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—Pero, ¿y si no es así?, ¿y si de repente mi mente entra en crisis y me hace decir alguna tontería? o ¿si mis pies deciden dejar de funcionar y caigo en sus brazos muy al estilo dorama?, aunque pensándolo bien eso no estaría tan mal.
Cat soltó un suspiro, se sentó junto a mí en el pequeño sofá beige y tomó mis hombros.
—Magnus, tranquilo. Sólo se verán y no será nada incómodo porque estarán en una fiesta, tú fuerte. Fue más arriesgado intentar encontrarlo en el tren y ni siquiera ese día estabas tan ansioso.
—Si Bane, todo estará bien —dijo Ragnor recargado en el marco de la puerta— Cat debería ser la nerviosa aquí, está a punto de casi pertenecer a tu familia, eso si da miedo.
Fingió un escalofrío.
— ¿Siempre tienes que actuar como si nunca hubieras tenido sentimientos? —le pregunté molesto.
—No, no tengo que actuar. Es real, saben lo que creo de las relaciones.
—Claro, que son un invento del gobierno, así como el que todos tenemos las mismas oportunidades —dijo Cat de memoria.
—Exacto, entonces dejen de insistir, nunca me interesaré en alguien.
—Pero conozco a muchas personas que seguro lo estarían en ti —dije mientras me acercaba a él haciéndole ojitos.
—Ni lo pienses, una vez Cat me presentó a una de sus amigas y fue peor que desastroso.
—Pero yo nunca lo he intentado, está es una amistad de tres así que debemos tener las mismas oportunidades.
—Lo siento, pero ese derecho se lo ganó por antigüedad, aún te falta un año para cumplir el mismo tiempo.
—Ash —suspiré.
Ragnor me despeinó un poco y se dirigió a Cat para después susurrarle y abrazarla como si quisiera sacarle los intestinos, ok cuando estoy nervioso tiendo a imaginarme los peores escenarios posibles.
Estaba a punto de irse cuando lo tomé de la muñeca y también le dije al oído: "Si Alexander llega, asegúrate de ser tú quién lo traiga hasta acá y por favor que sea por el camino largo, pero antes envíame un mensaje", sólo me dedicó media sonrisa y abandonó el lugar.
Después de también abrazar a Cat y haberle prometido que nada pasaría entre nosotros si las cosas con Michelle no salían cómo querían me despedí, salí del pequeño intento de cabaña y me dirigí con la otra chica, aunque estaba seguro que no me dejaría siquiera entrar porque no había sido "armonizado" previamente.
Di un par de golpes en la cabaña de Michelle y a los pocos segundos abrió la puerta, frente a mi estaba mi pequeña prima, la niña con la que intercambiaba cartas por la distancia que nos separaba, la que estuvo junto a mi durante las consultas de mi madre y apretó mi mano cuando el doctor nos daba malas noticias, a la que ayude a curar sus raspones cuando caía de la bicicleta, la que llegó un verano atrás, ahora estaba frente a mi vestida como una linda hada con una sonrisa escondiéndose entre sus labios.