Capítulo 6

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Pasaron los días y el vínculo entre Nathalie y Adrien estaba más fuerte que nunca, ahora que ambos conocían la verdad del otro y arreglaron sus diferencias.
Si antes el rubio podía contar con ella, ahora más, eran casi uña y mugre, un desconocido podría creer que son madre e hijo, haciendo a un lado los rasgos físicos.
Incluso, algunas noches Adrien salía a patrullar como Chat Noir junto a ella como Mayura y otros días iba con Ladybug, en caso de que hubiera un akuma mientras patrullaba con la azulada, ésta regresaba a casa y llamaba a Ladybug, ya que se supone que Hawk Moth no sabe que su cómplice lo ha traicionado y se ha puesto en su contra.

También con el pasar de algunos días, Adrien empezó a notar algo. El punto de reunión de los héroes era en la casa del Maestro Fu, y más de una vez ha notado cómo Nathalie y Sheng se comportan uno con el otro. Aquí había gato encerrado. Y empezó a molestar a su "figura materna" con que debería darle una oportunidad a Sheng y que serían una bonita pareja.
Nathalie siempre le reprochaba e incluso a veces le dedicaba una mirada que le decía que no debió decir eso, pero por dentro Nathalie se encontraba muy confundida y asustada.
Temía del amor que había en su corazón listo para entregárselo al oriental en bandeja de plata. No sabía si tener una relación con él sería lo correcto, y más ahora con la situación de Gabriel Agreste. Si se llega a enterar de Sheng y descubre quién realmente es, podría lastimarlo, y probablemente a ella después. Así que era lo mejor guardarse todo lo que llevaba dentro por el momento, hasta que la tormenta pasara y no hubiera nadie que se interpusiera entre ellos dos.

Pero el corazón es engañoso. Es un traidor que uno tiene por dentro.

Nathalie se encontraba sentada en su escritorio mirando hacia la nada, pensaba en aquel hombre que desde que llegó a su vida, volvió a tener esperanzas en el amor, quería por fin confesarle sus sentimientos, no era por nada pero ella presentía que él sentía lo mismo por ella, pero igual por el temor y el flujo de las cosas no han podido estar juntos.

La azabache pensaba en cómo sería su vida una vez derrotaran al hombre más temido de París. Le gustaría viajar con Sheng alrededor del mundo, justo como él le contó que lo había hecho solo toda su vida. Quería renunciar a su estresante trabajo y buscar uno que no requiera ser de tiempo completo y con tareas más fáciles. Por un momento, Nathalie pensó que estaba sola en la oficina ahogada en sus pensamientos, pero de pronto, un grito llamando su nombre y un golpe a su escritorio la interrumpieron de estar soñando despierta.

–¡NATHALIE!

Esta, asustada, sube su mirada y ve que se trata de su jefe. Por fuera, mostraba su semblante serio de siempre, pero por dentro, temblaba. Desde que lo traicionó no duerme tranquila y cada vez que interactúan, teme que un día éste le diga de la nada que ya sabe de su traición y que la hará pagar. Tragó fuerte para poder contestarle.

–Lo lamento tanto, señor. No me percaté de su presencia, de verdad. ¿Hay algo en lo que lo pueda ayudar?

Fuera de la nada, el diseñador le ofrece su mano.

–Ven conmigo, hay algo que quiero mostrarte.

Al principio dudosa, sintió un escalofrío recorrer por toda su columna. Trató de calmarse, respiró profundo y tomó su mano.
Era la primera vez en mucho tiempo que volvía a tomar la mano de su jefe, y por primera vez no sintió mariposas en el estómago al tener tacto con él, ni calor en su corazón. No sentía nada más que frío.

Gabriel la ayudó a levantarse y la dirigió hasta estar frente al cuadro de Emilie. Ambos lo admiraban en silencio, hasta que este decide hablar.

–Mañana son 4 años... Cuatro años sin ella, Nathalie... Y no soporto que sea de esta manera.

De pronto, presionó los botones en incógnito y bajaron hasta la guarida que Nathalie tenía tanto en no visitar. Era igual de oscura y fría que la primera vez que estuvo ahí.
Volviendo a tomarla de la mano, la dirige frente al gran ventanal, que se abrió lentamente y mostró la gran vista que tienen de toda la ciudad. Era el atardecer, así que se apreciaban como las luces empezaban a adornar los edificios, ruido de gente y autos que pasaban cerca de la mansión.

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