Aquel día amaneció encapotado, casi totalmente cubierto por oscuras nubes que amenazaban con cernirse sobre Konoha en cualquier momento. El viento que corría era helado y calaba los huesos de los pocos valientes que se aventuraban a las calles, la gran mayoría ANBU que patrullaban la ciudad y que observaban bajo sus máscaras recelosos a la mujer que cruzaba las avenidas silenciosas. Quizá aquellos ninjas creían que no notaba sus presencias, pero poco sabían que Naevia podía decir la posición exacta de cada uno de ellos.
Mentiría si dijese que se sentía extraña, abrumada, acongojada. Cada paso que daba hacia la salida de la aldea se volvía más pesado, como si lo que estuviese haciendo fuese el error más grande de su vida. Por suerte, ese ya lo había cometido.
Todavía notaba en su mano la pluma mientras escribía aquella carta para Yu. Se disculpaba numerosas veces. No lo decía que lo quería ninguna. Solo pedía espacio, quizá entendimiento. Quería un tiempo para ordenar su mente, un tiempo para entender su nuevo yo y estar en armonía con él. Necesitaba desprenderse del bullicio de la sociedad y sumergirse en un viaje que la permitiera encontrarse. No culpaba a nadie más que a sí misma. Él no había hecho nada más que apoyarla, intentar entenderla. ¿Pero cómo iba a pedirle que lo hiciese si no se entendía ni ella misma? Era cruel y egoísta seguir así, en una situación que solo la hería a ella y a todos aquellos que intentaban apoyarla. Le pedía disculpas de nuevo. Y que no la buscase, esta vez estaría segura y protegida, no cometería el mismo error dos veces. Regresaría. Quizá pronto, quizá tarde. Regresaría con las fuerzas suficientes como para demostrarle al mundo que todo estaba bien. Le daba las gracias.
Neji aguardaba por ella en la entrada de la aldea, con la vista puesta en el camino que se alejaba de esta. Naevia volvió sus pasos más pesados con intención de que este se percatase de su presencia. Pronto sus ojos chocaron con los orbes perlas del Hyuga.
El susodicho no logró enmascarar lo suficientemente bien su sorpresa al observar a la mujer. Sin duda, no se parecía en nada a la muchacha que recordaba de su pasado, siquiera a las semanas anteriores practicando. Parecía un ninja de muy alto ranquin con un mero ANBU de escolta. Su constaba un simple kimono corto de color violáceo, revestido con un ori blanco y ropa interior de rejilla que asomaba por sus clavículas descubiertas. Dos correas abrazaban su torso y cintura, las cuales contaban con numerosos compartimentos colgando de ellas. En sus piernas musculadas, enfundadas en unas medias oscuras y opacas, también se hallaba una bolsa cartuchera que se conectaba con su cintura, en la cual contaba llevaría vendas y demás. Su largo cabello había sido recogido en una coleta alta, revestida con trenzas que aseguraban el peinado. Sobre la frente, reposaba la bandana de la aldea.
—Buenos días, Neji —saludó la mujer, al encontrarse siendo inspeccionada—. ¿Cómo has amanecido?
El susodicho carraspeó, regresando la mirada al cielo.
—Bien. Parece que hoy el tiempo no nos acompaña.
Naevia sonrió ligeramente, imitando su acción—. Estoy bien con el tiempo así, es más agradable que un sol abrasador a mi parecer.
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La verdadera realidad |Naruto|
FanficHa pasado mucho tiempo. Han sucedido muchas cosas. Y nadie volvió a ser el mismo.