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— entonces le dije a gorya que deseaba acompañarla en su trabajo porque no me quedaré aquí en casa. — la jornada escolar se había terminado en la tarde y en tiempo real, lime le pedía permiso a mila para salir de casa.
— veo que te llevas bien con esa chica, ¿es la de cabello oscuro?. — trató de rememorar la mayor, rascándose la barbilla.
— es ella, trabaja en una floristería y dijo que no sería molestia. —
— o tú la persuadiste para que aceptara. — las hermanas rieron, conocían mucho más a la otra que a sí mismas.
— ese no es el punto, mily. — lime puso sus mejores ojos de ciervo, grandes, cristalinos, de aspecto angelical.
— vale, puedes ir. — la pelirroja se lanzó emocionada a los brazos de su hermana mayor, llenándole de besos las mejillas. — quiero que estés aquí a las seis treinta, dile al señor poorm que te lleve y te espere mientras estás allí. — ésta orden final pareció no agradarle mucho.
— pero hermana . . . —
— sin ningún tipo de objeción, será mejor que obedezcas porque de lo contrario no irás a otro lugar que no sea tu habitación, jovencita. —
— bien, te traeré unas flores para que dejes de lado tu amargura. — eso la hizo acreedora de una mala mirada por parte de mila y asustada huyó con su bolso en el hombro.
mila escuchó la puerta de la mansión cerrarse estrepitosamente y se recordó llamar a alguien de mantenimiento para que le echara un vistazo, pues no era normal. hiro había salido a buscar tiendas de ropa para remodelar su guardarropa, su hermanita la abandonaba por una chica becada con carácter para ser militar y estaba sola.
