Capítulo 1.

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Un hombre se encontraba en un campo de cultivo arando la tierra de la zona, y plantando semillas en toda la extensión del área. El sudor en su rostro y sus ropas cubiertas por una capa de suciedad daban a entender que ha estado ahí por horas. Ya era casi medio día, por lo que decidió terminar su labor, ya había recolectado una gran porción de aquellos cultivos, y colocaba nuevas semillas para después echarles agua. Con suerte le servirían para sustentarse, no sólo comerlos, también venderlos en la ciudad.

Acabado su labor, se limpió el sudor de su frente con un trapo que estaba en una camioneta azul oscuro que usaba para trasportar los cultivos. Después de hidratarse y guardar sus herramientas y cargar los cultivos, se subió al vehículo, encendió el motor y partió. Por el trayecto en la carretera, vio a otras personas en campos trabajando. Algunos al verlo pasar lo saludaron, lo cual él correspondió. Otros siguieron en su labor sin prestarle atención.

Avanzando por las calles, llegó a una ciudad pequeña, sus edificios no eran muy grandes, y era un lugar muy agradable. No era un lugar donde hubiera incidentes o cosas extrañas, por lo que para él era perfecto. Al llegar a la zona comercial, se estacionó detrás de un camión del cual estaban bajando mercadería. Se bajó y comenzó a bajar los alimentos de su camioneta. Mientras bajaba los productos, de uno de los comercios salió un hombre el cual llegó junto a él.

—¡Ah! Ahí está, mi proveedor favorito. Que gusto verlo de nuevo —dijo el hombre acercándose al vehículo, y viendo todas las cajas y bolsas que había—. Veo que hoy obtuvo una buena cosecha.

—Sí, así es. Supongo que también va a comprar mis vegetales hoy, ¿no? —mencionó él bajando la última bolsa.

—¡Claro! Sus productos son de los más pedidos, tienen muy buena calidad —mencionó el comerciante. Si le preguntaban a él, no había producto en toda la zona que se le iguale al que el hombre frente a él podía cosechar, daba la sensación de haber sido creado por un Dios—. Si me disculpa, ire a buscar el dinero, con permiso.

El comerciante se retiró, dejándolo a él ahí un momento. En un momento mientras esperaba apoyado en su camioneta hoyó unas risas, y al dirigir su mirada a estas, notó a una familia de cuatro integrantes. Éste se les quedó observando, y por un momento sintió un hormigueo que le recorrió la espalda, algo cruzó por su mente en ese momento, pero lo ignoró rápidamente al ver que el comerciante volvía y en su mano traía un sobre, el cual se notaba que estaba abultado.

—Bien, aquí está —tras entregar el dinero, haría llamar a algunas personas quienes empezaron a llevar toda la cosecha—. Espero verlo pronto, sin duda alguna sus productos son de los más solicitados del mercado, y pagan mucho por ellos.

—Que puedo decir, sólo hago mi trabajo —se subió a su camioneta y encendió el motor—. Gracias por el dinero, cuando pueda volveré con más cosecha.

—Claro, estaré esperando ansioso su regreso. Nos vemos, señor Goku —el hombre, ahora llamado Goku le dedicó una sonrisa amistosa, y partió rumbo a su hogar. Mientras manejaba, rememoraba algunas vivencias, algunas buenas, otras no tanto. Sin embargo, el pensar en ello generó en él un sentimiento melancólico por tantos recuerdos, pero aun así no sabía si lo que dejaba era mejor de lo que le deparaba, en especial por recordar un momento crucial de esos días de antaño. Un recuerdo tan presente para él que parece haber ocurrido hace horas.

Al llegar a su hogar, el cual era una casa modesta, Goku estacionó la camioneta al costado de su casa, y tras apagar el motor y bajarse, caminó en dirección a la puerta principal, y se adentró a su hogar.

—Estoy en casa —anunció, pero no hubo respuesta. Sólo silencio, una monótona soledad en cada rincón del lugar. Dejó salir un suspiro de aflicción e ingresó al recinto, aun se preguntaba por qué hacía eso si sabía que nadie le contestaría. Talvez tenía la esperanza de que, al volver, podría haber alguien que estuviera esperándolo, pero no era el caso, no desde que estuvo con aquella persona hace tiempo, y de la cual ya no sabe nada.

Se dejó caer en el sofá de la sala, vaya que necesitaba un descanso después de tantos días trabajando. Por suerte, la siguiente ración de vegetales tardaría en crecer. Se tomó un momento para apreciar su casa, no era la gran cosa, de hecho, era bastante simple, pero para él era perfecto. Nunca le interesó lo lujoso. Su mirada se detuvo en un cuadro que estaba sobre un mueble, y se dedicó a observarlo. Era él con otras tres personas, una mujer, un joven y un niño. En dicho retrato, se podía ver la alegría en sus rostros, saludando sin mostrar preocupación. Goku entonces cerró los ojos y se sujetó el rostro, dejando salir un suspiro. ¿Cuánto tiempo había pasado? Ya ni siquiera lo recordaba. Para olvidar el amargo momento, decidió tomar una ducha, además servía para quitarse el sudor de su cuerpo.

Caminó al baño tratando de alejar aquellos pensamientos, después de todo ya pasó bastante tiempo. Se despojó de su ropa, y se metió a la ducha. Mientras el agua caía por su cuerpo, liberando el estrés del día y limpiándolo de toda suciedad, pensaba cuanto habían cambiado las cosas desde que llegó, y como cambió él también. Son Goku era en su momento un fiel amante del combate; cualquiera que lo conociera podía constatar de ello. No había día en que no entrenara, con la excusa de que tenía que ser más fuerte para así poder proteger la tierra. Talvez eso era lo que se decía a sí mismo para convencerse, sin embargo, no era el caso. Lo hacía con el deseo, algunos podrían considerarlo egoísta, de ser el más fuerte y así encontrar a alguien con quien demostrarlo.

No se podía negar que hacía lo que juraba prometer, defender la tierra, haciendo amigos y aliados en el camino. Lo que no sabía es que los enemigos que ganaba por aquel deseo de encontrar a alguien a quien enfrentarse y darle una buena batalla, al final terminarían por tomar represalias. Finalizó su ducha envolviendo una toalla a su cintura, y salió del baño. Al llegar a su cuarto sacó la ropa para poder vestirse. Tras secar su cuerpo, se vistió. Una camiseta blanca, pantalón azul oscuro y zapatillas negras. Una vez vestido fue a la cocina, y abrió el refrigerador. Había carne, y vegetales que él había cultivado, además de otras cosas, como agua. Hoy comería carne con una ensalada. En el tiempo que ha vivido ahí, ha aprendido a controlar su apetito, ya no come tanto como antes. Tras un rato de cocinar, el Son llevó su plato al comedor, y tras colocar todo en la mesa se sentó, y encendió la televisión que estaba frente a él, debía admitir que lo de ver televisión cuando comía se le hizo un hábito. Al encenderse la tv mostró el canal de noticias.

—"Y ahora recordaremos las palabras dichas por Tony Stark" —entonces la imagen cambió, mostrando una rueda de prensa en la que se ve a un hombre de unos treinta años.

—"La verdad es..." —de repente el hombre dejó el papel que estaba leyendo que le indicaba que tenía que decir—. "Yo soy Iron Man."

—Que insistentes que son con eso —dijo Goku dándole una mordida a la carne, para después cambiar de canal. La verdad es que esa entrevista había ocurrido hace mucho tiempo, no entendía por qué aún la transmitían.

En el siguiente canal se mostraba una carrera de autos de fórmula uno. Entonces un hombre que traía en sus manos unos látigos de energía aparecería, y derribaría uno de los autos que se acercaba a él, del cual se bajó el piloto quien resultó ser Tony Stark. La situación avanzó hasta que Tony se colocó su armadura de Iron Man, y tras enfrentar a su oponente lo derrotó con relativa facilidad.

El Son mostró poco interés en lo acontecido, después de todo, al igual que con la entrevista, no era la primera vez que veía esa noticia. Terminó de comer, apagó la tv, y con su plato fue a la cocina donde lo lavó con un desgano notable en su actuar. Tras terminar regresó a la sala, y se sentó otra vez en el sofá, decidiendo qué iba a hacer ahora. En su mente pasó la idea de entrenar, talvez eso ayudaría a distraerlo. Desde que llegó a esa ciudad y comenzó a trabajar de agricultor, el Son ya no entrenaba con la misma regularidad de antes. Si bien su estado físico y su poder se han mantenido, sus ánimos de entrenar y ser el más fuerte se han desvanecido con el tiempo. Después de todo, ser el más fuerte le trajo muchos problemas. Regresó a su cuarto, y de un cajón de su ropero sacó su antiguo traje de combate. Lo miró por un momento y procedió a cambiarse. Sabía que después tendría que volver a bañarse, pero no le importó. Tras terminar, ya con su traje puesto. Procedió a salir de su casa, no sin antes llevarse con él las llaves, no sería la primera vez que se le olvidaba, y no sería la primera vez que tuvo que reparar la puerta después de romperla para poder entrar.

Cuando volvió a la sala, volvió a mirar el cuadro de él con aquellas personas, y lo tomó en sus manos. Lo contempló detenidamente, y comenzó a ejercer presión sobre el marco, y antes de que el cuadro se destruyera, lo volvió a colocar en su lugar, y salió rápidamente de su casa. Ya tenía suficiente de pensar en eso, después de todo nada iba a cambiar, ahora era otra persona, y lo que fue alguna vez, se terminó. ¿O talvez no?

Son Goku: Lejos de CasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora