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Era un 15 de agosto en Japón, un chico de cabellos naranjas despertó de nuevo de un sueño abrumador y luego murmuro- Esta vez ...también le falle- mientras sostenía el gato en manos otra vez. El cielo parecía, estar nublado esta vez, como si le diera un toque al la sensación que el joven de orbes azulinos sentía, estaba confundido, dolido y triste pues una y otra vez vivía el ciclo de la muerte de su mejor amigo, sin importar que.

Se dispuso a prepararse para salir, tomando una ducha rápida, y cambiando su ropa, en cuestión de pocos minutos, saliendo de su departamento para ir a hacer algunas compras, recorriendo las calles donde todo había ocurrido, cada paso por aquellos lugares era como una puñalada en el pecho, mordiendo su labio inferior para evitar y resistir las ganas de llorar una vez mas, comprando algunas flores en el camino y siguiendo la ruta actual hasta llegar a un hermoso jardín, ubicado un poco a las afueras de la ciudad. Buscando con la mirada a su amigo o al menos a donde este se encontraba, hasta llegar hasta allí, había pasado mucho desde que no se encontraban de esa manera, pues el siempre había estado mas pendiente de tratar de evitar su horrible destino y que terminara de esta manera, reposando en paz y tranquilidad, sin que nadie le molestara, por primera vez en su vida, sintió que debería dejar de evitar lo inevitable y dejarle en paz. Se poso de rodillas frente a el y dejo algunas flores que compro en el camino, adornándolas alrededor de su lapida, y repasando con su dedo indice el lugar donde se encontraba el nombre de su amigo y sin previo aviso, las lagrimas se desbordaron de sus ojos en el preciso instante en que su mente le hizo una mala jugada, abriendo la pequeña caja de recuerdos de el y el castaño, algo que había terminado en un parpadeo, y por ningún motivo iba a regresar en el tiempo para evitarlo pues cada vez, que intentaba salvarlo se daba cuenta del sufrimiento que provocaba en el, cosa que el no quería hacerle a su mejor amigo, y si evitarle el sufrimiento significaba no volverlo a ver nunca, aunque le doliera y le partiera el alma, estaba dispuesto a aceptarlo.

-Hasta pronto...Dazai...- se puso de pie, secando un poco sus ojos con un pañuelo que llevaba, decidió que era momento de irse y sin mas comenzó a caminar, justo antes de alejarse mas del lugar, sintió una extraña calidez en todo su cuerpo, y las lagrimas brotaron una vez mas, pues reconocía que esa calidez lo único que la podía provocar era la compañía del castaño.

Y no se equivocaba puesto que, el chico de cabellos castaños, quería despedirse de la forma correcta de su amigo, dándole el ultimo abrazo, aunque este no le viera, el si lo hacia, trataba de cuidar sus pasos adonde quiera que el fuese, como si fuese su ángel guardián, el joven de orbes avellana acerco sus labios al oído del pelinaranja y susurro con una voz tranquila y cálida:

-"Este dia de verano, por fin termino"- Y dicho esto su esencia se desvaneció tan rápido como cuando su vida se esfumo.

El corazón del pelinaranja latía con fuerza y al caer en cuenta de lo que pasaba, todo se torno oscuro...y de un brinco despertó, su respiración estaba aun mas agitada, era de nuevo un 15 de agosto de nuevo en japón.

Sin embargo esta vez, el verano por fin termino...

Kagerou days (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora