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en ocasiones las personas llegan a creer que quienes tienen un capital grande acumulado tienen la libertad para hacer y deshacer con un chasquido de sus dedos; pero, quienes vivían a diario con el peso de toda una familia sobre sus hombros sin importar qué tuvieran, eran los que de verdad comprendían todo lo que abarca ser parte de una familia reconocida o con una reputación ascendente.
los furhman provenían de una amplia gama de descendientes de la familia real tailandesa; separándose de esta en 1907 cuando el phra chao somchai pakpao decidió abandonar todo el título que como hijo del virrey se le concedía para contraer nupcias con una plebeya fuera de los parámetros de la realeza. al irse del nido real, somchai tomó el apellido de su madre (una noble proveniente de filipinas) que era ninguno menos que furhman. de ésta manera y desde ese tiempo, los furhman fueron considerados como una de las familias más importantes, no sólo por su estatus o dinero, si no por ser indirectos familiares de la realeza del país.
los descendientes del valiente señor somchai se expandieron durante casi un siglo, concluyendo la larga cadena de árbol genealógico en dos mujeres, mila furhman y lime furhman, hijas de moon furhman y daichi uchinaga.
mila agradecía todos los días a ese hombre por otorgarle lo que se conocía como libertad matrimonial, si bien no era libre, al menos anhelaba casarse a una edad apropiada con un tipo que como su padre, la amara hasta hacer lo imposible por ella.
era una pena que las cosas no funcionaran de esa forma.
— mamá me ha dejado un mensaje de texto en la madrugada. — fue lo primero que la primogénita furhman pronunció en la sala con su hermana y mejor amigo. — dice que el príncipe kenji ha venido a hablar conmigo porque quiere casarse. —
