perdonada -me dejó en el suelo y yo llevé mi mano al pecho regularizando mi respiración- Ahora entra ahí y siéntate a comer.

-No me gusta el guiso -bufé-

-Si no hay guiso tampoco hay pastel -dijo cogiéndolo del aire-

-¡Me encanta el guiso! -dije entrando en casa entusiasmada-



Nota de la autora:  Quería acercaros un poquito más de Eli y su mami. Son un amor help😫
Gracias por leer<3

Lloraré con tu partidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora