✔Sweet blood (Yoonmin)

➷ Capítulo 11 ➷

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Un fuerte dolor en el pecho provoca que la señora park caiga de rodillas y lleve su mano a la zona donde está su corazón, el cual comienza a martillar violentamente, siente sus ojos húmedos, las lágrimas nublaron su vista, el aire queda estancado en su garganta mientras siente como una parte sumamente importante de su vida se desconecta de ella.

El dolor es tan asfixiante, siente que agoniza; es el lazo rompiéndose, puede sentir como la vida de su esposo se termina y duele horrorosamente.

Llora y aprieta el puño, su labio es atrapado por sus dientes hasta hacerlo sangrar, siente la ira burbujeante en su sistema, sus ojos arden en evidente furia al comprender lo que está pasando.

Ira, enojo, dolor odio y miedo, emociones negativas que llegan a su mente con el único fin de buscar venganza. Todo su cuerpo tiembla y se siente pesado, puede sentir cierta humedad resbalarse por su cuello, sabe lo que es, su marca ya no significa nada, ya no es la muestra de la unión de dos personas, es normal que ahora sangre, quizás solo es una representación del llanto de su ambicioso omega.

Se levanta y limpia sus lágrimas, está amaneciendo y puede sentir el presentimiento de que algo está por pasar.

Sus pies se mueven de manera angustiada, no sabe que hacer, su vista va a su foto matrimonial.

Es una imagen hermosa en la que se puede ver ella vistiendo un hermoso vestido rosa, su cabello suelto y cayendo en perfectos rizos, aretes y collar de oro, su esposo mantiene una sonrisa siniestra, ¿siempre había sido así? No recuerda que su mirada sea tan profunda y sádica.

─ ¡¿Qué hago?! ─ habló al borde de la desesperación, no importa si se está volviendo loca al hablarle a un retrato, una foto de una persona que ya no está entre los vivos.

─ Dijiste que lo tenías controlado, dijiste que volverías ─ reclamo con resentimiento ─ ¡maldito mentiroso! ─ no le importa si sus gritos despiertan a casi toda la mansión ─ ¡siempre fuiste un cobarde!, ¡un alfa débil!, ¡siempre fui yo la que terminaba haciendo todo! ─ su rostro bañado en lágrimas solo era una muestra de la rabia y miedo que la estaba torturando.

La fotografía de su esposo en lo alto de la pared le erizaba la piel, sus ojos bañados en lágrimas veían esa sonrisa la cual ahora le resultaba tan escalofriante, era horrorosa casi tocando lo macabro, incluso podía escuchar su voz causándole escalofríos a su piel.

─ ¿Qué dices? ─ esta vez habló suave, demasiado, su voz fue casi un susurro el cual quedó muerto entre tanto silencio.

Sus ojos se agrandaron horrorizados, su mano fue a su boca mientras negaba en desacuerdo.

Podía escucharlo, podía escuchar su grave voz desgarrado sus tímpanos, su cuerpo temblaba, comenzó a retroceder mientras sus manos fueron a sus cabellos y tiró de ellos, quería que se callara o al menos que le hablara claro.

─ E-es mi h-hijo, no me p-pidas que le haga eso ─ estaba perdiendo la razón, las voces en su cabeza solo eran de una persona, pero aún así le repetían una y otra vez lo mismo, susurrandole al oído lo que tendría que hacer a partir de ahora.

El tiempo se le acababa, miró hacia la ventana, los primeros rayos del sol ya brillaban en lo alto de la montaña, las tinieblas estaban desapareciendo transformándose en claridad, debía hacerlo ya, antes de que sea demasiado tarde.

─ Está bien ─ murmura temblorosa. Desaparecería, pero no lo haría solo, Jimin era lo único que le quedaba y lo llevaría con ella.

Corrió a su armario y de la última gaveta tomó unas tijeras, aún no sabía que haría con ellas pero está seguro que le serían útiles.