- Sara, por aquí.
La pequeña gateó hábilmente por debajo de una puerta de metal, que recubría la entrada de la tienda de ropa. Habría servido de algo aquel refuerzo en años anteriores, sobretodo para evitar hurtos. Pero hoy en día solo serviría para que no entraran infectados o supervivientes. Ambas opciones eran igual de violentas. Los primeros te comerían vivo o te infectarían tras un leve mordisco. Los segundos en cambio, te matarían a palos o a tiros. Ninguna de las dos propuestas era factible en aquel momento.
La niña se puso de pie y siguió a su hermana. Ambas poseían un cabello castaño de un tono muy claro y unos ojos azules bastante inocentes. Fueron caminando con sumo cuidado por la tienda. Era de la gran reconocida "Tuly Modas", símbolo de belleza y estilo en tiempos pasados, ya que ahora era símbolo de lo que el ser humano pudo hacer en relación con su vestimenta.
Llegaron hasta la sección de moda infantil. De las perchas colgaban pequeños vestidos rosas para las bebés y camisetas a rayas para ellos. En tres estanterías blancas se encontraban patucos de color amarillo y un cartel que rezaba "Modas Tuly les ofrece la nueva temporada al mejor precio".
Se acomodaron detrás de un robusto mueble de madera, color beige, donde según dedujeron ellas, se guardaban las cestas para comprar.
Sara se apoyó contra el armario y Elisa se sentó con los pies cruzados y empezó a buscar en su mochila. Era verde militar, ideal para camuflarse en una ciudad masacrada. Sacó de ella dos chocolatinas de la conocida marca "Fen", que incluían sabores desconocidos que el público debía adivinar. Cosas de un marketing humano hoy en día inservible.
- Toma Sara, la del paquete rojo será para ti- extendió su mano y le alcanzó la chocolatina misteriosa.
- Bueno Eli, a ti te toca la azul- se dijo para sí misma.
Degustaron con cierta delicadeza el sabor de las chuches que habían encontrado en una tienda de golosinas que se situaba en el edificio. Y es que el centro comercial "Hander Mall" era conocido por sus peculiares tiendas, desde locales lujosos hasta bares de poca monta donde era más que probable que pillaras el ántrax.
- La mía sabe a... ¡A arándanos! - exclamó Sara mientras se relamía los labios.
- Hmm, la mía sabe a brócoli- respondió Elisa.
- ¿Brócoli? ¡Qué asc...
- Shh, calla- espetó Elisa dejando caer la chocolatina al suelo. Miró preocupada hacia detrás. Sus ojos detonaban horror y concentración a la par.
Un misterioso ruido se había hecho notar en la puerta que conducía al almacén de la tienda. Era como si alguien estuviera escarbando entre las cajas en una búsqueda inútil por encontrar comida.
- Eli, tengo miedo- susurró Sara bastante asustada. Apartó la mochila rosa con dibujos de unicornios que llevaba consigo. Se agachó y empezó a deslizarse lentamente por el suelo hasta llegar a los mostradores de la tienda. Allí, se refugió debajo de la tabla y empezó a morderse las uñas, trastorno que había desarrollado desde los cinco años.
- Sara, tranquila, iré a mirar. No te muevas de ahí.
Su pulso empezó a elevarse bastante. Su corazón se aceleró como nunca antes. Era como un coche cuando alcanza los doscientos kilómetros por hora. Era inaudito. Las palpitaciones hicieron mella en ella. Sus ojos iban de un lado a otro. Un sudor nervioso recorría su frente. Su mano derecha se dirigió rápidamente a la mochila, donde sacó de allí un machete. Era sumamente afilado, pues había conseguido sacarle filo en una antigua tienda de menaje que había visto por el camino.
Se fue acercando lentamente a la puerta del almacén. El sonido espeluznante que había oído no cesaba y su pulso cardíaco así lo demostraba. Abrió poco a poco la puerta y preparó el machete para dar un golpe en seco. Sus hombros se habían elevado lo bastante como para partirle el cráneo a cualquiera que osara enfrentarle. Abrió la puerta y lo encontró fue un mapache bastante listo que lo único que hacía era escarbar sucesivamente en una caja que viéndola desde arriba se veía vacía. El pequeño animal salió pitando hacia dentro del almacén, donde dejó caer un par de cajas que estaban mal colocadas en las estanterías de metal. Elisa respiró aliviada, su pulso se fue relajando poco a poco y bajó los hombros.
- ¡Puedes venir Sara, no era nada!
Sara salió del mostrador con un hábil salto sobre la salta. Corrió con bastante energía hacia su hermana.
- ¿Nos vamos?
- Sí, vámonos.

ESTÁS LEYENDO
LLAMADA Z
Mystery / ThrillerLa ciudad está masacrada. ¿Cómo es posible que hayamos llegado hasta este punto? Creíamos haber tenido la solución a todos nuestros problemas, sin saber que vendrían unos nuevos. Aquella pandemia de 2022 lo destrozó todo. Nuestras esperanzas, nuestr...