CAPÍTULO 7: EL REGRESO

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CALLIE

–No pienso subirme ahí.

–Peter...

–¡No voy a subirme ahí! Prefiero tirarme desde arriba de la Torre Eiffel antes que tener que hacer eso.

Mary suspira ante el dramatismo de su hijo y yo me muerdo el labio para no reír.

Llevamos más de media hora intentando convencer a mi amigo para que suba con nosotros al London Eye. La verdad es que por ahora no está yendo muy bien.

Peter le tiene miedo a las norias desde que en la feria de nuestra ciudad se quedó parado en la parte de arriba durante dos horas debido a una avería. Ahora no puede ni ver una noria sin tener ganas de llorar.

–Peter, vamos, las vistas de Londres son preciosas desde arriba. Merece la pena subir –le animo.

–Por algo existen las fotos –dice–. Subís, disfrutáis de la experiencia y hacéis fotos para que las vea mientras yo me quedo aquí abajo, a salvo y comiendo un croissant de chocolate. Es un plan perfecto.

Escucho a Andrew reír detrás mía y le doy un manotazo nada disimulado. Se calla de inmediato.

–No le sigas la corriente –le susurro–. No puede perderse la experiencia, es preciosa.

–Si no quiere subir no lo obligues, será peor todavía –aconseja. Y por mucho que intente convencerme de lo contrario, sé que tiene razón. Peter es la persona más testaruda que conozco, e intentar obligarlo a hacer algo es misión imposible. Además de injusto para él.

Tras hablar con nuestros padres y convencerles de que dejar a Peter abajo es la opción más sensata y coherente empezamos a hacer la cola para poder subir a la noria.

Mi madre me llama para que vaya a hablar con ella mientras esperamos, y me pongo nerviosa al instante por lo que pueda llegar a decirme.

–Hola, cariño –me saluda con dulzura, lo que es habitual en ella–. ¿Lo estás pasando bien?

–Sí, adoro Londres. Me da muchísima pena que tengamos que irnos mañana . –Pongo una mueca de decepción ante la idea–. Me encantaría quedarme aquí más tiempo.

–Volveremos, Call. Lo prometo.

Su sonrisa hace que la mía aparezca. Mamá siempre ha sido una persona que desprende alegría. Puede hacer que el gesto más pequeño se convierta en el más grande, al igual que puede sacarme una sonrisa en el momento más devastador.

–Cuéntame, ¿qué más es lo que te ha gustado del viaje? Sé que hablamos de ello cuando estuvimos en Notting Hill, pero quiero que me digas la verdad.

–¿La verdad? –pregunto confusa.

–Callie, hay cosas que no se le pueden ocultar a una madre... Las cosas con Andrew han mejorado, ¿no?

Me sonrojo involuntariamente. Ya imaginaba que mamá se habría dado cuenta, pero que me lo exponga de forma tan directa me ha pillado desprevenida.

–Sí que lo han hecho. Ha tenido detalles preciosos estos días, mamá. Incluso hizo que un cantante me dedicase una canción de su parte en Leicester Square –río emocionada–. A veces me parece que estoy en un sueño. Jamás habría imaginado estar así de bien con él de nuevo.

SaudadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora