Capítulo 4: La reina de la noche
Layla
Me volteo en la cama dándole la espalda al sol que incide por la ventana y me molesta en los ojos. La cabeza me duele por todo el alcohol que ingerí ayer, bueno, hace unas pocas horas, y el estómago lo tengo revuelto por ese extraño olor que capta mi nariz. En un estado de sobriedad diría que es agradable, pero ahora solo me provocan nauseas. Pero no es solo por el olor, es más bien con quién lo asocio...
Me incorporo de golpe a la par en que abro los ojos y recaen sobre el cuerpo desnudo que está dormido a mi lado. «Pero ¿qué he hecho?». Froto mis ojos con desespero evitando mirar al adonis de mi izquierda y a la tela que le cubre la cadera. Y, por supuesto, a los arañazos que le adornar en su espalda. «¿Yo hice eso?». ¿En qué estaba pensando en acostarme con él?
El italiano se mueve hasta quedar completamente boca arriba y... ¡Dios mío! ¿Todo eso es suyo? Explayo mis ojos negándome a apartar de mirar la elevación que hay a la altura de su cadera. ¿Cómo puede andar como si nada con eso ahí... colgando?
Me tenso cuando su brazo rodea mi cintura y se pega a mí impidiéndome mover. Paso saliva ideando cómo librarme de su contacto sin despertarlo, pero tanta jaqueca complica todo lo que sea pensar. Separa los labios ligeramente y susurra algo que no logro entender. Me inclino hacia delante y... «Ruby». La sensación en el estómago se intensifica con el peso del recuerdo de la mujer que ama.
Tengo que salir de aquí y me da igual ya si se despierta o no. Peor humillación no puede haber que acostarte con alguien e imaginar que lo haces con otra persona.
Aparto su mano despacio, en realidad casi prefiero salir sin hablar con él y conservar parte de mi dignidad, y me pongo a buscar con la mirada la ropa que llevaba ayer. Está desperdigada por la habitación, el top está suspendido de la lámpara, la falda se encuentra tirada cerca de la cama y el sujetador cuelga del picaporte de la puerta. Ahí todo bien, pero ¿y la braga? Desisto de buscarla cuando una arcada me dobla y debo buscar el baño para vaciar mi estómago. Segundos son los que pasan desde que estoy de pie con la ropa en la mano hasta que la suelto y me abrazo al baño a vomitar.
La situación no puede ser más humillante. Me acosté con uno de los mejores amigos de Oliver, mal, me emborraché hasta no recordar nada, mal, estoy desnuda y abrazando al inodoro mientras vomito con la mirada del italiano clavada en mi espalda. No le veo, pero sé que está ahí. Me cubre con el albornoz blanco y tiene la delicadeza de sostenerme el pelo para facilitármelo.
—Mandaré que preparen algo que te asiente en el estómago.
Burundanga estaría bien para borrar las últimas 24 horas.
Me gustaría responder si no fuera porque no dejo de vomitar hasta el punto en que mi cuerpo acaba dolorido. Me siento débil. Me avergüenza reconocer que toda esta situación me la he provocado yo, en el pasado usaba mucho este "atajo" para perder peso y eso me ha dejado como secuela la pesadez o el cansancio que tendré varios días.
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Sin miedo al amor #2.5
RomanceDe los creadores de Millionaire: un embarazo inesperado y Millionaire: un amor imposible llega a Wattpad: Sin Miedo al Amor. Un matrimonio concertado sobrevuela la cabeza de Layla Stratford, no tiene escapatoria, es un hecho innegable al que debe a...