La búsqueda de respuestas
Parte 323:30
Los chicos comenzaban a salir llevándose 3 Wokis, armados y aunque algunos lloraban por qué no sabrían su suerte otros estaban preparados con valentía.
Vi como todos se esfumaban del pasillo, pensaba en Olivia... Sasha... Antón... rogaba a Dios que no les pasará nada malo allá abajo.Minutos después no se escuchaban los pasos de nadie así que el miedo comenzaba a tocar mi puerta mientras mis preocupaciones me abrazaban.
Y el querido Mauro, Mauro estaba sentado a un lado del pasillo, exactamente dónde estaba Maddie sentada, el simplemente no paraba de mirarme, no se que era lo que quería de mi, pensé que en algún momento me atacaría aprovechando que me dolía un poco la cabeza. Tal vez saltaría como pantera a descuartizarme, sin embargo no era lo que estaba pasando...
— Mauro... — alcé la mirada poco a poco
— ¿Sí? — movió su cabeza a un lado.
— ¿Sabías que iba a pasar todo esto en tu casa? —
— Hablas de... ¿Esto? No, se supone que — Negaba mientras miraba el piso.
— Solo quería estar con ustedes de verdad, yo no hice nada de esto — El solo se estrujaba los ojos con una mano.
— Si no fuiste tú, entonces me puedes explicar ¿Por qué demonios tienes una pared satánica en tu sótano? —
Me crucé de brazos y fruncí el ceño, quería que me viera como una figura de autoridad aunque por dentro me estaba muriendo del miedo, tenía preparado un cuchillo escondido en mi bota por si acaso.
Dejó de suspirar y podía sentir como esa mirada azulada dulcemente amarga me fulminaba con cada cosa que hiciera a partir de este momento.
— Escúchame, yo no tengo nada que ver con eso ni mucho menos llegues a delatar lo que viste allá abajo — Me hablaba seriamente podía sentir como se calentaba segundo por segundo.
— ¡Dime porque tienes un puto sótano lleno de símbolos! — protesté acercándome a él
— No te metas en lo que no te importa, y pobre de ti si llegas a abrir la bocota —
— Dame una razón para pensar que no eres tú el jodido y puto asesino —
— Ander sabe, él te explicará
— ¡¿Qué?!, ¿Que tiene que ver el con todo esto? —
— Te dirá la verdad, ya no me interesa que me sigan culpando ¡no lo soporto! —
— Mauro, no has contestado mi pregunta anterior — De nuevo impuse autoridad en la conversación
No entendía el porqué tenía una sonrisa cínica con la mirada enterrada en el piso.
— ¿Quieres que te dé una respuesta? Te daré una respuesta —
Estaba lista para cualquier cosa, tenía una mano cerca de mi bota y los pies preparados para correr
Él se lanzó encima de mí y puso sus manos en mi boca, tratando de callarme.
Sabía lo que podia pasar en los siguientes segundos así que rápidamente saque una pierna y como pude le di una patada en el estómago bruscamente el reaccionó apartándose de mi.
Como pude salí corriendo del pasillo buscando las escaleras
De reojo sabía que me estaba persiguiendo, pues sus pasos se oían cada vez más cerca de los míos.
— ¡No hemos terminado de hablar Med! —
Estaba 80% segura de que el era el asesino, pero ¿que había de Eliot? El buen hombre, había mucho que explicar.
Rápidamente bajé las escaleras como pude y trataba de encontrar a los chicos, o a alguien que pudiera socorrerme pero había oscuridad total en la segunda planta.
Me metí en una habitación y cerré la puerta, buscaba un rincón donde esconderme, por fortuna casi en todas las habitaciones habían ventanas gigantes, si algo salía mal el plan b era tirarme por la ventana aunque me costara un brazo nuevo.
— Med, ¿sabes? conozco mi casa, sé en dónde estás —
No soportaba su voz, me daba miedo no lo quería cerca.
Comenzó a abrir puerta por puerta buscándome, yo no quería esconderme en un armario pero era lo único que tenía. Abrí con cuidado el armario el cual poseía un extraño símbolo y mi respiración comenzó a aumentar esporádicamente. Sentía que el azúcar se me bajaba, la palidez era el nuevo color de mi cara y mis lágrimas la decoración que mi rostro usaba.
— Eliot... —
La cabeza de Eliot rodó hasta mis pies, me tapé la boca y me alejé asustada.
— Mierda, mierda ¡mierda! — me lleve las manos a la cabeza, no podía creer que esto estaba pasando en mis narices.
Tosi, y desesperadamente me acerqué a la ventana.
La abrí y...
— ¿Med, a dónde vas tan rápido? Era el castaño de ojos claros que me había encontrado.
Estaba apunto de saltar por la ventana hasta que vi su rostro. Aquel rostro era mi salvación segura, me acerqué con lágrimas en los ojos y lo abracé.
— Carlsen, es Mauro —.