Kaz Brekker

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❝What at Time❞

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❝What at Time❞










Kaz estaba sentado en su escritorio, desesperado, no podías dejar que ella se fuera, tenía que haber otra manera.

Se lamentaba del tiempo que pasó odiandola, deseaba volver el tiempo atrás y reparar sus errores, pero ahora ya era tarde.

Fue a buscarla al techo, su lugar, desde que había escapado de su padre, Pekka Rollings.

Cuando llegó la vio sentada en la esquina con los pies colgando hacia el vacío. Se apoyo en su bastón, admirandola por un momento más, mientras ella cantaba.

Pienso en la noche en el parque, estaba oscureciendo y nos quedamos despiertos durante horas.

Que tiempo, que tiempo, que tiempo.

-Hola, Brekker- paro su canto para saludarlo sin darse vuelta.

-No pares Rollings- quería escuchar su voz, para memorizarla y no olvidarla nunca.

Te aferrarse a mi cuerpo como si lo quisieras por siempre.

Que tiempo, que tiempo, que tiempo.

-Acercate- el se sentó con dificultad a su lado, no dejaría que se valla.

-No tienes que irte-

-No tengo opción- ella seguía sin mirarlo, viendo hacia el horizonte. Y eso le dolía

-Nunca creí que tendrías miedo, eso te hace tú-

-No temo por mi- se giró a mirarlo por primera vez, tenía lo ojos rojos de tanto llorar, y ojeras de no dormir, además del pelo revuelto por el viento.

-No debes temer por mi, no le tengo miedo a tu padre- no importaba lo que tuviera que hacer, quería que se quedará.

-El nos es mi padre- empezó la chica que había robado lo poco que quedaba de su alma, y su corazón negro -Pero me seguirá hasta que caiga de nuevo en sus brazos, y hará lo que sea necesario, y no quiero que te haga sufrir más de lo que ya lo hizo-

-No fue tu culpa, me tomo tiempo darme cuanta de ello pero no lo fue- estaba siendo sincero por primera vez en mucho tiempo.

-Cierra los ojos, por favor- dudo un segundo en hacerlo, tenía miedo.

Escucho que la chica había empezado a llorar, y también su voz un poco rota.

Que tiempos, que tiempos, que tiempos, para ti y para mí.

Sintio el tacto de sus labios contra su mejilla, era dulce y húmedo por las lágrimas y para su sorpresa no dió un paso atrás.

Se quedó allí con los ojos cerrados, hasta que abrió los ojos para ver qué la chica que se había permitido amar, ya no estaba allí.

Lo había dejado.

Sin opciones, y sin corazón.

Que mentira, que mentira, que mentira.

ONE - SHOTS | GRISHAVERSE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora