Capítulo 6: Rojo Fuego

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Elizabeth

Le extrañaba, pero por más que buscase en mi mente no encontraba una excusa o pretexto para verle. Se que me quiere, lo se porque yo también lo hago, le quiero. Me encanta ver sus sonrojadas mejillas ante el mínimo roce de nuestras pieles, por estúpido que sea.
Tenía que callar, las cosas serían y debían ser así. Aunque la verdad, me bastaba con tan solo verla.

No diría nada. Por más que ese pelo castaño me hiciese perder la cabeza, era más importante la realidad, y la realidad es que ella me quería, pero no así... no como yo a ella.

Lo único que sabía era que su madre la había castigado. Alen me contaba que iba a verla, que tiraba una piedra al marco de la ventana y Ariana salía. Le veía un rato, y luego este se marchaba corriendo para que no le pillaran con las manos en la masa.

Alen solo sabía hablar de lo mucho que le gustaba Ariana, o de lo preciosa que era o de lo bien que se llevaban, y yo no podía ni aparecer por esa maldita casa.  Las tardes con él en el río eran eternas. No era dolor, era impotencia.

Temor, temor porque aún no había dicho nada de lo que ocurría ni ocurriría en poco tiempo, aún seguía siendo mi secreto.

Buscaba una señal de madre, era difícil decidir sobre mis actos, pero recordé que era más importante la realidad de nuevo, y deje mis ilusiones a un lado.

Mientras Ariana seguía prisionera en esa casa, yo... digamos que algo ocultaba. No quería ocultarlo, pero tenía que hacerlo, al fin y al cabo no era algo malo ¿no?

Lo único que quería era ver a Ariana.

Le habían prohibido salir, la mayoría de ventanas de la casa estaban cerradas y completamente cubiertas por las cortinas, no iba a clase. En el pueblo se rumoreaba que era un niña de familia, pero mal encaminada, tenía mala fama y supuestos amigos viciosos, todo esto tan solo por no ir a la escuela. Madre tenía razón, los rumores y contadurías corren en este maldito pueblo.

-Ariana, sal, solo un segundo, quiero hablar contigo -digo mirando hacia arriba-

-Lo tengo prohibido Elizabeth, madre me mataría...

-¿Esta dentro?

-Sí.
Ariana asintió, giro la cabeza y miró la puerta de su habitación.

-Espera -digo y comienzo a andar, rodeando la casa y golpeó la puerta con reparo-
Una señora abre la puerta agitada, pasa la mano por su frente, secando el sudor en esta, luego la pasa por su delantal blanco impulúto y me sonríe con dificultad.

-Disculpé ¿Se encuentra Ariana? -sonrío entrelazando mis propias manos-

-¿De parte de quién?

-Soy Elizabeth, su compañera en la escuela.

-Lo siento muchísimo, pero no se encuentra en casa -dice comenzando a cerrar la puerta-

Yo interpongo mi pie, parando la puerta y evitando que la cerrase por completo.

-No quería molestar, pero necesito hablar con ella, me iré enseguida, se lo prometo.

-Va ha ser imposible jovencita, otro día será -ella vuelve a intentar cerrar, estrangulando mi pie entre la puerta y el marco de esta.

Me acerco a ella, con mi pie completamente dolorido, le sonrío amable intentando trasmitirle algo confianza, pero al ver que ella seguía intentando sacarme de ahí aplastando mi pie el fuego en mis ojos se encendió. Hundí mi pulgar en su frente, recite las palabras:

-obliviscere omnia, meis crede verbis, fac quod dico, molles mihi manus ad vitam tuam dirigat

El fuego aún ardía en mis ojos, solo madre sabía calmarlo, solo ella y su congelada mirada. El hielo en sus ojos.

"Lo extraño" pensé antes de separarme de la madre de Ariana. Extrañaba el frío de sus ojos.

-No le robaré mucho tiempo

-Bueno... pero rápido, tiene tareas por terminar y vigilar a sus hermanos.

-Oh si, no se preocupe -dije pasando a su lado, viendo a Ariana en el último escalón de las escaleras, agarrada a la baranda, mirando la escena-

-¿Qué...?

-Shhhh, sígueme antes de que se le pase el efecto -susurré-

-¿Que efecto? ¿De qué hablas?

-Shhh -tome su brazo y la lleve hasta la puerta principal-

-Elizabeth ¿De qué hablas? ¿Porque actúas así?

-Shhhh
Volví a callarla y cerré la puerta detrás nuestra, quedando fuera de la casa.
-Le hice un cambio de conciencia -expliqué- el problema es que aún no tengo mis estudios completos y los hechizos que hago duran menos de lo que deberían.

-¿Hechizos? -frunce el ceño dejando ver su confusión al completo-

-Confundus. -digo mirando a la puerta, intencionalmente para confundir a la madre de Ariana al verla mirando por la ventana-
Pestañeo un par de veces y miro a Ariana.

-Tu-tus pupilas, e-estan rojas. -tartamudea-

-No has visto nada -digo volviendo la mirada hacia la casa- no has visto nada ¿Vale?

-S-s-i.
No tenía miedo, estaba completamente desconcertada, no salía del shock en el que le metí así que solo tenía una forma de explicárselo, ver para creer, o eso dicen.



Nota de la autora:

Esta bueno el chisme, no??? AJAJAJAJAJAJ no se vosotros pero yo las shippeo mucho😋

Lloraré con tu partidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora