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❝ lo que siento va más allá de un simple "me gustas". ❞
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— dame una buena razón para seguir lavando estos trastes, gorya. — musitó mila mientras soplaba bruscamente uno de sus mechones chocolates que le caían por el rostro.
— obtendrás algo de dinero por tu cuenta y me harás compañía. — respondió la chica con un entusiasmo envidiable.
— sabes muy bien que simplemente podría decirle a papá que solvente un poco tu economía familiar en lo que tus padres . . . — gorya la interrumpió de inmediato.
— ya te lo dije, mila, ni mis padres ni yo queremos ese tipo de ayuda. — ella rodó los ojos, exasperada.
— ¿podrías dejar de ser tan testaruda?, sería como un préstamo, no un regalo. — pero la pelinegra no emitió ningún sonido de respuesta y mila tomó eso como el séptimo no en la semana. talló un poco la esquina de ese traste azul oscuro y lo depositó en la canasta a su lado.
— ¿cuántos te faltan?. —
— 20, ¿y a ti?. —
— 15. — los contó
— woah, ¿cómo es posible que sepas fregar platos tan bien?. — la sonrisa de la más pequeña desapareció. — no es como que quiera inquirir algo privado de tu vida o sonar inoportuna, mucho menos juzgarte. — y he ahí el vómito verbal de gorya. mila rió suavemente, negando con la cabeza.
— está bien, no te preocupes. me gusta lavar los platos en casa, es terapéutico. ¿para qué pagar un profesional cuando tienes muchos trastes sucios esperando por ti?. — ambas rieron más animadas.
— gracias por venir conmigo, mila. — y fuhrman juró morir ahí de lo tierna que era su pequeña amiga.
— no tienes por qué agradecer, gorya, para eso estamos las amigas. —
