Capítulo 7: Unos pocos celos y una mujer nueva
Layla
Han pasado cuatro días desde el mareo. Cuatro días desde que he empezado a tener náuseas y vómitos matutinos. Cuatro días desde que mi futura familia política ha regresado a Londres. Cuatro días desde que Eva no me dirige las palabras por mi encontronazo con Martha.
Nada nuevo en Villa Stratford.
A pesar de que aún no he terminado la carrera, me quedan tan solo seis meses para graduarme, sé que los diseños que estoy haciendo para relajarme, podrían vender con mucha facilidad en Castellar. Conozco a todos los diseñadores que trabajan para Oliver y, no quiero sonar egocéntrica, pero soy mucho mejor que la mayoría de ellos. Y el único que podría considerar un mentón ha terminado por irse a la competencia. Él se lo pierde.
Este que tengo en la mano será uno de los proyectos que envíe para una de las asignaturas que tengo este cuatrimestre. Lo miro, lo estudio y solo puedo decir que es «perfecto». Se trata de un vestido de novia, con una gran y pomposa falda blanca, con las mangas caídas y abullonadas, similar al de una princesa Disney. Por más que lo miro, no puedo dejar de apreciar lo bonito que sería verlo en físico y sé que si se pondría a la venta no duraría ni dos días en la exposición.
Incluso yo, que no quiero casarme, me lo compraría solo para mirarme al espejo.
Si mi madre viera este diseño se replantearía su decisión de no apoyarme frente a la junta. Además, pensaría que estoy entusiasmada por la boda.
Lo guardo en la carpeta y esta va directa a mi maletín. No quiero que nadie lo vea, de hecho, nadie sabe cuáles son los diseños que hago salvo mis profesores. Actualmente, en Castellar, solo me encargo de llevar café a mis hermanos y de dar mi punto de vista sobre los diseños de los diseñadores que tenemos en nómina a Oliver, porque el resto de la junta cree que no tengo la capacidad que otorga una carrera al no tenerla terminada.
Desde el día que me encontró borracha, hace ya más de un mes, no he hablado con Nate ni con Oliver. Los he estado rehuyendo en Castellar —llevo sin ir desde entonces a la oficina —y cuando he ido a recoger algo ha sido en una hora que sabía que no estarían. Mis días se resumen en ir a la universidad por la mañana y esconderme en mi habitación el resto del día. Tampoco salgo a cenar, ya que me escudo en estar con los preparativos de la boda.
Despertarme cada mañana es una odisea. Me paso como veinte minutos pegada al váter liberando mi estómago de la noche anterior y la cosa no mejora después, sino que mi estómago parece que está del revés durante el resto del día. Me cuesta acudir a clase porque sufro de fuertes mareos y hasta que se me pasan son después de horas. Debería haber ganado algo de peso, no dejo de comer gominolas, pero sigo bajando ya que no dejo de vomitar todo lo que desciende a mi estómago.
—Buen día, señorita Stratford —me saludan cuando llego a Millionaire.
Millionaire es un club exclusivo al que solo se accede por invitación o bien porque tu familia sea uno de los fundadores, como es mi caso. Hace unos años tan solo podían entrar los hombres y las mujeres si queríamos hacerlo, debíamos venir como acompañantes. Por suerte, esa estúpida regla ha cambiado y ahora puedo disfrutar de todas las ventajas de ser un Stratford.
ESTÁS LEYENDO
Sin miedo al amor #2.5
RomanceDe los creadores de Millionaire: un embarazo inesperado y Millionaire: un amor imposible llega a Wattpad: Sin Miedo al Amor. Un matrimonio concertado sobrevuela la cabeza de Layla Stratford, no tiene escapatoria, es un hecho innegable al que debe a...