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—Creí que llegarías más temprano —le dije al chico que entraba a mi departamento.

—Perdón, pero...—su teléfono comenzó a sonar— espera un segundo.

Refunfuñé—Seguro son los de las compañías telefónicas, no respondas.

—Si lo son entonces colgaré, nunca sabes cuando alguien te esté llamando por auxilio —contestó la llamada.

Tenía razón, era la compañía con su mensaje previamente grabado "Estimado usuario su crédito está a punto de agotarse, le recomendamos recargar en su sucursal más cercana o hacerlo directamente en nuestra aplicación móvil o sitio web, si tiene dudas puede quedarse en la línea después se los siguientes tonos biiiip", en lugar de colgar Magnus decidió esperar a que terminará el odioso pitido y desearle al operador un buen día.

Típico de sagitario.

En ese tipo de situaciones odiaba tenerlo como primo, no porque tuviera algo de malo ser amable, pero si ya se hace rutina y es con todas las personas, literalmente todas, muchas veces es hartante.

Cortó la llamada.

—Ahora sí, perdón Mich es que ya había llegado a tu edificio, pero justo tu vecina intentaba meter a su apartamento un refrigerador nuevo y entonces...

—No necesitas explicarme nada, suponía que te habías quedado haciendo un favor o algo muy al estilo Bane.

—Tú también eres Bane —me recordó

«Por desgracia»

—Si, pero yo soy Libra —subí mis hombros excusándome, él hizo una mueca— no, no pienso explicarte ahora mejor camina que ya vamos tarde.

Tomé las llaves de la mesita al lado de la puerta, le indiqué con la mirada que saliera primero y lo seguí.

Quedarme a vivir en la ciudad no fue de las cosas que planeé cuando acepté visitar a mis tíos, spoiler: salió mal. No me agrada tener que desplazarme siempre en auto, no poder cortar o guardar las hojitas que encuentro en la calle, que me digan cómo o que debo comer y mucho menos que las personas, sobre todo hombres, se me queden viendo por lo que uso o por hablar sola. Durante casi un año mi tío Asmodeus estuvo insistiendo para que les visitara, al principio me negué rotundamente, pero, con influencia de mis padres y algunos sobornos por parte de mi hermana mayor, logró convérseme; se supone que serían las mejores dos semanas de mis 18 años de vida pero no quedé enamorada de los adoquines y las luces nocturnas. No niego que la ciudad tenga su encanto, pero no fue la principal razón por la que decidí quedarme, en realidad fue una chica de cabello tintado de azul y destellos plateados, aunque todos supusieron que fue por la buena relación con mi primo.

Subimos al auto, Magnus tomó sus lentes del compartimiento frontal, sintonizó la radio y comenzó a tararear la canción transmitida.

Sé que es raro, pero me emociona escuchar música sin que yo tengo el control y lo acepto está un poco pasado de moda, pero nunca sabrás que joyitas te encontrarás en las frecuencias. Mi hábito de poner especial atención a las canciones nació cuando llegué a la ciudad, la única manera en la que lograba despejarme del perfecto orden de la casa de los Bane era salir a tomar un paseo; para mí las caminatas son sagradas y prender mis datos móviles solo las perturbaba, parecía que me llegaban más notificaciones que cuando estaba en la casa, así que opte por la opción de escuchar la radio, no negaré que me tarde al menos 20 minutos en encontrar alguna estación que me hiciera sentir como en una película pero al final lo logré.

efímero | malecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora