Casa

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La ciudad era un infierno. Los gritos de los infectados y el hedor a carne putrefacta se mezclaban con el viento, creando una atmósfera nauseabunda. En medio del caos, un hombre llamado Tomás luchaba por encontrar a su hija Sofía, una niña de tan solo cinco años que se había separado de él durante la huida.

Tomás no tenía un destino fijo, solo la desesperada esperanza de encontrar a su pequeña con vida. Seguía las calles desoladas, su corazón roto por la incertidumbre. La noche caía y la oscuridad intensificaba su terror. De pronto, una casa abandonada se erguía ante él como un oasis en medio del desierto. La luz de la luna revelaba ventanas rotas y una puerta desvencijada. Era un lugar peligroso, pero Tomás no tenía otra opción. Entró con cautela, sus sentidos alertados para detectar cualquier amenaza.

El interior de la casa era un laberinto de sombras y polvo. Tomás avanzaba con pasos lentos, su linterna temblorosa iluminando el camino. Poco a poco, se adentró en la oscuridad, buscando cualquier rastro de su hija.

De repente, un crujido en la oscuridad lo congeló. Un gruñido gutural resonó en la habitación contigua. Tomás apagó la linterna y se quedó quieto, conteniendo la respiración. Un zombi, con la piel pálida y los ojos vacíos, apareció tambaleándose hacia él.

Tomás actuó con instinto, golpeando al zombi con una barra de metal que había encontrado en el suelo. El ser cayó al suelo con un gemido, pero otros dos zombis atraídos por el ruido se acercaron. Tomás se vio obligado a huir, corriendo por los pasillos de la casa, con los muertos vivientes pisándole los talones.

Finalmente, encontró una habitación al final del pasillo. La puerta estaba entreabierta y la luz de la luna entraba por una ventana rota. Tomás entró con el corazón en la boca. En la habitación, una pequeña figura yacía en el suelo, inmóvil.

"Sofía", susurró Tomás con la voz llena de esperanza.

Tomás se acercó a la niña, su cuerpo se llenó de horror al ver su rostro pálido y sus ojos sin vida. Su pequeña Sofía había sido degollada. Un grito desgarrador brotó de su garganta, un lamento que llenó la casa abandonada.

Tomás se derrumbó junto al cuerpo de su hija, su mundo se había derrumbado en un instante. La búsqueda había terminado, pero la pesadilla se había grabado a fuego en su memoria. La casa de las sombras se convertiría en su tumba, mientras los infectados aporreaban la puerta, deseosos de entrar.

LLAMADA ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora