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--Si Pa, ya estoy llegando, unos cinco minutos más y estoy, si, adiós -

Rosé deja su teléfono a un lado y se concentra en el camino hacia el condominio de su padre.

Desde que su padre se divorcio de su madre, Rosé no había vuelto a visitarlo a su 'casa de verano'.

Este año su madre (casi) la obligó a ir, por lo menos en lo que durarán las vacaciones.

Lo único por lo que Rosé aceptó es al saber que podría invitar algunos amigos, en determinados días de la semana. Ella ya había pensado pasar su verano junto a sus amigas, pero por insistencia de su madre, sus planes se vieron arruinados.

A Rosé le daba vueltas en su cabeza la idea de ver una vez más a su padre después de casi tres años de no visitarlo, sólo hablaban de vez en cuando por teléfono, pero nada más.

Sus padres se habían divorciado, su padre se encontraba comprometido con alguien mucho más joven que él, y aunque su madre insiste que el divorcio fue en mutuo acuerdo, no le gusta la idea de tener una madrastra.

Rosé deja esos pensamientos al ver de cerca la gran casa, a través de las vallas se podía ver el extenso pasto verde, y algunos rosales.

Rosé gira el volante, estacionado el auto a una orilla en la sombra, ese auto había sido un regalo de sus dieciocho años, de parte de sus padres. El auto tiene un lindo color amarillo, el techo es desplegable y tiene un buen motor.

Al mirar a la entrada se encuentra de frente a su padre, al contrario de la última vez que lo había visto, lucía relajado, una copa en su mano y una remera llena de rosas en su cuerpo.

Rosé toma su bolso fuertemente, mirando como una mujer joven le daba un beso a la mejilla de su padre.

--¡Rosie! - su padre abre sus brazos, esperando que Rosé corra a ellos, como lo hacía cada vez que lo visitaba.

--Papá -

Al contrario de lo que su padre pensaba, Rosé camina lentamente, hasta posicionarse a su lado, dejando un pequeño beso en su mejilla, sin un abrazo.

Su padre acepta el beso, intentando esconder la decepción que emanaba todo su cuerpo al no sentir los abrazos de koala que su hija antiguamente le daba.

--Bueno, hija, te quería presentar a Momo Hirai, bueno... Mi prometida -

Rosé observa lentamente, a la prometida de su padre, con una mirada de desaprobación, pero no dijo una palabra, entrando con un pequeño asentimiento a la presencia de Momo.

Dentro del recinto, se puede ver bien la gran extensión de pasto, al igual el gran rosal plantado en una esquina, las plantas se enredaban, dándole así una hermosa imagen que mirar a los visitantes.

La cabaña estaba igual que como Rosé lo recordaba, pintada de color verde a petición de una Roseanne de cinco años. Eso hace que la chica sonría, pero su sonrisa se va cuando ve una chica cerca de los rosales, parecía limpiar algo.

--Oh, veo que encontraste a Jennie -

Su padre llegaba al lado de Rosé, mirando en dirección a la chica absorta en su pequeño mundo de espinas.

--¿Jennie? ¿Quién es ella? -

--Ella trabaja aquí -

--¿Qué? ¿Desde cuando contratas personal? -

Rosé levanta un poco su voz, mirando como la tal 'Jennie' se levantaba, tenía grandes guantes, una jardinera y un carrito a su lado, seguramente para los desperdicios.

Campo de Rosas ✗ ❪Chaennie❫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora