—Ya sabes Johnny. Siéntete como en tu casa —dijo su amigo cerrando la puerta.
—Si, gracias.
—¿Cómo vas con el tema de las citas? —Johnny lo volteó a ver con una mueca—. Uy, ni cómo hacer algo —alzó los hombros.
—¿Puedo entrar a tu baño?
—Claro, ya sabes dónde está —sonrió.
Johnny subió y antes de llegar encontró a una mujer tirada en el suelo dentro de una habitación.
Llevaba ropa holgada, estaba descalza y despeinada. Además de tener un lápiz digital empuñado en la mano.
La habitación era linda y ordenada, excepto el escritorio. Habían lápices y otros artefactos de arte, en un rincón habían lienzos con pinturas, al igual que una pared llena de dibujos, algunos tétricos y otros tiernos.
La computadora estaba encendida, al igual que un iPad que tenían dibujos dentro.
Johnny no sabía si ella estaba desmayada o solo dormida. Solo estaba parado frente a ella, sin emitir sonido alguno.
Comprobó que no estaba desmayada cuando se levantó y lo vio. Sus ojos eran color miel, hacían juego con su cabello negro.
—Capitan Jack Sparrow —dijo haciendo una seña de saludo.
—Perdón —se disculpó yendo hacia el baño. Se había apenado bastante.
Cuando acabó bajó mirando sus manos, ya que tenía pequeñas basuritas de brillantina.
—No sabía que tenías novia —dijo sin mirar al frente.
—¿Yo?
—Si, Hall, tu. La encontré en el cuarto en el suelo, pensé que estaba desmayada pero no lo estaba.
—¡Oh! Ella no es mi novia —empezó a reír.
—¡Ja! ¿Mi hermano con novia? Quiero ver eso. Yo soy su hermana —se escuchó la voz—. Me llamo (T/N) un gusto, Johnny —sonrió.
—Disculpenme, es que no se parecen.
—Soy adoptada —sonrió—. Es mentira —rio.
—Yo me parezco a papá y ella a mamá. Nunca la mencioné porque no había momento.
—Si, no te preocupes. Es un gusto (T/N) —sonrió sentándose.
—Yo si te conocía, veo muchas películas tuyas. Algunas las uso de podcasts cuando hago mis dibujos, te he dibujado a ti y a muchos de tus personajes, es sorprendente como...
—Niña, deja de acatarrar a Johnny —regañó Hall.
—No lo hace, cuéntame más. ¿Eres artista?
—Claro que si. Dibujo, diseño y muero de hambre —guiñó el ojo sonriendo.
Y así, tan diferentes, Johnny sintió un hormigueo en su pecho.
Quizás había sido su cara, su cabello o incluso su forma de ser. Pero en definitiva había caído rendido ante ella.
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