LLAMADA Z

Instituto

Un grito desgarrador rompió el silencio. Un grupo de alumnos, con los ojos desorbitados y el terror en sus rostros, corrió hacia la salida, perseguidos por seres con la piel pálida y los ojos vacíos. Los infectados habían llegado al instituto.

Lucas y Lucía, dos amigos inseparables, se miraron con pánico. No entendían lo que estaba pasando, pero el instinto de supervivencia los impulsó a correr. Se escabulleron por los pasillos del instituto, sus corazones palpitando con fuerza. Los gritos de sus compañeros y el sonido de las pisadas apresuradas de los zombis creaban una atmósfera aterradora.

Llegaron al laboratorio de ciencias, una habitación llena de frascos y mecheros Bunsen. Se escondieron detrás de una mesa, tratando de contener la respiración. A través de la ventana, vieron cómo una horda de zombis hambrientos se acercaba al edificio.

"Tenemos que salir de aquí", susurró Lucas, su voz llena de miedo.

Pero todas las salidas estaban bloqueadas. La única opción era atravesar el instituto, plagado de zombis. Se miraron con determinación, agarrando las manos con fuerza. Sabían que solo juntos podrían sobrevivir.

Con sigilo, se adentraron en el pasillo. Cada paso era una agonía, cada crujido del suelo los hacía temblar. La oscuridad era su aliada, pero también un enemigo que ocultaba los peligros que los acechaban.

De repente, un zombi apareció frente a ellos. Lucía gritó, pero Lucas la tapó la boca con la mano. El zombi, atraído por el sonido, se acercó tambaleándose. Lucas, con la adrenalina a flor de piel, golpeó al zombi con una barra de metal que encontró en el suelo. El ser cayó al suelo con un gemido, pero otros dos zombis atraídos por el ruido se acercaron.

Lucas y Lucía huyeron a toda velocidad, esquivando los ataques de los zombis. La persecución los llevó al gimnasio, un espacio enorme lleno de colchonetas y aparatos deportivos. Se refugiaron detrás de una montaña de pelotas de baloncesto, respirando con dificultad.

El gimnasio estaba lleno de zombis, buscando a sus próximas víctimas. Lucas y Lucía se miraron a los ojos, una mezcla de terror y esperanza en sus miradas. Sabían que la lucha por la supervivencia aún no había terminado. La horda hambrienta los rodeaba, pero ellos no se rendirían. Seguirían luchando, juntos, por encontrar un camino hacia la libertad y la esperanza.