Entré al bar y de inmediato sentí el olor a alcohol. Mis amigos venían detrás de mi hablando y jugando mientras que yo buscaba con la mirada a una persona en especial.
—Eh Wade, apenas entramos y ya la buscas, tu no pierdes tiempo ¿verdad? —burló mi hermana y los demás rieron.
—Silencio —dije apenado.
—¿Cuándo le pedirás ser tu novia?
—¿Estás bromeando, Milton? ¡A duras penas le puede hablar para pedir su orden! —replicó Cara de hacha.
—Mira, ahí está —señaló Milton con el dedo apuntando a la barra. Ahí estaba ella, tan linda, tan elegante y tan tranquila. Aún cuando un idiota le tocaba la cara.
—Parece que tu noviesita tiene problemas. Ve a ayudarla —ordenó mi hermana. Me acerqué disimuladamente en dirección al baño que quedaba al lado de donde ellos estaban.
—Anda nena, te divertiras mucho conmigo en la cama —mi sangre hirvió, decidí esconderme en la puerta del baño para escuchar y no ser visto.
—Dije que no Dean, eres tan despreciable y asqueroso. ¿Qué mierda tienes en la cabeza para pensar que yo te aceptaría? —sonreí al escuchar su determinación.
—¿¡Es por ese estúpido Cry baby!? ¡Comparado conmigo es un simple niño, yo soy un hombre con experiencia!
—¿¡Experiencia!? ¡Pero si las mujeres que han estado contigo dicen que jamás tuvieron un orgasmo en el acto y que solo duras cinco minutos! —rió a carcajadas. A duras penas entendía por el bullicio del bar—. Además ¿qué si me gusta Wade? Es mucho mejor que tu. Así que no lo metas en esto.
—¡Eres una zorra! —levantó su mano y ahí fue cuando intervine.
—¿Eres tan simio que no entiendes un no? —cuestioné enojado—. ¡Largo!
El tipo se levantó y chisqueando los dientes se fue. ¿Quién se creía?
—Gracias —habló ella.
—¿¡Cómo!? —había demasiado bullicio.
—¡Que gracias! —gritó—. ¡Ven, vayamos un rato a fuera! —tomó mi muñeca y me empezó a guiar a la salida— prefiero las mañanas aquí, es más tranquilo, mucho más tranquilo —rio.
—Sí.
—¿Y los demás? Es raro verte sin ellos?
—Ah, se adentro —me miró risueña—. Perdón, se quedaron adentro, me pones nervioso —rasqué mi nuca.
—¿Yo? Dios mío, pongo nervioso a Wade Walker, que honor —rio—. Por cierto, te quería preguntar ¿estas libre el viernes?
—¿Este viernes? —asintió—. Si se trata de ti, estoy libre todo el tiempo.
—Bueno ¿qué te parece si salimos a algún lado? Tu y yo.
—¿Es una cita?
—Quizás —reí, con disimulo tomé su cintura.
—Que no sea un quizás, que sea un sí para que mi respuesta también lo sea.
—Entonces es una cita.
—Entonces mi respuesta es sí —le di un beso en la mejilla.
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